CULTURA / ESPECTáCULOS › REMERAS, DEL RAFAELINO FRANCISCO MARZIONI
› Por Beatriz Vignoli
El poeta no parece un poeta; se parece más bien a Jack Black. Subido al escenario, recita con algo así como una bronca tierna: "El tipo tiene la remera de Oktubre/ y una hija de tres años que se llama Luzbel/ es un delivery de día en una gestoría/ es un delivery de pizza de noche". Luego sigue más en vena rapera: "Se compra un Luis Majul/ se va a bañar con Lux/ y a veces juega al pool/ el fan de los Redondos se pregunta/ adónde se fue, adónde fue su amor".
El poeta acentúa juguetonamente la rima asonante políglota (apellido quizás árabe, marca de jabón en latín, billar inglés) y la hace consonante en una lingua franca babélica global muy bonaerense o rosarina. Dura más o menos lo que una canción pop el desencantado poema épico realista del fan ricotero, que terminó manejando "una combi llena de pendejos que no sabe bien cómo se llaman" (a eso se refiere el dibujo de tapa de Mariano Trod). Cuando termina, el autor exclama: "¡Esto es el Eje del Mal! ¡Remeras!". El público, sentado en el borde de una pileta de cemento bajo un cielo que llovizna y afloja, aplaude. Podría ser un público rockero, por el aguante. Podría ser la mansión decadente de alguna estrella grunge pero no, es una quinta en Rafaela y hay cerveza gratis. Remeras es el primer libro de Francisco Marzioni, joven narrador, poeta y periodista rafaelino que escribe en las páginas de política del diario Castellanos y ha colaborado ocasionalmente en Rosario/12. En su blog usa su apodo: éste sigue siendo El Blog de Gogui (http://blogdegogui.com.ar). "El Eje del Mal" es un dúo de poesía que formó con Alejandro Menardi (originalmente era un trío, con Jonatan Lipner, alias Johny Lima); grabaron un CD y dan recitales en el festival rafaelino de poesía, el Festipoet.
Remeras fue editado en Rosario a fines del año pasado por el flamante sello independiente Espiral Calipso, nacido de las voluntades de Rocío Muñoz Vergara (escritora sevillana radicada en Rosario) y Maia Morosano. En sus 54 páginas campea el humor urgente de Marzioni, de donde brota poesía como una epifanía inesperada de la prosa: "No me interesa.../ ni estudiar diseño/ ni tomar drogas de diseño/ ... / ni consumir diseño/ ni consumar un sueño/ ni bailar, ni quedarme quieto/ por un sueño// A veces tengo sueño/ y me voy a dormir temprano.// Esas noches siempre sueño/ con cosas que no tienen nada que ver". Además de su rima hip hop, además de su fidelidad al ideal coloquialista de "escribir como se habla", la poesía de Marzioni se diferencia de otras propuestas contemporáneas no sólo por su musicalidad, sino por su mirada crítica y a la vez apasionada sobre el mundo. Sus poemas de largo aliento se montan sobre el sentido común mediático para desmontarlo: cuando interrogan la actualidad o la historia reciente, su pregunta es por el sentido y el destino de la comunidad humana. Su estética trash no es un mero decorado para la propaganda política, el spleen narcisista o la celebración de lo banal, sino que cada marca registrada que Marzioni tira al pasar puede leerse como un nombre propio, o viceversa. Como sugiere en su lúcido prólogo Luciano Lamberti, el rock ha muerto y sólo quedan sus mitos (o sus parodias). Pero esta poesía fresca y vigorosa hace renacer su singular energía, tan demoledora como festiva.
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