CULTURA / ESPECTáCULOS › SYRIANA, UN MUNDO SIN ESPACIO PARA LOS BUENOS
› Por Leandro Arteaga
Syriana
EEUU, 2005
Dirección: Stephen Gaghan.
Guión: Stephen Gaghan, a partir del libro See No Evil: The True Story of a Ground Soldier in the CIA's War on Terrorism, de Robert Baer.
Fotografía: Robert Elswit.
Música: Alexandre Desplat.
Montaje: Tim Squyres.
Intérpretes: George Clooney, William Hurt, Chris Cooper, Matt Damon, Christopher Plummer, Amr Waked, Kayvan Novak.
Duración: 126 minutos.
Salas: Monumental, Del Siglo, Village, Showcase.
Puntos: 8 (ocho)
Por momentos, la sobreabundancia informativa de "Syriana" obliga a permitir que el film, simplemente, ocurra. Las diferentes historias relatadas proponen, así como distintos niveles de lectura, también su interdependencia.
Desde referencias que son explícitas en lo general e indirectas en lo particular, aunque sin caer nunca en la alegoría -de hecho, la temática del film no lo permitiría-, "Syriana" se introduce en el complejo juego político-económico en el que se ve sumergido el escenario mundial. El nudo lo constituye la tenencia y explotación del petróleo, disparador que entreteje, entre muchos otros aspectos que el film aborda, las decisiones bélicas norteamericanas, las consecuencias sobre tierra árabe, el accionar de la CIA, el oportunismo empresarial.
Es más, casi podría pensarse que el retrato que "Syriana" hace de quienes ofrendan su vida al Corán y de quienes lo hacen en aras de la grandeza corporativo-económica, no encuentra demasiadas diferencias ontológicas. La mirada, ya ciega, respecto de objetivos fanáticos, culmina por encontrar en el film una madeja tan compleja que no permitirá -excepción hecha con uno de sus personajes- un replanteo de vida o de ambiciones.
Esto también nos lleva a mirar "Syriana" como un film de espionaje en el que los viejos parámetros duales, ocupados en distinguir lo bueno de lo malo, entran en crisis. No es que no existan héroes claros, sino que ya ni siquiera quedan sus residuos. Cada uno de los integrantes de este juego frío ocupa el doble rol de víctima y victimario. Ligados a acciones corporativas, sean empresariales o de la Inteligencia del Estado, los personajes deberán encontrar caminos para la autopreservación; aún si para ello deban soportar una tortura tanto psíquica como física, situación que el film explicita en su momento, tal vez, más cruel.
Como si se tratase de una no-presencia o, más bien, de una presencia fantasmática, el mundo amoral en el que se desenvuelve "Syriana" anida en el que tiene, cuanto menos, una moralidad engañosa. Tanto uno como otro dependen mutuamente para su misma preservación.
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