Tratándose de uno dedicado al reggae, hablar de un disco relajado resulta casi una obviedad. Sin embargo, en estos tiempos en los que el género goza de popularidad y son muchos los que se acercan sin información previa, es común encontrarse con abordajes que se contradicen con su esencia. Ahora bien: después de haber dado un salto importante con Hagan correr la voz (su exitoso tercer disco, editado en 2006), los Nonpalidece regresaron a estudios para registrar El fuego en nosotros, un material que, precisamente, brilla en su serenidad, en la sutileza de sus arreglos y en un criterio lírico que se sostiene a lo largo de sus once canciones. Y es una placa que, como sus antecesoras, responde al gusto de la banda, tal como explica el cantante Néstor Ramljak: "Nosotros somos un laboratorio constante a la hora de fabricar una canción. Es un proceso que termina siendo muy egoísta, porque tiene que gustarnos a nosotros antes de que lo llevemos a grabar. Nuestro proceso creativo es sumamente egoísta".

Nacidas de esa exigencia interna, las once composiciones que conforman El fuego... tendrán finalmente su presentación formal esta noche, a las 21.30 en el Anfiteatro Humberto de Nito, después de una serie de shows en los que el grupo oriundo de Tigre llegó a Rosario para repasar en extenso sus anteriores creaciones. "Veníamos tocando mucho en Rosario con un material viejo pero intenso --analiza Ramljak en su diálogo con Rosario/12--. A mediados del año pasado grabamos este disco, y ahora cuando armamos una serie de presentaciones se dio todo para poder tocar en el Anfiteatro, un lugar muy emblemático. Está buenísimo, porque podemos volver a la ciudad pero con otro show, renovado, con canciones que mucha gente va a escuchar por primera vez. Todo eso implica una predisposición y energía muy especial".

El fuego en nosotros es un disco sólido y homogéneo que se presta al descubrimiento de arreglos más bien sutiles. Y es el cantante quien devela que, el secreto para ello, radica en el proceso de posproducción: "El disco lo mezcló Kenyatta Hill (NdR: músico jamaiquino que, tras la muerte de su padre Joseph, pasó a formar parte del histórico trío vocal Culture). Nosotros somos una banda de doce músicos, y una de las cosas que rescato de este disco, de su grabación y de su mezcla, fue precisamente ésto que mencionás de los arreglos. Porque cuando Kenyatta, en una situación dada en la que quizás cada músico pretende escucharse y le sugerían que subiera más sus instrumentos, él giró la silla y dijo: `Está bien que haya momentos en los que tengas que prestar una atención extra para poder escuchar un arreglo. Es interesante que eso pase, porque si todo el tiempo estuvieran los doce instrumentos al frente sería un caos`. Se dio vuelta de su silla y nos cerró el culo. Entendimos éso. Y el resultado tiene que ver con su trabajo, porque fue él quien lo mezcló. Lo que intentamos es que en el vivo también se dé esa dinámica, que no sean simplemente arreglos al frente. Creo que después de casi 12 años con la misma formación en el vivo lo hemos logrado".

En ese marco, los Nonpalidece demuestran que las ansias de protagonismo quedan sepultadas por el concepto grupal, al punto de pensarse como una verdadera orquesta: "Tiene que haber una armonía, se trabaja para la canción, para que la voz y la melodía se entiendan. Aparte en el reggae es muy característico y recurrente el silencio. Poder trabajar los silencios hace que todo fluya de esa manera en la que sentís el reggae. Si tuvieras que expresarlo con el cuerpo harías un movimiento de brazos como si te sintieras liviano. Eso tiene que ver con que haya silencios. Aparte es un desafío para los que tenemos la inquietud de descubrir cómo se toca un estilo como es éste".

Claro que para encontrarse con el silencio el músico debe alcanzar un grado de madurez que le permita comprender que la abundancia de notas no siempre es un indicador de talento. Así, Nonpalidece le ha dado forma a un disco maduro. "Siempre se intenta ver la frondosidad y la belleza del bosque y no solamente la del árbol que está delante tuyo --indica Ramljak--. Poder descubrir éso te hace buen músico. Para mí un buen músico es el que sabe qué puede aportar para una canción, o una banda. Independientemente que seas un músico de un estilo u otro. Para mí lo que te hace buen músico es tener la sensibilidad de saber qué necesita el proyecto en el cual estás participando, qué necesita la canción que estás interpretando. Es también una manera de estudiar la música".

A nivel lírico, en El fuego... hay una coherencia que se sostiene independientemente del músico que la haya creado. Así, resaltan algunos tópicos que mucho tienen que ver con el espíritu de comunión y fraternidad propios de la cultura rastafari, siempre tan ligada al reggae. Así, por caso, en tiempos de aislamiento informático, la banda propone retomar los ritos del encuentro. "Tendrá que ver con la generación a la que pertenecemos --analiza el cantante--. Somos como el híbrido de lo que fue lo análogo y lo digital. Tiene que ver con una situación nuestra de cómo hemos sido criados. Supongo que mis hijos tendrán una pasión por la computación que yo no tuve nunca, salvo ahora que la descubrí para hacer música. Pero nosotros proponemos, hay algo más allá de éso, y lo decimos en algunos mensajes de las canciones. Como en `Tu recompensa`, donde decimos `salgan de sus casas y vean lo que pasa`. Nos interesa que la gente que nos viene a escuchar de repente reciba ese mensaje, que pueda conectar con otras cosas".