Mar 13.12.2005
rosario

CULTURA / ESPECTáCULOS › "BARCELONA", UNA LEYENDA EN EL MUNDO DE LA PRENSA GRAFICA

Aunque en Rosario no se consigue

Calificada como la revista "Humor" de la era de la incorrección política, en el Macro se exponen contratapas de "Barcelona".

› Por Beatriz Vignoli

Quienes paseen este mes por el Museo de Arte Contemporáneo de Rosario tendrán la oportunidad, rara en nuestra ciudad, de conocer parte de las páginas más irreverentes de la revista porteña de humor político Barcelona: por lo menos verán algunas de sus contratapas, que se exponen, ampliadas, en el séptimo piso del museo con vista al río. La muestra, irónicamente titulada Contratapa's (A new Concept in Graphic Design) estuvo colgada el mes pasado en las Salas Nacionales de Exposición Palais de Glace de Buenos Aires, al cuidado de la curadora Marisa Baldesarre, y con un catálogo breve pero ricamente ilustrado, acompañado de souvenirs tales como estampitas de la "Virgen Travesti del Divino Bulto" con su oración correspondiente al dorso (¡y todo gratis!).

Barcelona, que con apenas un año y medio en los kioscos (no los de Rosario, lamentablemente) ya es una leyenda en el mundo de la prensa gráfica argentina, nos presenta el mundo mediado por los medios pero corrido de eje apenas un milímetro: medida suficiente para desnudar el absurdo, no sólo el de nuestra surrealista "realidad" nacional sino el del reality show en que ésta se convierte a través de la TV y los diarios.

Con un pie en la non-﷓fiction y otro en la pulp-﷓fiction, con un cinismo insobornable y un amargo humor negro que recuerda al de ciertas novelas de Kurt Vonnegut, Jr., su estilo editorial hace alarde de crueldad despiadada; pero esta máscara de crueldad es sólo una táctica para inducir la más sana compasión por una humanidad atrapada en el horror delirante creado por el poder. El diseño bajo el que se presenta esta visión del mundo es una copia exacta del de los diarios de gran tirada: las páginas tienen titulares, bajadas, fotos y epígrafes; las notas incluyen columnas firmadas con la foto y el e-﷓mail del columnista, hay espacios para publicidad y hasta el olor del papel es casi el mismo. Pero los textos producen primero en el lector la extrañeza de Alicia en el País de las Maravillas, esa sensación onírica de "ejem..., esto no era exactamente así". Recién después viene la sonrisa, o la carcajada. Y por último, la iluminación: la constatación de que mucho de lo que tomamos por normal, y hasta por reflexión política sensata, es pura locura aceptada socialmente. Para quien no conozca el particular humor satírico de la revista, leer una de sus contratapas es un acto de recepción bastante complejo. Ante el primer impacto, predomina la perplejidad: ¿esto es en serio? se pregunta uno ante una foto en blanco y negro de la ESMA, devenida en Museo de la Memoria, que lleva por epígrafe estas cifras: "30.000 desaparecidos. 1.000 disculpas". Y se lo pregunta también ante una foto borrosa y mal impresa, con los clisés de imprenta corridos, del ex dictador Jorge Rafael Videla acompañada de su número de teléfono (¡eso sí que es un dato!) en una tosca tipografía bold semejante a la de los números de teléfono que se pueden ver en los avisos clasificados de sexo pago. "Pero lo cambió, chicos, después de nuestra contratapa lo cambió", nos advertía Ingrid Beck la noche de la inauguración de la muestra, no fuera cosa que alguno manoteara su celular para verter insultos en el contestador automático del genocida. Esa noche, el primer sábado de diciembre, ella y Pablo Marchetti, amablemente interrogados por Reynaldo Sietecase, Horacio Ríos y quien escribe estas líneas, revelaron algunos secretos de cocina de su singularísima revista. El origen del nombre, por ejemplo: "Barcelona, en medio del desastre del 2001, era imaginada como la utopía de la ciudad perfecta, la tierra prometida donde nos recibirían con los brazos abiertos a los emigrantes argentinos", recuerda Marchetti.

