CULTURA / ESPECTáCULOS
Sergio Fidemraizer es un joven compositor rosarino que desde hace
20 años vive en Barcelona. "La formación no se restringe a las
técnicas tradicionales, sino que se amplía al uso de la informática,
la investigación o la especialización en un tipo de música, según las opciones escogidas por el propio alumno", explicó a este diario.
› Por Marisol Gentile
Sergio Fidemraizer es un joven compositor argentino, que desde hace casi veinte años está radicado en Barcelona. Realizó estudios de Composición en la Escuela de Música de la Universidad Nacional de Rosario, y posteriormente en el Conservatorio de Badalona de España, país en el que fija su residencia en 1986. Si bien opina que España arrastra un enorme déficit en las enseñanzas musicales -producto tal vez del aislamiento generalizado provocado por el franquismo, y cuyas consecuencias aún se están pagando-, el país se tuvo que poner al día a pasos acelerados para acercarse al nivel que tienen otros estados europeos. "En los últimos años se ha incrementado notablemente el interés en la formación musical, abriéndose centros de estudios, y las enseñanzas musicales superiores son muy específicas y diversificadas", cuenta a Rosario/12. "En el caso de la composición, la formación no se restringe a las técnicas tradicionales, sino que se amplía al uso de la informática, la investigación o la especialización en un tipo de música, según las opciones escogidas por el propio alumno. Personalmente, encuentro en este tipo de formación grandes ventajas".
En diálogo con este medio, a la hora de definir su estética musical es muy contundente: "En estos últimos años utilizo en cada obra y en cada situación los materiales y procedimientos que me son útiles para esa composición en particular. A la hora de la verdad elijo aquello que me convence para que suene lo que tiene que sonar, pero creo que es un ejercicio saludable no descartar nada de lo que uno conoce para poder elegir. Esto incluye en algunos casos emplear materiales provenientes de estilos musicales del pasado o de la música popular, reconocibles a la audición o no", dice.
Siempre con el afán de investigar campos desconocidos para él, esta exploración tiene por objetivo resolver problemas de composición muy concretos para que la obra sea el reflejo lo más fiel posible de lo que tiene en mente. Y al respecto agrega: "Me preocupa comunicar al oyente aquello que yo mismo estoy sintiendo cuando algo me motiva a escribir una pieza musical". Reflexionando un poco más sobre esto a lo que se denomina "música contemporánea", afirma que para él, dentro de este rótulo se involucra hoy tal número de tendencias y posiciones personales, que resulta casi imposible no pertenecer al menos parcialmente a alguna de esas tendencias.
"En ese sentido, sí me considero representante de la música de hoy, aunque no me caso con nadie", concluye. Y además, profundiza en la problemática relación "música contemporánea-público", afirmando que para él es un problema de mercado, "ya que la lógica comercial dicta no invertir en aquello que tenga algún riesgo de fracaso: es sabido que es más seguro apostar a lo que siempre tuvo éxito que promocionar o impulsar algo demasiado novedoso". Y agrega: "No cabe duda que la música actual sigue teniendo muchas barreras con el gran público a causa de ciertos elementos de su propio lenguaje, pero personalmente pienso que esas barreras son cada vez más difusas. Hoy en día nuestros oídos están más habituados a escuchar disonancias, superposiciones de planos sonoros, efectos, porque los escuchamos cotidianamente en el cine, la TV, ¡en nuestros automóviles!".
A su criterio, la responsabilidad no está solamente en los circuitos de producción y distribución musical, sino también en los intérpretes en general, ya que son ellos los que tienen en sus manos hacer conocer al público un amplísimo repertorio de excelente música actual de las más diversas tendencias. Y a propósito de su producción, se puede descubrir en su catálogo de obras una gran parte destinada a la música de cámara, con y sin medios electroacústicos. "Hace varios años que no hago música electroacústica pura --cuenta-- con lo cual mi contacto con la informática musical no se centra en la manipulación del sonido desde el punto de vista creativo. Sin embargo, sí utilizo las diversas prestaciones que todo músico actual tiene a su alcance, como ser editores de partituras, secuenciadores e instrumentos virtuales".
