Cuando Daniela Mercury decidió volcarse de lleno al canibalismo, no hizo más que profundizar una concepción artística que ya había marcado a su carrera, ese extenso y exitoso recorrido al que se lanzó a mediados de los 80 y que hoy la encuentra como una de las compositoras más taquilleras del Brasil. Inspirada por el manifiesto Antropófago que José Oswald de Andrade Souza publicó en mayo de 1928 --y que, a grandes rasgos, ataba la supervivencia de la cultura brasilera a su capacidad de canibalizar a los movimientos impuestos por el conquistador--, en 2009 Mercury publicó Canibalia, el muy buen disco que esta noche a las 21.30 presentará en el Anfiteatro Municipal.

Definido por la cantante y compositora como "la celebración de nuestro mestizaje, un manifiesto de afecto, una invitación a la libre expresión del arte, un homenaje a los creadores y a las criaturas", Canibalia es parte de un proyecto más amplio de Mercury, que no duda en afirmar: "Nací Canibalista, exacerbadamente antropofágica, sin pudor de mezclar tradición e invención".

Recorrer las canciones del disco --algo que puede realizarse con sólo ingresar al sitio oficial de la cantante-- sirve para confirmar rápidamente esos preceptos. Así, "Trio em transe" muestra a una Mercury en clave rapper-hip hopera, muy a tono con los tiempos que corren. También aparecen la celebración típicamente brasileña de "Oyá por nos", el juego con la chanson en su adaptación de "O que é que bahiana tem" de Dorival Caymmi y Carmen Miranda, los aires más tradicionales de "Preta" (acompañada de Seu Jorge), el aroma reggae de "Sol do sul", y el dueto establecido con Wyclef Jean en "This life is beautiful". O bien "A vida é um carnaval", en una versión con arreglos más próximos al jazz que a la celebración centroamericanista de Celia Cruz.

En definitiva, Mercury es una artista que sabe conjugar elementos sin perder su cautivante sangre brasilera. Y allí está el encanto de su canibalismo.