Lun 05.05.2008
rosario

CULTURA / ESPECTáCULOS › "DOS DIAS EN PARIS", DIRIGIDA POR JULIE DELPY, UNA COMEDIA PRETENCIOSA.

La omnipresencia de una creadora

La actriz de Blanc escribe, dirige, actúa, musicaliza y edita un film que tiene reminiscencias de Woody Allen.

› Por Emilio A. Bellon

"Dos días en París". Alemania-Francia, 2007

Guión y dirección: Julie Delpy

Fotografía: Lubomir Bakchev

Intérpretes: Julie Delpy, Adam Goldberg, Daniel Bruhl, Marie Pillet, Albert Delpy, Aleksia Landeau.

Duración: 96 minutos.

Salas: Monumental, Del Siglo, Showcase, Village.

Calificación: 5 (cinco)

Fue la actriz de Blanc, uno de los films de la memorable trilogía de Krzysztof Kieslowski. Posteriormente la seguimos primero en Viena y luego en París en los films que transcurrían entre un amanecer y un anochecer, dirigidos por Richard Linklater, con diferencia de nueve años. Y ahora, en su intento de potenciar un concepto extremo de "cine de autor" no solo actúa, dirige, sino que además concentra en sus manos los oficios de guionista y montajista; como asimismo el de compositora de la banda sonora, o mejor dicho de uno de sus niveles, el de renglón musical.

Y es entonces que nos surgen preguntas. Una de ellas el porque ese intento de emular primero a Charles Chaplin y en el cine de hoy a Woody Allen. O bien, dicho de otra manera, porque desesperarse por concretar un proyecto en el que su nombre, su figura, se esfuerzan por ocuparlo todo. Sólo faltaría que su propia voz en off intentara eclipsar hasta la natural luminosidad de París.

No voy a negar, sería más que torpe, que Julie Delpy ha llegado a captar parcialmente la temperatura de la comedia de hoy, particularmente la que lleva la firma del director de Annie Hall, extraños amantes, film que se puede reconocer en éste a través de numerosos pasajes. Igualmente, en la construcción del personaje masculino, marcado por esa inconfundible hipocondría que circula por los films del creador de Hanna y sus hermanas. O bien por la presencia de sus auténticos padres, como Allen lo decidía en uno de sus films más lunáticos, Robó, huyó y lo pescaron. Pero Woody Allen ha creado un modo propio, un universo familiar. No es el caso, estimo, de Julie Delpy.

Film verborrágico, que pretende en igual medida ser desenfadado, Dos días en París pone en el centro de la escena la categoría "neurosis de nuestro tiempo". Y en este caso, es una pareja, fotógrafa ella, diseñador de ambientes, él, que vivirán sus puntos de crisis, de acercamiento y de reconciliación. París como escenario urbano, con sus siempre abiertos secretos, es sólo un pasadizo para que circule la voz de la protagonista, para que marque el transcurrir de esas horas, que por momentos pueden volverse muy fatigantes.

Ella, de nombre Marion, reside habitualmente en Nueva York. Y en esta oportunidad, al regresar de Venecia, hace un alto, con su compañero estadounidense, para visitar a los suyos, en esta ciudad que desde fines del siglo XIX se ha erigido como el centro cultural y artístico de Occidente. Ese puente que se tiende entre las orillas de Manhatan y la ciudad de los pintores al aire libre está bosquejado desde un guión que padece de obviedades y repeticiones.

Julie Delpy aspira, de la misma manera, a volver a poner en escena situaciones en clave de Nouvelle Vague, es decir de aquel cine de fines de los 50 y principios de los 60 que sí estaba definido por un concepto de "cine de autor", que ubica a la misma ciudad no ya como un mero escenario sino como personaje y que se atrevía a romper, con escasos recursos, el canon del cine industrial. Pero claro esta, aquí, pese a los intentos, creo que no podemos ni escuchar el eco de los personajes de Louis Malle, Francois Truffaut o bien Jean Luc Godard. Como sí lo logra transmitir el cortometraje Hotel Chevallier que abre el notable Viaje a Darjeeling, de Wes Anderson, recientemente estrenado.

Construido en base a una suma de tópicos, con una asimilación apresurada de ciertas "recetas del cine de hoy", el film de Julie Delpy si presenta, en cambio, algunos momentos que permiten dar un salto por encima de estas observaciones. Son sólo estaciones, como si fueran pequeños episodios, que nos llevan a recuperar algunos fugaces capítulos, breves, de París, je t'aime.

En declaraciones hechas a la prensa, Julie Delpy define a esta obra como "una comedia romántica", término que ya ha sufrido un desgaste y que nos lleva a pensar en la ultima década en títulos tales como Cuando Harry conoció a Sally, de Bob Reiner, Sintonía de Amor, de Nora Ephron y La boda de mi mejor amigo, de P. J. Hogan, entre otras. Y es en esta mixtura de estilo alleniano, toques de comedia brillante y perfume francés, que su film-obra se puede pensar como de desdibujada pretenciosidad.

Hay diálogos cáusticos y una promesa de desmitificación. Pero no. Intenta ser realista por lo descarnado de sus diálogos y severo con ciertos comportamientos. Considero que es un film de "ricas intenciones", que hubiese merecido otros puntos de vista en su realización. Otras voces, otras miradas.

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