CULTURA / ESPECTáCULOS › MUSICA. CIERRE DEL FESTIVAL PERMANENTE JOHANN SEBASTIAN BACH
La flautista Diana Baroni junto al alemán Dirk Boerner, en clave, interpretarán obras del compositor germano y sonatas de Mattheson.
› Por Edgardo Pérez Castillo
En su última actuación en Rosario, Diana Baroni mostró la faceta que la vincula con la música latinoamericana de los últimos siglos. Esta noche, en cambio, la cantante y flautista volverá al terreno clásico, con el concierto que compartirá con el clavecinista alemán Dirk Boerner. En ese formato de dúo de flauta-clave le darán cierre a la edición 2010 del Festival Permanente Johann Sebastian Bach, interpretando algunas obras del compositor germano, pero, también, algunas sonatas de Johannes Mattheson, un autor injustamente olvidado. La función --que se realizará a las 21 en El Círculo, y que fue posible a partir de un subsidio otorgado por Spedidam, asociación francesa por los derechos del intérprete-- se desarrollará con entrada gratuita.
A más de dos años de la presentación de su disco Nuevos cantares del Perú, la artista rosarina regresará con un repertorio que a muchos les permitirá descubrir precisamente a Mattheson, compositor al que ambos intérpretes arribaron durante su estadía en Basilea, según explicó Baroni a Rosario/12: "Dirk es un músico con el que trabajamos desde hace muchos años. Lo hemos invitado muchas veces con el Café Zimmerman (NdR: el prestigioso conjunto que Baroni fundó junto a Pablo Valetti y Céline Frisch), porque en la Schola Cantorum de Basilea él estaba haciendo sus estudios con un maestro con el que yo también tomaba clases. De alguna manera empezamos a tocar juntos, pero el motivo fue en realidad un trabajo sobre un compositor alemán desconocido, Johannes Mattheson, al que vamos a interpretar precisamente en este concierto".
Las razones para ese olvido, según apuntó Baroni, pueden encontrarse en la desaparición de su obra escrita, que estaba resguardada en la catedral de Hamburgo, destruida tras un bombardeo: "Gran parte de su material, de sus partituras, se perdió, excepto algunos libros (porque fue teórico) y una colección de sonatas, que son las que grabamos hace unos años y que ahora vamos a tocar mezcladas en un programa con Bach, con quien son contemporáneos. Mattheson era un compositor muy particular, muy excéntrico, era matemático, profesor de esgrima, diplomático, cantante".
"Creo que a él lo que lo ensombreció en su carrera es que él y Häendel estaba en la misma ópera en Hamburgo, y Häendel era un tipo mucho más bicho, estaba mucho más atento a su contacto con la burguesía, con la aristocracia --completó--. Como Häendel también era un gran virtuoso, Mattheson quedó a su sombra. Pero es una música maravillosa, aunque exige mucho conocimiento específico, porque escribió muchos tratados. De alguna manera, si no los estudiás antes, no sabés cómo tocar su música. Es como puede pasar con la música contemporánea, donde la partitura en sí te da un panorama, pero el universo es mucho más vasto. Con Mattheson pasa además algo técnico, porque da instrucciones de cómo quiere que se haga la realización del bajo, el acompañamiento de las sonatas. Y Dirk es un obsesivo apasionado de ese tipo de prácticas, entonces se tomó el cuidado de estudiar todas esas reglas, para aplicarlas".
-¿Cree que ese compromiso que implica el estudio intenso de la obra de Mattheson puede ser otro de los factores para que su obra no haya trascendido?
-Es posible. Creo que hay muchos ingredientes. Por un lado está la figura de Häendel, que era más populista y escribió las óperas que tuvieron más éxito en la historia. Mattheson también escribió óperas, pero al lado de Häendel no había con qué darle. Creo que también es posible eso que decís: es una música con un lenguaje muy especial, que está llena de emociones. Una música muy operática, en un punto, pero que tenés que estudiar. A mí me costó mucho aprendérmela. Para poder hacer música tenés que encontrarle algo personal, para interpretarlo plenamente y con sentido, tenés que acercártelo, te tiene que emocionar. Pero estudiaba las sonatas y no le encontraba la vuelta, las tocaba como a un bicho raro, y a fuerza de hacerla, en años, con los clavecinistas que iban estudiando la técnica, la realización del bajo continuo, fui entendiendo el discurso. Es un lenguaje especial que, a primera vista, no se te abre, porque no es una música entradora. Pero cuando la entendés, cuando te la podés apropiar, es una música llena de swing, de tempos de danzas muy lindos, con mucha creatividad. Y por otro lado tiene movimientos lentos, adaggios, que son totalmente desgarradores. Y nos pareció interesante ver el punto de vista de dos compositores como Mattheson y Bach, los dos protestantes, contemporáneos, y con dos discursos totalmente diferentes. La música de Mattheson es como mucho más sensual, la de Bach más polifónica.
-¿Cómo conviven en un mismo repertorio las obras de Bach y Mattheson?
-Te soy sincera: es complicado. Este programa lo tocamos ya varias veces, y siempre nos quedamos pensando con Dirk si funcionan, o no, juntos. Porque a pesar de ser tan próximos (porque además de ser de una misma generación geográficamente son de una misma región en Alemania), tienen dos lenguajes muy diferentes. Sin embargo los programadores, la gente que nos escucha, nos dice que está bárbaro, que a la escucha el matrimonio entre los dos funciona muy bien.
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