Cinco artistas emergentes de Rosario (cuatro fotógrafos y un videasta) que vienen pisando fuerte en años recientes, exponen hasta fin de mes en horario comercial en la segunda muestra colectiva de la flamante galería Darkhaus (Corrientes 267). La muestra se titula Lebreles, y con curaduría de Lila Siegrist y Pablo Montini reúne obras de Bárbara Sandoz, Paulina Scheitlin, Ariel Trevisan, Milos Nasio y Gastón Miranda en un conjunto de singularidades de notable coherencia. "El repertorio visual de estos jóvenes se organiza entre límites inexactos de resolución conceptual, para generar grandes amplitudes de cartografías autónomas de sectores cercanos y frecuentes: la ciudad, el trabajo, el escritorio, el terreno, el retrato", escribe Siegrist en el texto de catálogo, donde los define como "ágiles y alertas": lebreles a la caza de imágenes.

La sensación del espectador ante tales imágenes oscila entre la familiaridad y lo ominoso. Los objetos y personajes nostálgicos de Scheitlin, los espacios desrealizados de Sandoz y de Nasio, el autorretrato alienado de Miranda o los inquietantes montajes de Trevisan, cada cual en su particular estilo y con su particular mirada, exploran lo conocido buscando en el mundo cotidiano las líneas de fuga por donde la rutina de todos los días podría abrirse a lo maravilloso, a lo fantástico, a la melancolía o al terror. Son realismos documentalistas tensados al límite de una ficción cuya irrupción parece inminente.

En su video 37738 Gastón Miranda, que obtuvo el Cuarto Premio Adquisición Fondo Nacional de las Artes en el LXIV Salón Nacional de Rosario 2010, Miranda se filma desde una cámara oculta en su último día como empleado de un local de una cadena de videoclubes. Los emblemas de la empresa que acaba de informarle de su despido articulan un semblante impasible que a cada rato se fisura y revela una furia contenida; esta ira estalla en díscolos y solitarios actos de violencia mínima que remiten en lo sociopolítico a las tradiciones obreras de anarquistas saboteadores y en lo artístico al cine independiente estadounidense o a peliculas mainstream como Día de Furia.

Milos Nasio es conocido como Maylus en el mundo del diseño de indumentaria, el diseño gráfico y la fotografía asociada a la moda. "Hacer que un mundo normal se haga irreal" es lo que se propone y logra en su obra, donde procesa digitalmente tomas de lugares reconocibles (edificios de un barrio obrero, la rueda gigante de un parque de diversiones) para obtener composiciones casi abstractas, que sugieren el infinito.

Bárbara Sandoz, Paulina Scheitlin, y Ariel Trevisan participaron junto a Diego Trapasso con ensayos fotográficos en la exposición Ensayo Ciudad para el Museo de la Ciudad, en 2009. La reescritura fotográfica que hace Sandoz del género pictórico del bodegón, saturando los colores y "quemando" los fondos de sus composiciones de objetos para resituarlos en un fondo neutro que los saca de contexto y los vuelve desconocidos, se lució en el Museo Castagnino en el marco de la muestra Arte de Santa Fe este año.

Paulina Scheitlin (Rosario, 1979) logró unas de las mejores páginas del libro Rosario, esta ciudad, editado por la EMR en 2010; ese año se destacó en el CEC con una exposición de fotografías analógicas de muy buena calidad, gráfica y compositiva, que construyen un universo coherente de rincones perdidos de la ciudad donde el tiempo parece retroceder o haberse detenido. Sus espacios, personajes y objetos son como aquellos tesoros que rescataban los surrealistas en los mercados de pulgas de París para mostrar el inconsciente de la modernización: aquello que por obsoleto u olvidado, por remitir a costumbres del pasado, encarna un tiempo mítico, una prehistoria personal.

También expuso en Fotogalería Emergentes (en 2009) Ariel Trevisan (Rosario, 1987), quien viene del ámbito de la programación y configuración informática. Se formó en diseño de modas, photoshop y técnicas fotográficas. Vive en Pérez, donde estudia con el artista Carlos Herrera. Viene trabajando la simetría formal. Sus dípticos con montajes de fragmentos de arquitectura en desolados paisajes verdes no muestran las costuras y pasan, ante el ojo no avisado, por tomas únicas de algún lugar nunca antes visto. Su carácter ominoso se refuerza no sólo por la duplicación de sus misteriosos monumentos sino por la enigmática ausencia de toda inscripción en ellos, ausencia que contradice el sentido mismo del arte conmemorativo o funerario. Tal abstracción inscribe sus imágenes en un registro fantástico, emparentado con el monolito extraterrestre y atemporal que aparecía en el film 2001 Odisea del Espacio, de Stanley Kubrick; tanto aquél como éstos se leen además como guiños al arte "minimalista" de los años 60 y 70.