Basada en el best--seller homónimo, Memorias de una geisha, se sumerge en el suntuoso mundo de estos exóticos personajes orientales para contar la historia de una hermosa joven china que, separada de su familia durante la guerra, debe trabajar como sirvienta en una famosa Casa de Té. Allí aprenderá este antiguo oficio.

Con alrededor de cuatro millones de ejemplares vendidos sólo en lengua inglesa --ya fue traducida a 32 idiomas-- y ocupar el primer puesto en el ranking del New York Times por años, la novela del norteamericano Arthur Golden relata en tono de épica romántica las alternativas que vive Chiyo, una niña que durante la Segunda Guerra Mundial pierde a su familia.

En el ocaso de este universo hedonista, el film sigue de cerca los obstáculos que deberá enfrentar la chica. Sola y desesperada, Chiyo encuentra cobijo en un hanamachi, o barrio de geishas. Empleada para hacer la limpieza, a Chiyo se le comenzará a revelar un mundo secreto y alucinante. Prohijada por una legendaria geisha, Mameha (Michelle Leoh), Chiyo irá descubriendo a Saruyi, la geisha. Durante este largo y doloroso proceso, Chiyo descubrirá también que estas mujeres no se sienten esposas ni prostitutas, sino artistas, y su público son hombres poderosos. Del mismo modo pronto aprenderá que a cambio de una vida tranquila, alejada de los problemas de la cotidianeidad las geishas deben pagar un precio muy caro: a ellas no les está permitido enamorarse. Por eso, cuando alguien tenga un gesto amable, a Saruyi se le complicarán las cosas.

A partir de este relato, Rob Marshall, director nominado al Oscar por Chicago --acompañado por el productor Douglas Wick, también ganador de un Oscar por Gladiador-- se encarga de construir una historia que atraviesa varias décadas. Para esto, los realizadores necesitaban una actriz que además de poder representar a una adolescente y a una mujer al borde de los `40, supiera hablar inglés fluidamente. Así, después de un exhaustivo casting, Marshall encontró a Zhang Ziyi, nominada al Oscar como mejor actriz de reparto por El tigre y el dragón. Ziyi compone a la joven y desaliñada Chiyo para luego experimentar --en cámara-- una lenta metamorfosis que la convierte en la legendaria Saruyi.