CULTURA / ESPECTáCULOS › CINE. FLAME Y CITRON, DOS HéROES DEL COMBATE CONTRA EL NAZISMO REVISADOS POR UN FILM
En tono de thriller, el director Ole Christian Madsen imprime un acento trágico, teñido por una fuerza de rebeldía. Así, la película ofrece contrapuntos que proyectan una sombra sobre lo ocurrido en Dinamarca durante la ocupación nazi.
› Por Emilio A. Bellon
En estos días conviven en la cartelera cinematográfica, y en el mismo pequeño complejo, Cines del Siglo, dos films que apelan al espectador desde una propuesta similar, ya que ambos a reconstruir un fragmento de la memoria histórica. Así, tras varias semanas de permanencia, todavía se exhibe, afortunadamente, el film de Michael Haneke, galardonado en Cannes y omitido por la Academia de Hollywood, La cinta blanca, sobre el que ya hemos ofrecido un elogioso comentario crítico y desde el pasado jueves se puede ver el estreno del film danés, merecedor igualmente de varios premios internacionales, Flame y Citron. En ambos casos, la mirada y la voz de alguien que recuerda se ubican en el umbral mismo de cada film.
Mientras en La cinta blanca el hilo conductor del film nos lleva a los días previos a la Primera Guerra Mundial, en una pequeña población del norte de Alemania, marcada por la rígida moral presbiteriana, para traer a la memoria las simuladoras y perversas conductas de sus habitantes, de ese silencio cómplice y acciones de exclusión y violencia, sin diferencia de edades; quizás como actos que van prefigurando el perfil de una sociedad que en algún momento optará por las promesas del régimen nazi, en el film de Ole Christian Madsen, Flame y Citron la acción, que transcurre en el espacio de la Resistencia en los días de la Ocupación de 1944, en Dinamarca, nos permite seguir las diferentes confrontaciones y enfrentamientos, delaciones y actos de traición, a partir de un grupo, de miembros que pasan a la clandestinidad, que se proponen ejecutar a los colaboracionistas, según mandatos diseñados por superiores.
Desde su estreno, Flame y Citron ha sido caracterizado como un film que establece un diálogo, particularmente, con aquella notoria realización de Jean Pierre Melville, de 1969, El ejército de las sombras, en el que actuaban, en los roles protagónicos, Lino Ventura, Jean Pierre Cassel, Simone Signoret, Serge Reggiani, entre otros. Ambientado igualmente en los días de la ocupación nazi, el film del director de toda una obra enmarcada en el policial negro, describe los diferentes comportamientos que se dan en el frente de la Resistencia, a partir de un relato coral, desde una perspectiva crítica y antiheroica.
Y este, puede ser, según sus declaraciones, el film que le permitió al director de Flame y Citron, tras ocho años de investigación, coescribir un guión y finalmente lograr el film que hoy podemos conocer, basado en dos figuras que ya pertenecen a la mitología del pueblo danés, una suerte de personajes similares a Butch Cassidy y Sundance Kid, que con el tiempo, pese a sus contradicciones, ya han adquirido cierto halo romántico. En los días previos al estreno, su director comentaba: "En este país somos muy puritanos con nuestra historia. Y esta película dinamita la imagen cohesionada de la Resistencia danesa. En realidad, la gente se movía en una zona gris en la que nadie era lo que parecía. Nosotros, como pueblo, colaboramos con los alemanes y en Dinamarca no hubo más que mil miembros de la Resistencia: nadie atrevía a serlo".
El título del film responde a dos nombres propios, en este caso seudónimos: Flame, en alusión al color rojo llama del cabello de Bent Faurschou Hviid y Citron, por analogía fonética con la fábrica de autos Citroën, en cuya fábrica había sido mecánico Jorgen Haagen Schmit. Ambos personajes se moverán en un mundo marcado por la violencia que nos lleva a cuestionar determinadas acciones que ponen en juego el orden ético y moral.
Historia de atentados y asesinatos, de una violencia que estalla en cada mirada, Flame y Citron nos lleva a los altos mandos, traza una línea oblicua entre los personajes centrales, una mujer fatal, una red de conspiraciones y pactos que sellan enmascaramientos. En su acento trágico, teñido por una fuerza de rebeldía, el film va ofreciendo contrapuntos que proyectan una sombra sobre los diferentes acontecimientos.
Frente a este film, uno de los espectadores, Nazareno Sosa, de 32 años, comenta: "Considero acertada la elección de la voz en off que va acompañando ese entrecruzamiento de situaciones y pensamientos, como asimismo la yuxtaposición de diferentes tipos de imágenes. A diferencia de lo que pasa habitualmente en los films de origen estadounidense, aquí la violencia no está graficada de manera morbosa, ya que no se busca el efectismo. Y el film sí es muy crudo, ya que se va mostrando todos los intereses que van atacando los auténticos ideales que tienen en un principio los que están en ese frente de lucha contra las fuerzas invasoras. Y sí recuerdo ahora, uno de los primeros films bélicos que vi junto a mi padre: Los cañones de Navarone, con Gregory Peck, Anthony Quinn y David Niven. La pudimos ver por teve y en esta historia, ambientada en los días de la Segunda Guerra Mundial, cuatro oficiales, un partisano griego y otros deben enfrentar un puesto de combate levantado por las fuerzas de la ocupación".
Flame y Citron pertenece a este cine que hoy se reconoce como el de los films de "lesa humanidad" y el tono que ha elegido su realizador es el de un thriller, ya que reconocemos intriga y suspense, conforme a cierto formato que le permita garantizar la atención por parte de una platea mayoritaria. Basado en hechos reales, como se lee en el prólogo, y en las leyendas finales del epílogo, esta obra de Ole Christian Madsen se reconoce, en su primer grado de verosimilitud histórica, por la presencia de un registro de cine documental, borroso, en un primer momento, como las mismas imágenes de la memoria.
Y de esta manera, desde estas imágenes que hablan de un registro de hechos históricos, esa voz en off que encontrará un puerto de llegada, o sea un reconocible punto de partida, sobre el final del film, va articulando un relato que en su interior enfrenta situaciones de signos opuestos, como la elocuente secuencia en la que ambos personajes realizan su práctica de tiro al blanco, "tiro al pichón", de blanco móvil, mientras escuchamos desde un tocadiscos la eufórica melodía de Irving Berlin, Cheek to Cheek, del film de Mark Sandrich de 1935, Sombrero de Copa.
Flame y Citron. 8 (ocho) puntos.
(Flammen & Citronen)
Dinamarca República Checa Alemania, 2008.
Director: Ole Christian Madsen
Guiòn: Lars Andersen y Ole Christian Madsen
Fotografía: Jorgen Johansson
Montaje: Soren B. Ebbe
Intérpretes: Thure Lindhardt, Mads Mikkelsen, Stine Stengade, Peter Magynd, Christian Berkel.
Duración: 130 minutos.
Sala de estreno: Del Siglo.
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