Creador versátil y notable intérprete, Juan Falú suma como virtud una natural predisposición a la improvisación. Agigantada por el carácter solitario de su presentación, esa libertad marcará buena parte del concierto que esta noche, a las 21.30, el guitarrista brindará en la Sala Lavardén (Sarmiento y Mendoza). Porque Falú disfruta de la espontaneidad. "Sobre todo si me sale bien", aclara entre risas en su diálogo con Rosario/12. "Siempre es un riesgo, y lo disfruto --completa--. Además, a veces me siento con una libertad que me gusta y al mismo tiempo me descoloca. Me siento con tantas posibilidades de músicas para tocar, para recordar en el momento, músicas que no toqué nunca y tengo ganas de tocar. Es tanto el abanico de posibilidades que uno a veces termina bloqueándose y no sabe qué tocar. Son instantes que ocurren en el recital. Anoche por ejemplo toqué una vidala que nunca hago en público, `Imposible`, un temazo, y se me dio en el momento. Me pareció que era un momento apropiado, así que siempre puede ocurrir éso".

Falú transitará entonces por algunas obras referenciales dentro de sus actuaciones en vivo, pero incorporará también piezas poco abordadas frente al público: "Hacía tiempo que no iba solo a un teatro, y sinceramente me gusta mucho tocar en Rosario. Voy con un repertorio que mezcla obras mías con otras que son generalmente clásicos de folklore. Incorporo además algunas composiciones recientes y por ahí refloto algunas que no suelo tocar".

-¿Cuáles son los disparadores que lo llevan a abordar esas canciones que, obviamente, deben sonar de manera muy distinta a como sonaban veinte atrás?

-Por ahí ése es el disparador, que uno puede hacerlas sonar diferentes. En otros casos uno a veces renuncia a tocar algunos temas. Creo que es una tontería, pero a veces hay temas que uno valora como compositor pero supone que no son los mejores para un escenario. Como composiciones uno las valora muchísimo, pero por ahí a la hora de estar en el escenario en contacto con el público hecha mano de otros temas. Eso no me parece bien. Yo mismo reviso esos criterios. Entonces, para darte una idea, hay una chacarera mía, "Tenebrosa", que siempre quise mucho, pero la he tocado poquísimas veces. O tengo composiciones con letras de Pepe Núñez que por ahí las muestro en reuniones y no en los recitales.

-En ese sentido el contexto que brinda un teatro favorece a la posibilidad de presentar canciones que no han sido tan escuchadas. La tensión y atención del público es distinta.

-Exactamente, es una situación ideal para transitar esos repertorios. Aunque a veces uno se sorprende con los espacios donde toca. El otro día por ejemplo toqué en una peña de chicos jóvenes en Buenos Aires, esas peñas que están más dedicadas a bailar danzas folklóricas con mucha euforia. Yo tenía que tocar y estaba sintiéndome como un extraño al lugar. Y resulta que a la hora de tocar se produjo un silencio increíble, la gente dejó de bailar para escuchar la guitarra. Ahí podría haber tocado cualquier tema. Hay que confiar en esa comunicación, y también confiar en que hay músicas muy buenas que no tienen que ser conocidas para tocarse.

-¿En cuánto colaboró la cátedra de Folklore y Tango del Conservatorio Manuel De Falla para que se produzca este acercamiento de los jóvenes?

-Nuestra experiencia es cuantitativamente pequeña, porque es una carrera que tiene un total de 130 alumnos. Yo más bien creo que la carrera es un poco consecuencia de esta búsqueda que se manifiesta en las peñas.