CULTURA / ESPECTáCULOS › PLáSTICA. UN VERDADERO HOMENAJE PARA UN ARTISTA TAN GRANDE COMO INOLVIDABLE.
En diversos estilos pero de pareja calidad, la muestra Los amigos de Cochet, en su casa taller de Funes, ofrece un panorama artístico del siglo en la región. Una visita para no perderse las pinceladas de los maestros locales.
› Por Beatriz Vignoli
"Yo tendría... unos veinte años. Una tarde llegó Julio Vanzo a la casa del Avi", recuerda Silvia Cochet, nieta del pintor Gustavo Cochet. "Esa tarde traía una tela con grandes manchas rojas, azules y amarillas. Entraron al taller, Vanzo se sentó en el sillón del Avi y como una rara y mágica escena, el Avi apareció sentado en el lugar de los retratados. Con ese mismo caballete, esos mismos óleos y esa paleta, ese día eran otras las manos que magistralmente se ponían a pintar. Yo había empezado a estudiar en la Escuela de Artes Visuales así que me instalé en el taller para no perderme nada. Vanzo, con una velocidad increíble que no me daba tiempo a ver cómo lo hacía, había ya transformado al mancha roja en la nariz (siempre colorada) del Avi y a partir de allí iba componiendo la cara, tapando con grises y dibujando con pincel los contornos de cara y cuerpo. No creo que tardara más de media hora, o en todo caso si tardó más, me pareció que el tiempo no había transcurrido y estaba ya la estampa esencial de ese retrato. Vanzo había captado la cansina picardía del rostro de Don Gustavo".
La evocación forma parte del catálogo de Los amigos de Cochet, la muestra de pinturas, grabados, esculturas, dibujos, fotos y cartas pertenecientes a la colección y al legado del artista, que se expone desde el 20 de abril en el Museo Gustavo Cochet (Avenida del Rosario, esquina Gustavo Cochet, Funes). El relato da cuenta de cómo, en la vida de este artista libertario, el arte estaba integrado tan hondamente a la vida que no circulaba como mercancía, sino a través de los lazos de la amistad. Fue así, siguiendo una lógica del don, que los amigos de Cochet nutrieron la colección que se conserva en su taller, hoy convertido por sus descendientes y vecinos en museo. De la misma forma, la generosidad de Don Gustavo depositaba tesoros en las manos de sus amigos. "Aquí en mi casa en el comedor tenemos tu naturaleza muerta: una frutera, una tajada de sandía, hermoso cuadro. Mañana, tarde y noche lo miro y te recuerdo", le escribía Antonio Berni desde Buenos Aires el 15 de agosto de 1971. Además de las reveladoras cartas, pueden verse fotos del homenaje que les hiciera por aquella época el entonces intendente Benetti Aprosio a Gustavo Cochet y al escultor Erminio Blotta, amigo suyo de todo la vida y con quien emprendió en 1913, en forma independiente, la organización del primer salón de arte de Rosario. De Blotta hay dos hermosos bajorrelieves, uno de ellos un retrato escultórico, en el taller de Cochet, donde también se luce en perfecto estado de conservación un manuscrito ológrafo de Joaquín Torres García. Allí, en esa especie de libro artesanal, el maestro uruguayo desarrolla a través de textos y dibujos su teoría del Universalismo Constructivo. Por su parte Eugenio Fornells le legó un elocuente retrato realista, mientras que del gran pintor y grabador italiano que hizo escuela en Santa Fe, Sergio Sergi, se conservan magníficas xilografías. Hay dos piezas pequeñas que llevan las firmas nada menos que de Petorutti y de Soldi, hay obra gráfica de Pompeyo Audivert y de Minturn Zerva, y con todo esto sería más que suficiente, pero la lista no se agota en sus contemporáneos. "Cochet acostumbraba a comprar la obra de jóvenes discípulos, alentándolos a la producción y trabajo serio, tal es el caso de las obras presentes de Serón, Gualino, Ortiz, Celman, Bruniard", escribe la curadora María Eugenia Prece, quien junto con la nieta de Cochet reunió también obras de sus amigos Boglione, Pedrotti, Gambartes, García Carreras, Uriarte, Grela, Elizalde, Ghiglione (hoy autor del proyecto arquitectónico del Museo Gustavo Cochet), Zapata Gollán, Rebuffo y Rottemberg, entre otros. En suma, se trata de una valiosísima colección que abarca casi todo el siglo veinte en el arte de la región, reuniendo una abrumadora diversidad de generaciones y estilos.
"En esta exposición reunimos los testimonios de estos lazos de amistad plasmados en obras de gran valor artístico y afectivo", sostiene Prece. Durante la Guerra civil Española, cuenta la curadora a Rosario/12, "Cochet participó activamente en el sindicato de artistas independientes de la Confederación Nacional de Trabajadores de la Federación Anarquista Ibérica y fue desde allí que postuló su militancia en el sostenimiento de una retaguardia cultural revolucionaria. Influidos por las transformaciones de la Escuela Moderna ensayadas por Ferrer i Guardia en Barcelona (maestro de Fernando, hijo de Cochet) que tuvieron su impronta local en la escuela de las hermanas Olga y Leticia Cossetini, la postura de los artistas fue la de absoluto compromiso por la culturización del pueblo en el libre pensamiento y el rescate del oficio de los artistas. Decía Cochet en sus alocuciones radiales y notas de prensa que no se logra nada con que los obreros sepan leer o dibujar si no sienten la necesidad de leer libros o de comprar pinturas con los que satisfacer una necesidad espiritual. Todo esto, en el marco de nuestra actualidad argentina tironeada por pretendidas dicotomías que solo logran enfrentarnos enmascarando la realidad, resultó de reveladora actualidad".
Prece hace además un balance positivo de las tres charlas, a cargo de ella misma, de esta cronista y de Sabina Florio, quien "planteó una lectura fundamental e innovadora en la manera de historiar el arte y es eludiendo la vanguardia, buscando aquello que quedó de algún modo al margen de la historia oficial que postulan las instituciones reconocidas del mundo de la cultura. Por otro lado la exposición logró atraer el interés oficial y recibió la visita de la vicegobernadora. De esta visita resultó un subsidio para el museo por parte de la provincia", relata Prece, señalando además que el dinero será utilizado para la construcción de talleres en la planta alta del museo, que es privado y es obra de la comunidad de amigos, vecinos y familiares del artista. Se continuará así con la labor educativa y social de un artista inolvidable.
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