CULTURA / ESPECTáCULOS › CEGUERA, DE FERNANDO MEIRELLES, ESTá BASADA EN UN LIBRO DE JOSé SARAMAGO.
La película del director de Ciudad de dios no escapó a los mandatos de los grandes estudios, pero tiene méritos, sobre todo en el tratamiento de las conductas humanas ante situaciones límites. Pero la segunda parte se torna caricaturesca.
› Por Emilio A. Bellon
Blindness - Canadá-BrasilJapón, 2008
Dirección: Fernando Meirelles
Guión: Don McKellar
Fotografía: Cesar Charlone
Música: Marco Antonio Guimaraes
Intérpretes: Julianne Moore, Mark Ruffalo, Danny Glover, Gael García Bernal, Alice Braga, Yusuke Iseya.
Duración: 120 minutos.
Salas: Monumental, Showcase y Village.
7 (siete) puntos
A pesar de que José Saramago ha declarado públicamente -y esto provocó grandes debates- que en el vínculo entre el cine y la literatura se puede comprobar "que el cine destruye la imaginación", no obstante, tras varias solicitudes y un más que considerable tiempo de espera, el director de Ciudad de Dios, Fernando Meirelles, logró finalmente obtener los derechos y rodar para la Fox este film que abrió oficialmente la ultima entrega del Festival de Cannes. En función privada, el Premio Nobel de Literatura pudo ver el film y a la salida de la proyección le reconoció a su realizador grandes méritos.
No voy a abrir ahora una tribuna de discusión sobre la transposición de textos literarios al cine. Por lo pronto, me niego a pensarlos desde lo comparativo. Trato, en tal caso, de ubicarlos como expresiones artísticas que parten de particulares propuestas estéticas. A no ser que, deliberadamente, algún director elija su pasaje en términos de "fidelidad". Y asimismo, presentan códigos diferentes. Lo que si señalo, en cambio que estamos frente a una coproducción entre Brasil, Canadá, Japón y Estados Unidos y que el film lleva la marca de los grandes estudios. Lo que no ha podido discutir Meirelles, creo, es ese mandato que tiene la Fox respecto de films de este tipo, en los que la estetización de la violencia y los golpes del cine catástrofe se adueñan de la escena.
Sin embargo, considero que Ceguera ofrece algunos planteos y modos de resolución que merecen destacarse, a partir de una expandida ola de terror que se adueña de una población indeterminada, de una ciudad cosmopolita, ante el estallido de una epidemia que afecta, como el título lo acreedita, la capacidad de la visión. Por eso, se puede afirmar que su enceguecedora luz blanca que flota en la imagen forma parte de la subjetivización de las miradas y de ese territorio que puede ser por igual un gueto, un campo de concentración, un hospital de marginados y excluidos, "los sin techo" que están a la espera de la muerte. Igualmente están presentes en el film los riesgosos actos de conductas y decisiones que pueden adueñarse en una situación límite y ante la necesidad de sobrevivir. Como mostraron contados films ambientados en los días de la Guerra y de la Ocupación.
Si reconozco momentos muy logrados en la primera parte, en el cual se empieza a manifestar el mal que bien puede leerse alegóricamente que empujará a la desesperación y a una progresiva sordidez, en cambio, desde el momento en el que el grupo liderado por Gael García Bernal irrumpe en escena, el relato se vuelve burdo y caricaturesco, con efectistas golpes de atención. Metáfora del mundo de hoy, alienado e indiferente, dominado por intereses que pueden llevar a desprecio y la humillación, el espaciocuartel, controlado por vigías insomnes, nos trae a la memoria tantas historias de las llamadas del tiempo del futuro. Y en este sentido, la realidad que se representa en Ceguera nos lleva a las grandes urbes industriales y la alarmante brecha que hoy se manifiesta entre las diferentes clases sociales. Sin olvidar, claro está, a los inmigrantes que se lanzan en busca de un lugar y que son, diariamente, rechazados y deportados.
Dolorosa hasta alcanzar lo insoportable, Ceguera es una narración que apela de manera directa a situaciones de conciencia. Y esto se registra particularmente en algunos momentos, los que por ciertos condicionamientos de la industria no llegan a sostenerse. Su tono apocalíptico describe un mundo de desechos en el cual la vida humana no cuenta y sólo es un pasajero instrumento. Y si un gran mérito debemos tener presente es que su director no recurrió a las fuerzas del orden de seguridad o a elucubraciones místicas y religiosas para que sus personajes puedan salvarse, tal como sucedía en la ultima versión de Soy leyenda, de Francis Lawrence.
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