CULTURA / ESPECTáCULOS › LA NIEBLA, BASADA EN UNA NOVELA DE STEPHEN KING
› Por Leandro Arteaga
La niebla. EE.UU., 2007
Dirección: Frank Darabont.
Guión: Frank Darabont, a partir de la novela de Stephen King.
Intérpretes: Thomas Jane, Marcia Gay Harden, Laurie Holden.
Duración: 126 minutos.
Salas: Monumental, Showcase, Village.
7 (siete) puntos
¿Qué es lo que oculta la niebla? Tras el blanco espeso, seguro que algo anida. En el film que dirigiera John Carpenter en 1980, de título The Fog, la niebla era expresión de miedos colectivos, cortina de pesadillas que buscaban su exorcismo a través de historias, de mitos, relatados alrededor de un fuego.
Es oportuno recordar el título de Carpenter. Porque no es la única referencia. La película de Frank Darabont se nos presenta, de hecho, con la imagen de un afiche, entre otros, de El enigma de otro mundo, film de paranoia blanca y nívea que Carpenter dirigiera en 1982. Las citas, entonces, no son casuales. La alegoría que el terror y la ciencia ficción necesitan encuentra su enclave en estos guiños. Seres extraños, monstruos de noches sin sueño, venidos de un raro más allá, serán el móvil para el film y, claro, para nuestro disfrute.
La niebla, de modo abrupto, se extiende sobre el espectador desde el mismo inicio. La tormenta terrible destroza la pintura de El enigma de otro mundo. Para que luego los personajes queden encerrados en un supermercado. Cárcel de consumidores. Lugar donde el miedo se traduce en compras exageradas para el por las dudas. Mientras tanto, militares transitan la zona. Y los gritos de un vecino de barrio que vocifera que nadie salga de allí, que su sangre atestigua que hay algo tras el manto neblinoso. Algo mortal.
Estamos en presencia de un film basado en un relato de Stephen King. Cultor de miedos actuales y norteamericanos. La religión, así como en Carrie y tantas otras de sus novelas o cuentos, tiene peso demencial. La fe moviliza los miedos y consolida fanatismos. El supermercado será síntesis de una sociedad de estereotipos. Tan simples como simple es la mentalidad de sus protagonistas. Si algo hay tras la niebla, mejor será precaverse y, ya cegados, dar dádivas a la bestia.
En el medio de todo ello, un padre que promete a su hijo que no será entregado a los monstruos. Tentáculos que se recuerdan como rasgos de seres lovecraftianos. Insectos gigantes y arañas enormes. Fobias generalizadas. La prédica de la Palabra Salvadora. El candidato político que busca rédito. El sonido de una bala. Y el silencio blanco.
El film se disfruta desde los parámetros de la buena narración de género. Darabont es, por momentos, un gran story-teller, un contador de historias a la manera de Carpenter, George Romero o Richard Matheson. En su película coexiste la alegría y el espanto de un film de matinée, junto con la metáfora desesperanzada. Hubo quienes cuestionaron a La niebla por ser "ofensiva". De lo que no se dieron cuenta es que lo único que el film pretende es contar una historia. Lo demás corre por cuenta del que mira.
A no desatender el grito desgarrado de David (Thomas Jane) como línea de diálogo final. Luego de cumplir con una tarea demencialmente bíblica.
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