Sáb 29.03.2008
rosario

CULTURA / ESPECTáCULOS › RAUL BARBOZA ACOMPAÑADO DEL ALTER QUINTET

La alternativa musical

Con un grupo integrado, entre otros, por músicos franceses el acordeonista radicado en Francia presenta nuevo repertorio.

› Por Edgardo Pérez Castillo

Si bien sus visitas a la ciudad resultan habituales dentro de la agenda cultural anual, esta nueva escala de Raúl Barboza en la sala Lavardén llega cargada de novedad. Y no sólo a partir motivo de la presentación del flamante disco Entre dos orillas, sino porque, desde las 21.30, el notable acordeonista radicado en Francia llegará al escenario de Sarmiento y Mendoza acompañado del Alter Quintet, grupo de corte clásico que integran el venezolano Inocente Carreño (violín), el argentino Alfonso Pacín (violín y guitarra), y los franceses Anne Le Corre (viola y violón), Jean-Luc Pino (violón tenor y violón) y Romain Lecuyer (contrabajo).

En diálogo con Rosario/12 Barboza resaltó las cualidades del grupo que esta vez lo secundará en sus siempre celebratorias incursiones por el repertorio chamamecero: "Este es un grupo que no tiene mucha vejez, es un grupo nuevo. Todos los músicos viven en París y todos han estudiado profundamente la música clásica, pero también son músicos que tienen un acercamiento total a la música popular. Por eso lo de Alter, porque es como una alternativa entre la música clásica y la popular. Eso hace que este quinteto tenga esa característica y que podamos, dada la ductilidad del quinteto, tocar chamamé sin que yo tenga que adaptarme a su música. Al contrario, ni siquiera ha habido una adaptación en sentido contrario, sino que ha habido una fusión inmediata, en el sentido de que ellos para mí son como si fueran músicos chamameceros, y yo soy como un músico mitad clásico y popular, porque nos entendemos perfectamente. Para mí es un enorme orgullo poder tocar con ellos, porque son magníficos músicos y mejores personas. Y suena muy lindo, sino, no hubiéramos venido".

Claro que para Barboza no es nuevo el concepto que aplica a su grupo. "Lo que siempre pensé es que no tendría que haber habido nunca una diferenciación entre música popular y música clásica --resaltó--. Tenemos que tener en cuenta que los que hoy son clásicos en su momento, antiguamente, fueron músicos populares, y que la música escrita era solamente un referente que tenía el músico para luego improvisar encima. A los 55 años de edad, mi profesor de música me mostró una copia que anunciaba un concierto de improvisación de Ludwig Van Beethoven en Alemania. El iba a tocar su música, pero improvisando en el piano. Luego se hizo una institucionalización del clasicismo, luego se hizo una separación entre el que sabe leer y el que no sabe, pero en realidad la música es la música, no hay más que éso".

En tanto, este nuevo trabajo discográfico del músico se liga conceptualmente a ésa idea. "El disco Entre dos orillas es porque la gente que vive en Francia representa a la orilla del Sena, mientras que yo estoy representando a la orilla del Paraná, del Uruguay. Somos músicos de dos orillas: una la del Sena, un río mítico, y otro el Paraná, el río mítico de América del Sur que viene bajando desde el Amazonas. Pero por éso se llama dos orillas, no hay ninguna diferenciación, más bien hay un acercamiento", explicó.

Y profundizó: "Parece que estos músicos fueran chamameceros. El chamamé es muy difícil de escribir, porque es polirrítmico. La gente cuando baila hace dos tiempos, dos para atrás, dos para adelante, dos para el costado. Mientras, el contrabajo hace tres tiempos, pero el bailarín no pierde el ritmo, porque hay una yuxtaposición binaria-ternaria. En el chamamé se encuentra éso. Entonces hay que saber escribir el chamamé para un músico clásico, porque hay que saber que existe éso, que existe una robadita de una corchea del compás que sigue. Eso también le da la característica especial al chamamé, que es mucho más difícil de explicarlo que de tocarlo. Porque cuando se toca, se toca naturalmente. Los músicos, sin saberlo, lo hacen. Entonces cuando yo se los explico ellos se dan cuenta que esta música no es chicharrón de vizcacha, es una música muy complicada que los clásicos no pueden tocar, motivo por el cual nunca pudieron chamamé, ni los tangueros tampoco, porque los acentos están desplazado. Y no es por falta de capacidad, sino por falta de conocimiento. En algún momento alguien dijo que no se podía escribir porque el chamamé está mal tocado. No, no se puede escribir porque no se sabe, porque una vez que lo saben escribir lo puede tocar cualquiera, porque se ponen los signos de acentuación donde corresponde y suena a chamamé, lo toque quien lo toque".

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