CULTURA / ESPECTáCULOS › MUSICA. PICHI DE BENEDICTIS PRESENTA TRES DISCOS EN EL PARQUE DE ESPAñA
Desdoblado en tres músicos con sus historias a cuestas, De Benedictis encontró la forma de canalizar corrientes compositivas que le son propias y ajenas al mismo tiempo. El resultado: "Fuera de Foco", un tríptico musical.
› Por Edgardo Pérez Castillo
De no haber sido por la ocurrencia pessoana, un tercio de las obras que conforman Fuera de foco hubieran quedado en el olvido. Es que, cual émulo del poeta portugués, Pichi De Benedictis asumió dos nuevas personalidades para darle un mejor marco a las distintas corrientes que atraviesan su condición de compositor. Amparados por el set de once canciones que conforman Agua el que lleva la firma De Benedictis, el que mejor representa el preconcepto que el escucha puede tener de Pichi, Estudios sobre la armonía y su relación con los cuerpos ingrávidos y Piezas para circos y glorietas vieron la luz para completar un tríptico que esta noche a las 21.30 tendrá su presentación en el Centro Cultural Parque de España.
Y allí estará De Benedictis interpretando las canciones de Agua, y transformándose además en el intelectual y complejo Leonardo Marini que con sus "Estudios..." rinde un tributo al controvertido Hans Joachim Koellreutter, pero también en ese Sanseverino Orsini creador de melodías entre cultas e infantiles. A ellos se sumarán muchos de los artistas que participaron de los discos en su condición de intérpretes, arregladores, bailarines y fotógrafos. Es que, según reconoce De Benedictis a Rosario/12, Fuera de foco es también el paradigma de la producción artística en una ciudad que ofrece una red de solidaridad tejida por los propios creadores.
En ese sentido, son muchas las firmas que se acumulan en este tríptico. Desde la poesía de Raúl González Tuñón hasta las reversiones impulsadas por Claudio Bolzani, Leo Masliah o Iván Tarabelli. Desde las interpretaciones de Carlos Pagura o Mariano Braun hasta las colaboraciones de Adrián Abonizio y Reynaldo Sietecase. De las palabras escritas por Damián Schwarztein, Pablo Makovsky y Rafael Ielpi en el libro que acompaña al Cd.
"Hablan de mí porque yo necesitaba que hablaran de los otros aclara de inmediato De Benedictis. Y es siempre mezclando realidad con ficción. Porque Marini es músico de teatro, y yo tengo casi 40 de obras compuestas para teatro. Marini es el tipo que se fue a vivir a una casa a Villa Giardino, que es un lugar al que yo siempre quise ir a vivir. Y Orsini es la parte mía que anduvo por los pueblos dando clases y armando escuelas de música. El se fue a un pueblito, Las Petacas, que tiene 600 habitantes, y cuando llueve no se puede entrar ni salir del pueblo por tres días. Además, nunca entró un grupo a tocar música. Orsini compone para estos tipos, cuatro instrumentistas muy precarios que si no tienen quién les componga no tienen qué tocar. Para ellos es una alegría que él viva ahí, y a su vez a fin de mes ellos tocan en la plaza para este pueblo que no tiene qué escuchar. Es ese círculo pequeño, desprovisto del mercado, de la superficialidad con la que los músicos vivimos. Es la esencia de la música".
"Orsini es un romántico, y en el fondo yo soy un romántico. Las canciones de Agua son todas canciones de amor. Y Marini es muy intelectual pero es súper sensible. Yo tomé un curso con Koellreutter en Bolivia. El es el fundador del dodecafonismo brasilero, un monstruo. En el curso dijo que lo más interesante para desarrollar en la música es la monotonía, yo pensé que estaba mal por la altura. Pero a los dos días una comunidad campesina empezó con un rito. Era un embole, pero después de un rato empecé a escuchar un instrumento que no había escuchado. Ahí entendí lo que decía el tipo", explica el actual director del Centro de Expresiones Contemporáneas.
Y agrega: "Hay toda una capa superficial de la música que generalmente no la trascendés. Cuando me dí cuenta que había superado la primera capa entendí que, en mi desinterés por la superficie, a partir de la monotonía, me daba oportunidad de ingresar a lo que estaba atrás. Así, en el año 88, empecé a hacer unos ejercicios de secuencias que son estos estudios y que son música para escena. Me fui dando cuenta entonces de algunas cosas. Marini pregona esto de que el compositor y la música son invisibles. Lo importante es el conjunto. Entonces empecé a entender que tenía que desproveer la música de su protagonista, desproveerla de la melodía, tenía que disminuir la armonía, que es el ego del compositor. Marini es un intelectual, y si vos escuchás su música parece que no tiene nada. Bueno, pasé 25 años buscando esa nada y no lo conseguí en todos los temas".
La fábula, en tanto, no hubiera sido posible sin Agua el disco que reúne las obras más dibenedictianas de todo el tríptico. Sin embargo, el creador decidió despojarse del ego y prestó sus canciones a la mirada de terceros que dejaron su huella en cada tema. "Cuando empecé a pensar en Agua tenía un grupo de canciones. Y también pasaron algunas cosas, como cuando escuché un disco de David Byrne donde canta algunas cosas líricas. El es el símbolo del cool music de Nueva York, de lo experimental, pero se permite cantar ópera. Y yo tenía canciones que a lo mejor no me permitía tocar nunca porque no son del género que se supone que tengo que hacer. Tenía, por ejemplo, `Momento gris`, una canción lírica que sabía que a Charly Pagura le encantaba. Es una canción del 77, se la pasé a Charly y la hacemos con cuerdas, lírica, romántica. Después le ofrecí a Claudio Bolzani que arreglara `Nocturno` un tema de González Tuñón también del 77, que quedó como un tema actual. Después tenía temas grabados en los últimos años, otro que hice con Reynaldo Sietecase que se lo dí a Iván Tarabelli. Ese tema era una perla, tenía la versión perfecta para hacer, pero el Gringo hizo una versión genial. Yo quería que fuera un disco de compositor, pero cada cual dio su versión", detalla el músico.
Fuera de foco es un disco extraño para el mercado, una obra que tiene mucho de fábula y de arte, y allí están las fotografías de Norberto Puzzolo para reforzar el concepto. Un proyecto que, ante todo, le permitió a De Benedictis contar su propio cuento: "Con este disco no tuve ganas de producir nada distinto, nada de ruptura, sino que tuve el ánimo de consumir mi tiempo en algo que me atrapó. No tengo que venderle nada a nadie, no pertenezco a ningún mercado. Me dí el gusto de hacerlo con los tipos que quería, con canciones de distintas épocas y géneros, arregladas por distintas personas. Lo que quedó es un producto digno, con una idea que completa todo. Este para mí es el disco de un artista que está generando una historia".
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