CULTURA / ESPECTáCULOS › UN CLASICO CON FORMATO LIGERO PARA EL PUBLICO INFANTIL
De Terry Gilliam podía esperarse otra cosa
que sucumbir ante el recurso de los efectos
especiales, fiel al moderno cine industrial.
› Por Emilio Bellon
LOS HERMANOS GRIMM 5 puntos
(The brothers Grimm) EE.UU. 2005.
Dirección: Terry Gilliam.
Intérpretes: Matt Damon, Heath Ledger, Monica Belluci, Peter Stormare, Jonathan Pryce, Lean Heady.
Duración: 118 minutos.
Salas: Del Siglo, Village y Show Case.
Si bien el proyecto original estuvo en manos de la Metro Goldwyn Mayer (tal como aquel film del `62 que se propuso retratar vida y sueños de los célebres hermanos) finalmente, por cuestiones de producción, el mismo pasó a la mayor Miramax. Rodada en Praga -al igual que el un tanto ignorado film de Polanski Oliver Twist-, con un presupuesto que superaba todas las cifras previstas, el hoy tan esperado film de Terry William no deja de cumplir, calibradamente, con las reglas del mercado.
Y es que cuando escuchamos el nombre de Terry William lo que nos puede subir a la cabeza es la efervescencia de su fantasía y de su humor, su mirada crítica a todas las convenciones, su manera de transgredir los convencionalismos a través de viajes imaginativos, cambios de identidad, situaciones lunáticas. Algo que no está presente en esta superespectacular realización que, según su director, sorprenderá a sus seguidores cuando se conozca la edición en DVD y que incluye situaciones insólitas y extrañas curiosidades. Pero mientras tanto, y frente a la pantalla grande, el film del creador de Los aventureros del tiempo y Brazil (la segunda tan antológica como La naranja mecánica de Stanley Kubrick) es una sucesión de situaciones que se sostienen por los efectos especiales, que circulan desde un tono grandilocuente que no permite disfrutar de la magia de los relatos narrados por una voz, antes de dormir.
Sobre la base de elementos de las biografías de Jacob y Wilheim Grimm, el guionista de Scream 3 y La llave maestra diseña una historia que incluye todos los lugares requeridos por el cine industrial de hoy; olvidando la riqueza de la labor de aquellos, en aquellos años del siglo XIX; cuando tras haber cursado sus estudios universitarios deciden recorrer su país para escuchar y transcribir los relatos populares, que actualmente, con su inventiva nos siguen sorprendiendo. En este sentido, y con menos despliegue, el film de principios de los `60, codirigido por Henri Levin y el mago de los grandes trucajes, George Pal (La máquina del tiempo, todo un cult movie), El maravilloso mundo de los hermanos Grimm recuperaba el tono de los cuentos narrados, los silencios y los toques de suspenso. En esta versión, los actores Laurence Harvey y Karl Bolm componían a los que hoy interpretan el nominado Heath Leadger y Matt Damon.
Con un ritmo vertiginoso, que derriba todo obstáculo, la puesta en escena permite visualizar escenas muy a lo Tim Burton, con sus escenarios góticos y al mismo tiempo hay marcadas referencias al cine de Fritz Lang, particularmente a M en lo que se refiere al personaje que asesina niños -algunas vestidas de rojo- en el bosque.
En esta historia de simulaciones y encantamientos, de algunos supuestos fraudes y miedos por encargo, se participa de una por momentos fatigantes hibridez, que no permite que se puedan articular las diferentes microhistorias. En tal caso, si pensamos en un concepto ligero y standard de entretenimiento, de película para la cartelera de vacaciones (según se diseña la programación hoy) tal vez, desde ahí, el film se pueda seguir con entusiasmo y mucho más si es un niño quien está a nuestro lado. Cuando tenía lugar la filmación, en un reportaje concedido a la prensa española, Terry William, admirado por aquel sublime film Pescador de ilusiones, comentaba: "Queríamos recuperar la escencia de los cuentos de hadas, crear un mundo que no sólo resultara creíble y aterrador, sino también mágico".
Al releer estas declaraciones, sí podemos afirmar que es en el último tramo del film donde todas estas observaciones e intencionalidades parecen llegar a la secreta morada. Y es que aquí, ya en un espacio protegido del paso del tiempo, laberíntico y de espejos que devuelven imágenes de eterna juventud, donde toda la fuerza del relato se hace presente y las historias pierden todo rasgo de incredulidad. En las páginas de las historias de la vampírica reina del bosque de Turingia, defendida por telas de araña y pasadizos con trampas, se cifran las tantas otras historias que, no acertadamente, se unen a esta. En este espacio, custodiado por las fuerzas francesas, las acciones tienen plazos y la pena de muerte espera.
Tal vez sean reales aciertos las actuaciones de Jonathan Pryce como el capitán Delatombe y su ayudante Cavaldi, rol que asume brillantemente (en una feliz combinación entre la torpeza de Peter Sellers y la burla cínica de Vincent Price), el actor sueco Peter Stormare. Y allí, esperando, su sueño de gloria eterna, de infinita juventud, en su lecho aguarda, impaciente, su prolongado sueño de amor, la seductora fatal, la Reina de los Espejos, en la piel y el andar de la actriz de Malena, Mónica Belluci.
En su conjunto este nuevo film de Terry William se puede seguir con moderado entusiasmo, con zonas en las cuales de puede llegar a perder la fuerza de la tensión que la lucha entre la ley racional y el mundo mágico entablan. En tal caso, hay que estar atentos para ver cuando por T.C.M. (Turner Classic Movies) se llega a transmitir aquel otro film de los Hermanos Grimm, cuando a principios de aquellos `60, todavía la batalla no la había ganado, con tanta impunidad, la maquinaria del cine industrial.
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