Encuadrados en la línea de relatos incluidos en su reciente Almacén Las Colonias, los textos que conforman Las calandrias de Juanele tienen un doble objetivo. Por un lado, el público general podrá profundizar en esas historias que el propio Jorge Isaías, su autor, califica como "una especie de prosas, relatos, que tienen que ver mucho con la poesía, donde me interesa resaltar algo festivo y memorioso". Por el otro, el libro incluye orientaciones y actividades destinadas al trabajo en el aula, tanto en escuelas secundarias como en institutos terciarios y talleres literarios. En ese marco, esta tarde, a las 18, en Ross Centro Cultural se desarrollará un taller para docentes y alumnos, lo que dará paso a la presentación pública que, desde las 20, se realizará con entrada libre y gratuita en el espacio de Córdoba 1345.

"Este libro surge porque en el Instituto Superior del Profesorado 16º `Bernardo Houssay` trabajo con la profesora Ana Bugiolacchio, que hace mucho está estudiando algunas cosas que yo hago --explica Isaías--. Hace unos 15 años con un grupo de profesoras publicaron un libro con textos míos, de Riestra, Conti, de Galeano, y giraba alrededor de la memoria. Después me volví a encontrar con ella en el Instituto y a principio del año pasado me dijo que se le había ocurrido hacer un libro con textos míos, y relacionado con las nuevas teorías de enseñanza sobre literatura. Ella pensó que se podían aplicar al tema de la pertenencia, de la memoria".

Durante un año el autor entregó sus textos (publicados oportunamente en las contratapas de Rosario/12), y la docente los organizó temáticamente. Como ocurre con Almacén Las Colonias, en Las calandrias de Juanele Isaías recupera situaciones, personajes, historias cotidianas que transcurren esencialmente en Los Quirquinchos, protagonista esencial de esta nueva obra. Sin embargo, el autor distingue: "No es una autobiografía. Espero que no se entienda así, como una cosa autorreferencial. Me parece que va más allá, es una cosa que funciona a través de algunas frases, cosas que escuché cuando tenía cuatro o cinco años y me quedaron dando vueltas. A partir de ahí armo una especie de anécdota, una pequeña historia. Saer decía que lo real-real no existe, sino que es una ficción armada con esos pequeños retazos de memoria. Por alguna razón que la literatura tiene, uno lo va surciendo y arma algo. Me gusta mucho la literatura de Conde, de Tizón, porque son autores que buscan esa cosa minúscula, aquella cosa que ya no existe y da cuenta de esa fugacidad. Desde los treinta años que estoy buscando esta línea".

Cuando se remonta al pasado, lo que Isaías reconstruye es un pasado difícil de emparentar con los hechos cotidianos. "La tecnología llega a todas partes, y hoy casi no se encuentran pibes para jugar al fútbol porque están todos con internet, con los jueguitos. Para nosotros el fútbol era algo central, era todo", apunta el escritor, que evita caer en una idealización de la infancia: "No está idealizada porque me parece que éso es falso. Benedetti decía que lo peor que podía hacer un tipo era idealizar la infancia".