¿Y dónde aprendieron ese estilo? ¿En Caras y Caretas, en la revista Humor, en la Satiricón? En la muestra campea un humor dadaísta: efectivamente la curadora, en el texto de catálogo, remonta "la risa destructiva" de la revista al "mejor espíritu" de las vanguardias de comienzos del siglo XX. No se dijo esa noche pero puede añadirse, llevando la máquina del tiempo todavía más atrás, que la idea de un arte "maldito" capaz de impactar en el ámbito de la opinión pública ya estaba en el poemario Las flores del mal de Charles Baudelaire. Y Sietecase arriesgó una hipótesis aún más osada: la inspiración de Barcelona estaría en los cartones informativos del canal de noticias Crónica TV. Alguien hasta recordó el Diario Popular. "No, no. Nuestro maestro es el Gran Diario Argentino", confesaron a dúo Beck y Marchetti. Casi estamos en condiciones de asegurar que había humo en sus ojos. ¿Lágrimas de emoción, o de risa? "Es increíble, nos sorprende todos los días. No podés publicar la noticia de que Lavagna se queda, en el mismo momento exacto en que el ministro está renunciando". "No podés, no podés", coreaban panelistas y público. Beck subrayó un detalle interesante: las notas de Barcelona son de creación colectiva. No hay notas firmadas. La idea es parodiar, burlarse de esa banal puesta en escena de la subjetividad periodística representada por la fotito, el nombre del periodista, hasta su e﷓mail, "y su opinión sobre el tema de la noticia, que casi siempre son cuatro boludeces".

De hecho, en las columnas "firmadas" de la revista (todas sugestivamente puestas bajo el título deliberadamente cursi de Mirada y acompañadas por la misma invariable fotito de un señor de traje, corbata, y rostro inexpresivo) se pueden hallar firmas falsas como ésta: Benito Gabriel Leroño ([email protected]) al pie de pseudo-﷓opiniones de esta catadura: "Y hay quien pueda pensar que El Bengalero también tenga su cuota de responsabilidad en la tragedia de Cromañón porque, en definitiva, fue él quien prendió la bengala. Nada más errado". En la también apócrifa bajada de la nota principal, convenientemente editorializada con todos los paréntesis del caso y junto a la foto pixelada de rigor, se presenta de este modo sensacionalista al anónimo (y por supuesto, ficticio) protagonista de la actualidad: "El Que Prendió La Bengala (así le gusta llamarse) rompe el silencio y responsabiliza por la tragedia 'a (Aníbal) Ibarra, a (Omar) Chabán, a (la banda) Callejeros y a todos sus (señores) cómplices'." Pero la lista negra no termina ahí; en la nota, las incendiarias y sesudas declaraciones de "EQPLB" sindican una serie de culpables más: "El que me vendió la bengala. También el fabricante de la bengala (...) Los que fabrican fósforos y encendedores. ¿O me van a decir que no sabían? ¡Vamos, no seamos ingenuos! Y ni hablar del kiosquero que me vendió el encendedor: él es un cómplice directo de este crimen horrendo." Luego, ante la pregunta, en neutras bastardillas: "¿No cree que el hecho de haber tirado la bengala lo hace a usted un poco responsable de la tragedia?". El personaje contraataca, indignado: "¡Ibarrista!". Luego parece reflexionar: "Lo mismo que insinúa usted es lo que decían los represores de la dictadura cuando se llevaban a alguien". Y por fin se autodefine: "Soy un chico de Cromañón, una víctima, un emergente social", dice.

En suma, lo que nos muestra Barcelona como en un espejo oscuro, y mediante una tragicómica reducción al absurdo, es que la idiotez más profunda se disimula mal detrás del falso pensamiento crítico del que hacen gala día a día los voceros de nuestro discurso público: los periodistas, sí, pero también los mandatarios, los funcionarios, los especialistas que opinan, y también los reales o supuestos protagonistas de la noticia, que hacen carne en su voz las palabras con que "los que saben" pretenden definirlos. Ante la pena y la vergüenza ajena que nos da tanto actor social disimulando su irresponsabilidad moral tras un manto de neblina discursiva que finge un intelecto en funcionamiento (y de todo lo cual la figura ficticia de "El Bengalero" presenta una síntesis satírica perfecta) es preferible reír que llorar, como dice la canción. ¿Hay vida inteligente en la Tierra? es la incómoda pregunta con que dejamos Barcelona en el revistero del baño luego de reírnos culposamente un rato. "Es la Humor de la era de la incorrección política", la define Pablo Schanton en uno de los textos del catálogo de la muestra. Y Alejandro Fabbri, en otro de los textos, remata: "Con el ingenio bien alto".

(La muestra estará abierta al público de 16 a 22 y podrá presenciarse hoy, el jueves y, como último día, el próximo viernes).

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