Tomando como disparador a la figura del caudillo puntano Manuel Baigorria, la escritora Ana María Lojo creó Finisterre, novela en la que focaliza la tensión que agobia a aquellos que, por circunstancias diversas, dividen su vida en dos mundos. O, en este caso, en el Fin del mundo. Retrato histórico de la Argentina de fines de las últimas décadas del 1800, la obra será presentada esta tarde, desde las 19, en Ross Centro Cultural (Córdoba 1345), donde la autora estará acompañada por María Inés Laboranti y el músico Emiliano Quaranta.

Consultada por este medio, Lojo explicó que el nacimiento del proyecto tuvo lugar algunos años atrás, cuando se decidió a retratar la figura del militar unitario Manuel Baigorria. "El primer personaje que apareció fue este militar unitario, paisano de San Luis que en lugar de irse a Chile o Montevideo se exilió para combatir a Rosas entre los ranqueles, con quienes se quedó durante 20 años. Hizo una doble vida en dos mundos. A mí me interesó muchísimo ese tipo de conflicto de quien participa de dos culturas, está en las dos y al mismo tiempo llega un momento en que no pertenece plenamente a ninguna. Eso le pasó a Baigorria, que cuando volvió entre los cristianos muchos no lo aceptaban del todo, porque en definitiva él había combatido contra su propia gente, había sido un ranquel más", sintetizó.

Aunque a partir de ese disparador, la escritora amplió el espectro y terminó convirtiendo a Baigorria en una figura secundaria. "La novela se fue expandiendo a partir de este personaje, y aparecieron los personajes femeninos --precisó--. Una de ella es Rosalind, una mujer que fue cautiva justamente a partir de un rapto que se produce en el camino de Buenos Aires a Córdoba por obra de Baigorria y su grupo de ranqueles. Ella termina asimilándose como puede a este mundo nuevo que le toca conocer, que es diferente del suyo, pero dentro del cual se puede hacer un lugar. Aunque no demasiado convencional, porque ella concluye siendo ayudante del machi, o chamán, y en ese camino de la curación es como encauza su vida. Esta persona que escribe cartas desde Finisterre es la que conoce los comienzos de la vida de la muchacha inglesa Elizabeth Armstrong que nació en el Río de la Plata y no sabe nada de ese pasado. Rosalind es la que le puede contar su historia y la de su padre, que en aquel momento cayó cautivo junto con ella y otros personajes".

En ese sentido, la autora destacó que "todos los personajes de la novela participan de esta condición de estar entre varios mundos y hay conflictos entre culturas centrales y culturas periféricas", y no descartó la posibilidad de trazar una analogía con el éxodo que, a la inversa, lleva a los argentinos a perseguir sueños de prosperidad en el Primer Mundo.