Dom 06.04.2008
rosario

CULTURA / ESPECTáCULOS › TEATRO. ALREDEDOR DE "TODOS LOS JUDIOS FUERA DE EUROPA"

La inminencia de la intolerancia

El texto de Giacometto es perturbador en ese sentido. La obra tuvo altibajos en su estreno en la sala de La Comedia.

› Por Julio cejas

Este fin de semana pudo verse en Rosario, la premiada obra "Todos los judíos fuera de Europa" del dramaturgo rosarino Leonel Giacometto con dirección y puesta en escena de Alejandro Ullua. La propuesta estrenada en Buenos Aires, en julio del año pasado logró el reconocimiento de la crítica y el público porteños, alcanzando tres de las seis nominaciones a los Premios ACE. Basta con leer los suculentos elogios de la mayoría de los críticos teatrales de Buenos Aires y las fundamentaciones de los premios obtenidos, para convencerse de que estaríamos en presencia de uno de los textos más acabados de Giacometto.

Pero para los que tuvimos la oportunidad de ver "Madagascar" (2006), podemos detectar en "Todos los judíos...", una ingeniosa reescritura de la obra dirigida en su momento por Pablo Fossa. El autor retoma aquella relación generada entre un Profesor de Geografía y su asistente judío, en los años de expansión del nazismo, relación ahora mediatizada por la presencia de Frau Olga, ama de llaves del profesor. La inclusión de este nuevo personaje que en "Madagascar" estaba sugerido por una voz en off que correspondía a la cocinera, es de vital importancia en esta reelaboración que hace el propio autor.

Frau Olga se constituye en el símbolo mismo del horror nazi, su presencia ronda lo siniestro ya que es una fina mixtura entre una mujer que representa la xenofobia y el fanatismo de su pueblo sazonados con el aire de vieja institutriz de las mansiones de los clásicos films de terror. Precisamente una de las escenas de gran condensación dramática la tiene como protagonista mientras Jan se despoja de su ropaje de prisionero judío ante los gritos de Frau Olga, que al mejor estilo SS lo fuerza a cambiar de ropas.

Es en ese episodio donde la puesta en escena pareciera asumir cierto riesgo y permitirle al espectador recrear la inevitable comparación con los cuerpos desnudos de los prisioneros que mostraban los documentales de los campos de exterminio de la Alemania nazi.

A juzgar por lo que vimos en la función del viernes en la Sala del Teatro Municipal La Comedia, no se puede evaluar lo mismo que viene registrando la mayoría de la prensa especializada del país, incluida la de Neuquén, ciudad en donde se presentó por última vez.

Un opaco comienzo con algunos problemas en la recepción de la voz de los actores que parecían insinuar los típicos inconvenientes de las obras ensayadas y estrenadas en salas mucho más pequeñas.

La monotonía de estos primeros 15 minutos comienza a ser quebrada por la solidez actoral de Salo Pasik que construye minuciosamente los laberintos internos de este Profesor contratado para una misión por un régimen que lo utilizará aprovechándose de sus conocimientos.

Cuando se establece en escena el vínculo ente Herr Pofesor y su ama de llaves Frau Olga, la estrategia de la dirección parece respirar y se producen momentos de intensa expectación.

La actriz Regina Lamm se apropia del espacio escénico y lucha entre algunos momentos que tensan sus registros casi al borde de la exasperación, hasta calibrar su personaje y transformarlo en un ser sombrío siempre dispuesto a las más terribles acciones.

De todas formas los ritmos y las pausas no siempre aseguraban una dinámica que propusiera al espectador una actividad más intensa, más allá de la historia perturbadora que emanaba del propio texto.

Entonces hace su aparición el anunciado asistente de Herr Profesor, este prisionero judío, preso en su propio país y conejillo de Indias en los planes del gobierno alemán para darle una "solución final" a la cuestión judía.

Jan, enfundado en el típico traje de presidiario con la estrella amarilla que identificaba a los judíos, irrumpe en el gabinete del Profesor que sin saberlo, tratará de darle un "toque científico" al exterminio.

Un personaje que Alejo Ortiz enriquece desde su manejo corporal y una máscara que irá dando cuenta de los diferentes momentos en que el texto de Giacometto lo pone a prueba. Un descenso a los últimos escalones de la barbarie humana se producirán en la piel de este asistente que intenta por todos los medios salvar su piel y la de su familia frente a lo que intuye será un final previsible.

"Todos los judíos fuera de Europa", trata de la intolerancia y eso va más allá de los marcos históricos en que está condensado el nudo argumental, eso golpea al espectador de todos los tiempos. Todavía resuenan en nuestro país, ecos de la intolerancia de algunos sobre otros, todavía se sigue discriminando al otro, al extraño, al opositor, pareciera imposible convivir con los que piensan distinto al resto de la sociedad.

Sería muy cómodo para el espectador de cualquier país refugiarse en una lectura histórica de esa obra y pensar que estos horrores son patrimonio del nazismo y de una buena parte del pueblo alemán de aquellos tiempos.

Si hay algo que perturba en este texto de Giacometto es la inminencia de la intolerancia en el seno de las relaciones humanas y eso no sólo lo padeció el pueblo judío.

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