Mar 03.05.2011
rosario

CULTURA / ESPECTáCULOS › PIC-FIC, SIETE PINTORES ROSARINOS CONTEMPORáNEOS EN FUNDACIóN OSDE

Realidades y ficciones simultáneas

La muestra recoge obras con diversas poéticas dentro de la pintura figurativa.
Todas ellas incorporan dispositivos que simulan un registro verosímil de lo real a la vez que lo ponen en abismo, en contra de los modos habituales de ser pintor.

› Por Victoria Ciaffone

Juan Balaguer, Javier Carricajo, Mario Godoy, Paula Grazzini, Pedro Iacomuzzi, Fernando Rossia y Jorgelina Toya son los siete pintores rosarinos contemporáneos que reúne la curadora Beatriz Vignoli en la muestra que lleva ese subtítulo, en el Espacio de Arte de la Fundación Osde (Oroño 973, pisos 4 y 5) hasta el 21 de mayo. Dentro del marco de actividades programadas como anexos de la muestra, hoy a las 18 podrá asistirse, con entrada libre y gratuita en el auditorio del Espacio Osde (Oroño 949, tercer piso), a la conferencia El aura recuperada, a cargo de la crítica de arte Ana Martínez Quijano (Buenos Aires), ilustrada con imágenes de cine.

Titulada Pic﷓Fic en una original combinación de palabras que significan "pintura" o "cuadro" y "ficción", la muestra recorre pintura contemporánea reciente de estos autores con diversas poéticas dentro de la pintura figurativa. Todos incorporan dispositivos que simulan un registro verosímil de lo real a la vez que lo ponen en abismo, elaborando una contracorriente sobre los modos habituales de ser "pintor" sin que por ello dejen de ser pintores de oficio con un uso exquisito y virtuoso de la técnica.

Construcciones en abismo, o la pintura como simulacro, serían formas posibles de clasificar y unir a las pinturas de Fernando Rossia, Juan Balaguer, Mario Godoy, Paula Grazzini, Javier Carricajo, Pedro Iacomuzzi, Jorgelina Toya que trabajan sobre cierta organización y desorganización de las apariencia, en un doble movimiento que a la vez representa la realidad y pone en tela de juicio los dispositivos con que se construye su relato.

Estos pintores jóvenes rosarinos representan simultáneamente en cada cuadro dos espacios: una imagen, tendiente a lo real en tanto referente externo o contexto, tiene como soporte una falsificación que paradójicamente es la verdad pictórica. Lo que se ve a primera vista es un relato engañoso acerca de un contenido para luego toparse con otro, plenamente veraz, que trata de la forma y de la técnica, donde la pintura como representación es el tema. Y esta idea del "engaño" se instaura en el tratamiento naturalista de algunos tramos del lienzo. Lo abismal se expresa mediante la técnica tradicional de óleo o acrílico sobre lienzo, no en el uso de elementos insólitos. De ahí lo vertiginoso de estas pinturas.

Las pinturas en Pic﷓Fic se vuelven sobre sí mismas, se hacen autorreflexivas. Esto requiere de un espectador al menos atento. "Es en el interior del trazo de los artistas que se ve la doble idea de habitar realidades y ficciones de manera simultánea. En el interés en hacer notorios los mecanismos de construcción de sus cuadros, los artistas acentúan en primer plano los indicios ficcionales para luego concluir demostrando lo concreto de estas pinturas hiperrealistas, algunas monumentales. La singularidad de este nuevo relato (una epistemología de la pintura, como dijera Javier Hernández) es su estatuto ya no de real o irreal sino de "posible".

Los monumentales óleos sobre tela de Juan Balaguer parecen estar pensados desde un concepto arquitectónico. Son monumentales construcciones organizadas en capas geológicas de pinceladas sobre órganos vitales del ser humano: la lengua, el riñón que se van relacionando, entre los distintos cuadros de esta muestra, con sus otras funciones. De ahí que en el montaje de la muestra a Tripas Corazón, le siga Con la lengua afuera hasta llegar a Riñonada.

Los acrílicos sobre tela de Paula Grazzini se sitúan en una frontera bien delineada que hace visible dos espacios narrativos concretos: uno fantástico (fabricación del autómata, el doble, lo sin vida), por otro un complejo collage de imágenes montadas que, encadenadas por sobreimpresiones, logran escenas rítmica y plásticamente muy logradas. Grazzini trabaja desde un interés sobre lo performático, de ahí que su trabajo sea con el cuerpo, con lo actoral. La base es una idea conceptual, que luego pasa a dibujo, luego la plasma en los actores para pasar la escena a una fotografía que retoca y, al final, aparece la pintura.

Entre nosotros y La práctica de Javier Carricajo son dos compilados de cuadros al óleo que no forman parte de una serie pero aun así llevan el mismo nombre. Ambos conjuntos de pinturas funcionan como fotogramas contiguos de películas. Está, en la sucesión misma de los cuadros, el movimiento necesario para que estos sean leídos en una línea espacio﷓temporal. El doble relato de lo estático y móvil en las pinturas de Carricajo niega la posibilidad de asignar un sentido único a cada uno de ellos, señalando con este recurso la condición de constructo que pretende para su obra. A pesar de sus metafóricos enunciados sexuales, estas pinturas son inequívocamente una ficción sobre la soledad.

La pintura de Mario Godoy presenta edificaciones o calles donde ubica objetos cargados de sentidos puntualmente culturales (un Falcon verde tamaño natural o un muñeco en un umbral) con el detalle de ser puestos como objetos animados, de ahí que la puesta en escena resulte siniestra y a la vez evocadora del pasado, tanto el individual del autor como el del país.

Jorgelina Toya plantea su trabajo creando composiciones libres y algo surrealistas sobre fotos de elementos que tienen alguna relación simbólica con el animal 'la vaca' que la lleva a tomar registro, por ejemplo, de tenedores, alambrados, etcétera, que son usados desde la primera toma fotográfica como personajes. Personajes que están en diálogo constante con la vaca como símbolo familiar: como madre, como guía, tormento y destino.

Pedro Iacomuzzi delega en su esposa Cristela la cámara para que ella fotografíe a personas anónimas de la ciudad; a cualquiera, generalmente mujeres. De estas sesiones improvisadas en "no lugares" urbanos (baños de bares, playas) salen las imágenes que luego se reelaboran en figuras al óleo que para el autor constituyen personajes de una novela en su cabeza.

Fernando Rossia propone una impronta documental en la cacería fotográfica que ejecuta sobre fotogramas de películas de principios de siglo XX, ilustraciones, historietas o fotos de artistas: Camilla Engman, Vivian Mayer, Wolf Erlbruch, los Breccia. El software gráfico digital es su pincel que le permite generar otro criterio estético simulando elementos del óleo. En su obra hay una mezcla de lo inocente, de lo escabroso, del horror y de la muerte, todo atemperado por un humor inquietante, absurdo y lúdico.

En síntesis, las pinturas de Pic﷓Fic imponen el espacio de los "posibles" en un contexto artístico local donde los extremos del realismo y el conceptualismo parecieran ser las únicas dos opciones disponibles.

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