CULTURA / ESPECTáCULOS › UNA SECUELA DEL FILM "UNA CASA DE LOCOS"
› Por Leandro Arteaga
LAS MUÑECAS RUSAS 7 puntos
(Les poupées russes) Francia/Gran Bretaña, 2005
Dirección y guión: Cédric Klapisch.
Fotografía: Dominique Colin.
Música: Loïc Dury, Laurent Lavesque.
Montaje: Francine Sandberg.
Intérpretes: Romain Duris, Kelly Reilly, Audrey Tautou, Cécile De France, Kevin Bishop, Evguenya Obraztsoba.
Duración: 125 minutos.
Salas: El Cairo, Del Siglo, Showcase, Village.
Planteada como una suerte de secuela al film Una casa de locos (2002), el mismo director Cédric Klapisch nos muestra ahora a Xavier (Romain Duris, mismo actor de Un viaje inolvidable, y protagonista de una versión reciente sobre Arsenio Lupin) cerca de los treinta años, con serias pretensiones de escritor, y procurando encontrar un balance de vida por medio de, justamente, su escritura.
Así es que Las muñecas rusas se plantea como un film dado a partir de la misma novela que, sobre sus experiencias, comienza a escribir Xavier. Qué es lo que hace que Xavier pueda pensar en una relación cierta, que le de confianza de porvenir, es lo que motiva, podemos pensar, su acto de escritura irrefrenable. El afecto, más allá de los celos o de lo simplemente pulsional, parecería querer encontrar algún asidero en alguno de los momentos del film.
Quizá esa búsqueda, o esa carencia que no permite saber muy bien qué es, también, lo que se busca, es el misterio que lleva a Xavier a escribir y a persistir en sus vivencias. El mismo título del film sirve de referencia, dada su alusión a las denominadas mamushkas, muñecas rusas que esconden dentro, siempre, otra muñeca más pequeña. "¿Será ésta la última mujer que habré de conocer?", se pregunta Xavier, mientras la resolución narrativa mantiene el interrogante.
En el medio de ello, y de las distintas mujeres que ha conocido y que está conociendo, Xavier asiste al casamiento de un amigo en Rusia, cuya ceremonia servirá narrativamente a la manera de la clásica secuencia final de un policial, momento en el que las distintas piezas del rompecabezas son puestas en su lugar. De todos modos, el puzzle gigantesco que durante el film arma Wendy (Kelly Reilly), su actual pareja, quedará con un espacio vacío.
Sí habrá, en Xavier, un reconocimiento del dolor infligido. Sólo cuando lo haya experimentado en carne propia, podrá entonces permitirse una mirada diferente. Qué será de Xavier y de su profesión literaria es algo que sólo un tercer film nos podrá responder. O no.
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