En cuanto a sus creencias, opina afirmativamente a la pregunta si el músico debe estar al día en cuanto a los conocimientos de su época, y sostiene además que es una obligación desde el punto de vista profesional: "Tenemos al alcance mucha información pero no siempre tenemos el tiempo real para acceder a ella. Al igual que en otras profesiones, las diferentes disciplinas musicales tienden a ser cada vez más específicas y requieren un alto grado de especialización".
Sus estudios en Argentina abarcan un amplio espectro, desde Composición y Análisis, con los Maestros Dante Grela y Francisco Kröpfl; Dirección de Orquesta, con el Maestro Mario Benzecry; y Electroacústica, con el Maestro Gabriel Brncic. En Barcelona, en el Estudio Phonos de la Universidad Pompeu Fabra, profundiza en la disciplina "Música con Ordenador" con el Maestro catalán Xavier Serra. "Siento admiración por muchos compositores que no sólo abrieron nuevos caminos, sino que hicieron una música que seguirá dejando su marca", confiesa. "En estos momentos se me ocurren algunos nombres: Ives, Webern, Stravinsky, Bartók, Crumb, Berio, Varése, Ligeti... Cada uno a su manera me impresionó y me impresiona lo suficiente como para no olvidarme de ellos".
Al referirse a los grandes maestros del pasado, Fidemraizer cita a compositores como Bach, Beethoven y Debussy, opinión basada en que estos hicieron una música única tanto en resultado sonoro y poder comunicativo como en realización técnica. "Sus obras son un permanente material de consulta y disfrute. Vas a analizar o simplemente hurgar una y otra vez alguna de sus obras, y encuentras a cada paso secretos de alta cocina", señala.
De la actualidad, sus preferidos son Lachenman, Crumb, Sciarrino, Xenakis y sus propios colegas, ya que mantiene una comunicación muy rica y activa con varios compositores. "El tener afinidad en algunos aspectos me permite intercambiar y compartir opiniones y puntos de vista en cualquier fase de la creación", explica a este medio. "Los grandes compositores del presente son un referente innegable, pero no hay como compartir un café (real o virtual) con otro compositor, y tener una conversación `de tú a tú` sobre diversos aspectos que nos preocupan a la hora de escribir".
Su música, que recibe encargos de instituciones e intérpretes de prestigio reconocido, se programa con regularidad en Festivales Musicales en Argentina, Brasil, Colombia, Ecuador, Estados Unidos, España, Italia, Hungría, Francia y Japón, entre otros. Tal es el caso de su próximo estreno en el Festival Avuimúsica, que organiza hace más de veinte años la Asociación Catalana de Compositores, y que le ha comisionado una nueva obra para arpa y flauta próxima a estrenarse el venidero 9 de febrero en Barcelona.
Claro que hablar de popularidad en música contemporánea resulta algo difícil, sobre todo si por "popularidad" se entiende lo que tiene eco a nivel masivo. "Creo que lo más importante en un artista es poder realizar lo que siente y necesita hacer en las mejores condiciones que pueda", reflexiona en el diálogo, y concluye diciendo: "El poder hacer lo que uno necesita hacer es algo muy personal, y por lo tanto, también el sitio que reúna las condiciones puede ser cualquiera. Los países que tienen una economía más estable ofrecen también más posibilidades de trabajo, y eventualmente, de encontrar las ayudas necesarias para difundir más ampliamente lo que uno hace".
Tal vez, y en referencia a esta última aseveración, es que tomó la decisión de emigrar a otro país, aunque aclara que dicha decisión obedeció puntualmente a ampliar su formación como músico, y a una opción personal frente a los diversos problemas que había en el país en aquellos momentos. "Por ambas razones necesitaba un cambio de rumbo en mi vida, y así lo hice", concluye. "Pero, a pesar de haberme ido hace ya casi 20 años, me sigo considerando argentino, concretamente rosarino, y en algún rincón del alma, siempre de Ñuls".
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