CULTURA / ESPECTáCULOS
Mañana se estrena "Derecho de familia", de Daniel Burman, quien pone el foco sobre la relación entre padres e hijos. El film ganó el premio especial del público en Mar del Plata.
› Por Edgardo Pérez Castillo
A seis años de haber iniciado con Esperando al Mesías un camino fílmico que se centró en la búsqueda de la identidad, Daniel Burman estrenará mañana en Rosario (como en todo el país) Derecho de familia, producción que completa una trilogía conceptual que tiene como antecedente inmediato a El abrazo partido. Como en aquellas, el director pone el foco sobre la relación entre padres e hijos, incluyendo también aquí el vínculo entre la pareja protagónica que interpretan Daniel Hendler (como el joven abogado Perelman hijo) y Julieta Díaz (como su esposa Sandra). De paso por la ciudad, la dupla y el realizador dialogaron con la prensa local adelantando la llegada de un film que, en su paso por el Festival Internacional de Mar del Plata, logró el premio especial del público.
Perelman hijo (así, sin nombre de pila) es un muchacho que, a pesar de ser el reciente poseedor de un título en abogacía, no tiene en claro cuál será su futuro. Es que, al fin y al cabo, la magnética referencia de Perelman padre no hace más que llevarlo a la búsqueda de un rumbo personal. Entre medio, debe afrontar además su vida en pareja, incluyendo la crianza de un hijo propio. En su debut bajo la dirección de Burman, Díaz destacó la labor del realizador en la presentación de esa familia. "Creo que la película está realmente dirigida, y me gustó cómo fue llevando el personaje de Hendler, y también las particularidades de Sandra, la esposa del protagonista. Lo que más me gustó fue cómo estaba definida, sin lugares comunes y sin efectismos, pero sí de manera concreta y contundente. Y la relación de esta pareja, de esta cosa poco lúdica, una cosa que uno ve desde afuera en las parejas pero nunca sabe cómo es puertas adentro", reflexionó.
Por su parte, Hendler se presenta como un vocero calificado al momento de analizar el crecimiento del director en su rol. Es que, al fin y al cabo, es el actor uruguayo quien protagonizó las últimas tres creaciones de Burman: "He visto un crecimiento en él, y si la primera vez que trabajé con él era un poco fóbico a los actores, creo que se ha convertido en un gran director de actores". El vínculo protagonista--realizador también resultó productivo para el propio Burman, que consideró: "La verdad que la construcción del personaje se facilita cuando sabés quién lo va a interpretar. Cuando escribís y tenés un actor en la cabeza te lo imaginás con la voz, el movimiento, es más fácil. Por otro lado también puede ser limitante, por lo tanto tiene sus pros y sus contras. También es bueno tener personajes donde uno no tiene una idea de quién lo va a hacer, para así también poder escribir con más libertad. A veces está bueno escribir vacío y después ver quién lo va a hacer".
Ya en relación al tratamiento de la temática de la identidad a lo largo de sus tres últimas realizaciones, el director explicó que "hay como una reflexión que tiene que ver con la búsqueda de identidad, con la paternidad, con las certezas o incertidumbres de la vida entre la adolescencia y la adultez definitiva". "Es un proceso que pasamos todos y cada vez es más largo, cada vez somos adultos más grandes. Y eso está atravesado a lo largo de las tres películas. Pero no sé si es una trilogía en el sentido de que, primero, es un término como muy pretencioso para nombrar tres películas, y segundo no es una saga, no hay una continuación. Sí hay una relación muy fuerte entre las tres", remarcó.
En ese marco, Derecho de familia le permitió a Burman incluir en el elenco a su propio hijo Eloy, en una aparición que se dio casi por decantación. "En la película había un chico de dos años y medio, mi hijo tiene esa edad y me pareció lo más natural trabajar con él --relató--. No fue una elección pensada, porque si lo hubiera pensado no lo hubiera hecho. De pronto me encontré filmando con mi hijo, que es una experiencia intransmisible, porque ya filmar una película es algo muy intenso, muy personal, donde uno pone muchas cosas. Y encima trabajar con tu hijo... en el momento en que lo estás haciendo no lo podés creer, y cuando lo mirás menos. Es muy raro de explicar. No lo volvería a hacer, porque paradójicamente la película habla de cómo un padre puede influir mucho en el camino del hijo, y que por más que no quiera tiene la tendencia a hacerlo, entonces de alguna manera yo hice eso con mi hijo, y prefiero no seguir haciéndolo. Pero el resultado es increíble".
-¿Podría haber hecho esta película sin ser padre?
-No, imposible. Tampoco creo que para hacer una película de detectives haya que seguir a una señora (risas), pero no me hubiera interesado. La podría haber hecho, pero en realidad hubiera hecho una película de hombres solos y aburridos que buscan enganchar algo (risas).
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