CULTURA / ESPECTáCULOS › CUATRO VIDAS Y UN DESTINO, TEDIOSA Y TRILLADA
› Por Emilio A. Bellon
Cuatro vidas y un destino. (The Air I Breathe), EEUU., 2007
Dirección: Jieho Lee
Guión: Jieho Lee y Bob DeRosa
Fotografía: Walt Lloyd
Intérpretes: Forrest Whitaker, Kevin Bacon, Sarah Michelle Gellar, Andy García, July Delpy, Emile Hirsch.
Duración: 95 minutos.
Cines Del Siglo y Showcase.
Calificación: 3 (tres)
Es evidente que ciertos films que han logrado un gran éxito de taquilla, tales como Vidas cruzadas y Babel, como asimismo 21 gramos, instalaron una modalidad de cine que hoy ya ha abierto otro capítulo, el de relato coral, el que presenta varias historias que por hechos del azar o destino encuentran un punto de unión. En los últimos años esta modalidad se viene instrumentando como otra posibilidad: la de permitir que el cartel actoral esté integrado por figuras que ya gozan de un amplio consenso en una extensa franja de público.
Uno de los films que abre este modo de contar a principios de los 90 es Ciudad de Angeles, que estimo como pieza antológica del recordado Robert Altman. En aquella película, a partir de nueve historias y una poesía de Raymond Carver, el realizador convocó a un elenco que goza de estatura profesional. La situación de cruce que planteaba de ninguna manera se apoyaba en recursos convencionales y en procedimientos efectistas. En este sentido, sin llegar a comparar, podemos pensar en otro film que se puede ver esta semana, de estructura similar, París, de Cedric Klapisch.
En su ópera prima, Jieho Lee, nacido en Nueva York, de familia oriental, echa mano de cuanto recurso facilista y fosilizado encontramos en el cine industrial de hoy. Pero lo hace con un acto de extrema pedantería, apelando ya desde el inicio del film a epígrafes que condensan lecciones de vida. Instantes después, una voz en off acompañará el inicio de cada historia que lleva, como si fuera una alegoría de nuestro tiempo, un nombre conceptual. Así, Cuatro vidas y un destino está supuestamente organizada en base a cuatro vocablos que intentan proyectarse a una visión universal, tales como "Felicidad", "Placer", "Pena" y "Amor". En formato de manual, y mediante un montaje desquiciado por lo acelerado, el film de Jieho Lee es un empaste de videoclips.
Obvia hasta el hartazgo, con ciertas inflexiones hacia torpes metáforas -que no llegan a serlo jamás-, Cuatro vidas... nos ofrece un catálogo de personajes estereotipados, tales como los que componen, entre otros, Brendan Fraser, uno de los más inexpresivos guardaespaldas de la historia del cine, y Andy García caricatura de un jefe mafioso, en tanto el relato intenta torpemente internarse en las aguas viscosas del "cine negro".
Film que aturde, que echa mano de cierto tono que trata burdamente de acercarse al melodrama, Cuatro vidas... es una mezcla -y aquí sí estimo que el término define- de varios estilos que se van perdiendo conforme a un procedimiento de repetición y de la suma alarmante de lugares comunes. El toque pretendidamente humanitario pasa, como tantas otras veces, por plantear a personajes en ciertas situaciones límites; pero realmente el que necesita ser rescatado es el propio espectador. Así lo creo. Y si el título original, traducido podría llegar a ser "El aire que respiro", ese deseo sólo se hace posible al terminar el film.
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