CULTURA / ESPECTáCULOS › ROSARIO/12 HABLó CON EL DIRECTOR DE UNA PELíCULA PEQUEñA PREMIADA A NIVEL INTERNACIONAL.
Con un presupuesto pequeño, rodaje santafesino, y galardón en Cannes, "Los labios" explora la frontera difusa entre el documento y la ficción. "Hacer la película que quisimos es nuestro mayor premio" dice Iván Fund, uno de sus realizadores.
› Por Leandro Arteaga
"Es el anhelo de cualquier realizador poder tener la posibilidad de estar junto con tanta gente que uno admira, y ver que tu película se está proyectando en la misma pantalla donde tantas otras películas hicieron historia", comenta a Rosario/12 el realizador santafesino Iván Fund. "Los labios", film que Fund co dirige con el cordobés Santiago Loza y que mereciera un Premio para Desarrollo (de 25 mil pesos) en el concurso del Programa Estímulo de la Provincia de Santa Fe, en 2008 fue noticia internacional al obtener el galardón a la Mejor Interpretación en la sección "Una cierta mirada", del reciente Festival de Cannes, merced a la tarea de las actrices Victoria Raposo, Eva Bianco y Adela Sánchez.
Filmada en la localidad santafesina de San Cristóbal, "Los labios" narra "la historia de tres trabajadoras de la salud que son enviadas a un pequeño pueblo del interior del país a realizar un relevamiento sanitario. Cuando llegan al lugar se encuentran con que el lugar de hospedaje que les han conseguido es un hospital abandonado", señala Fund. "En el día a día vemos cómo hacen para relacionarse entre ellas y, sobre todo, con la gente del lugar, con el entorno".
Sobre el film (que tuvo su estreno en el Bafici, con muy buena repercusión) se ha destacado una fusión inteligente entre ficción y documental.
Si bien la película es claramente una ficción, entendimos que la manera correcta de hacerla "debido a las características de la historia era que cada uno de los personajes que las protagonistas entrevistaran, se interpretasen a sí mismos. No nos imaginábamos nunca a un actor en ese tipo de situación. Lo más apropiado era que se contasen ellos mismos, que la gente del pueblo narrara sus necesidades, sus problemas, sus vidas, aunque desde un lugar totalmente ficcional. Sólo las tres actrices son profesionales, los demás son todos "no actores".
En este sentido, ¿cómo manejaron los diálogos y la escritura del guión?.
El guión hace dos años y medio que lo veníamos trabajando con Santiago, con muchas reescrituras. Está estructurado básicamente como un guión convencional, pero sabíamos desde un principio que iba a estar abierto a lo que aconteciese en el rodaje, sobre todo en esas escenas puntuales, con la gente del lugar. Por eso es que se propuso una suerte de juego de improvisación entre ellos y las tres chicas, donde fueran libres de contarnos lo que quisiesen. Lo que pasaba es que la mayoría de las veces, la gente prefería decirnos la verdad, porque les resultaba más fácil que improvisar; de todas maneras, nosotros tampoco sabemos cuándo están diciendo la verdad o cuándo están improvisando. Eso es algo que ayuda a que se confundan los límites. También para las actrices mismas, lo que las obligaba a olvidarse un poco de que estaban actuando.
Si bien el rodaje lo enfrentaste con cierta noción preconcebida, ¿con qué te encontraste allí y cómo saliste de la experiencia?
Lo que siempre reflexionamos mucho fue acerca de la película que no queríamos hacer. No nos interesaba la denuncia, una mera exposición de la situación, o los golpes bajos. Tratamos de ser excesivamente cuidadosos en eso. Lo que sucedió en el rodaje fue que nos resultó mucho más fácil de lo que esperábamos. La realidad misma, la de esta gente, se imponía con una frescura, con una dignidad y vitalidad, que nada tenían que ver con eso. La gente nunca dramatizaba sobre su situación. Eso fue una sorpresa y también una tranquilidad, al saber que la cosa fluía para donde habíamos anhelado.
¿Qué sentiste al estar, ni más ni menos, que en Cannes?
Para uno como para todo el equipo, la posibilidad de que la película fuera elegida por el Festival de Cannes y que, una vez allá, tuviese un premio, es una alegría profunda. Es un momento intenso y emotivo, que a uno le cuesta asimilar y digerir. A mí me renueva una suerte de fe en el trabajo, muy puntualmente en el querer hacer lo que uno siente, lo que se tiene ganas. "Los labios" es una película muy chica, de bajo presupuesto, donde la gente trabajó a riesgo. Un presupuesto ridículo (3 mil dólares y 12 días de rodaje) para el resto de las películas que estaban allí, pero muy fiel con lo que queríamos. No nos preocupó conseguir un productor francés, un coproductor italiano, o un actor de peso que "ubicara" la película; cosas que "desde mi modo de ver poco tienen que ver con el cine en sí.
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