¿Qué piensan de la dictadura los que nacieron bajo su espectro? ¿cuál es el motor creativo que alienta a una generación que brotó al calor de la censura? Sobre todo esto intenta hablar de De las sombras a la luz, un proyecto destinado a recoger y analizar los vestigios del autoritarismo en la camada de artistas nacidos entre 1976 y 1983, y cuyo capítulo plástico quedará inaugurado hoy a las 18.30, en el Centro de Expresiones Contemporáneas (Sargento Cabral y el río).

"Estamos muy satisfechos con la convocatoria --explica Héctor "Pichi" de Benedictis, titular del CEC--. A pesar de eso, me parece que lo primordial para nosotros como institución, fue la posibilidad de poner el tema sobre el tapete. Creo que un centro cultural del Estado tiene la obligación de exponer, en el sentido de correr peligro, no solo de mostrar. Ahora falta ver cuál será la respuesta del espectador. Para nosotros, la convocatoria, abierta a todas las disciplina, ya fue de por sí un gran desafío. Creo que ahora le quedará al público resolver el dilema y saber si esto es el resultado de una generación marcada por la tragedia o si es simplemente la desembocadura natural del movimiento artístico en esta Argentina globalizada".

Más de 200 artistas de todo el país respondieron al llamado que hizo el CEC a fines del año pasado. Quizá como resultado de una convocatoria que desde el título estuvo teñida ideológicamente por el sentido de la conmemoración que tendrá lugar mañana, la mirada mayoritaria se sesgó sobre la gran tragedia argentina. Pese a esto, la respuesta de los jóvenes fue tan heterogénea como ecléctica. "El criterio de selección tuvo el mismo espíritu que la convocatoria: ser amplio --apunta Luján Castellani, uno de los miembros del jurado--. Nos pareció que en consonancia con la intención del llamado, que era la de 'conocer', la de explorar a toda una nueva generación de artistas, debíamos tener una mirada generosa".

Sin pasar por alto un dato significante, como es el que de las más de 200 obras recepcionadas, alrededor de la mitad fueron fotografías, el resultado es una amalgama de diversas técnicas, estilos de temáticas y aún, de enfoques; una auténtica "exposición" del impulso creador de una generación signada por la historia reciente.

"Encontramos de todo, hay obras que no tienen absolutamente ningún punto de contacto con el tema y otras demasiado obvias", agrega Castellani. "Pienso que esta muestra es un poco un síntoma de la personalidad dual que tenemos los argentinos: dictadura o democracia, arte comercial o independiente, Central o Ñuls. Creo que es importante empezar a mostrar que, más allá de las categorizaciones, se están haciendo cosas en materia de arte, y algunas muy interesantes".

Estéticamente sin grandes revelaciones, la muestra marca más bien un camino que comienza a abrirse. En esta línea, los discursos parecieron orientarse hacia una postura complaciente, en ocasiones apropiándose de un discurso ajeno, o propio por herencia.

"Por ahí lo que sorprende es ver que las generaciones jóvenes viven el drama de modo muy distinto --explica Mauro Machado, otro de los integrantes del tribunal--. Si bien hay alusiones --algunas quizá demasiado obvias-- a los años de plomo, los chicos muestran con más frescura y menos solemnidad ese capítulo trágico de la historia argentina. De todos modos, creo que el próposito del salón, que era aprovechar de algún modo la coyuntura para un tipo de reflexión que los argentinos todavía nos debemos, se cumplió. En este sentido pienso que el recorrido es alentador en muchos aspectos. Pero no hay que perder de vista que esta es la mirada de una generación, no de un grupo de artistas".