CULTURA / ESPECTáCULOS › LUIS PESCETTI EN LA 1ª FERIA DEL LIBRO INFANTIL Y JUVENIL
Es uno de los creadores preferidos de los pibes de hoy. Dice que no es que los chicos leen menos ahora, sino que "la lectura compite con otras cosas como la TV o la computadora"
› Por Fernanda González Cortiñas
[HTML]"Si leés crecés". Bajo esta singular consigna -que tira por tierra otra, quizá ya un tanto anquilosada, la de "si dormís crecés"-, ayer culminó en Rosario la 1ª Feria del Libro Infantil y Juvenil. Organizada por la ONG "Vení a leer con nosotros" -una iniciativa surgida alrededor del Congreso de la Lengua para prolongar el "efecto literario" que generó el encuentro-y auspiciada por la Provincia, la feria cristalizó un raro fenómeno, como es el hacer coincidir en un mismo espacio a chicos de distintas edades, procedentes de los cuatro extremos de la ciudad, y reunirlos con escritores, docentes y, lo mejor: con sus propios padres.
Además de cientos de niños y adultos, más de una decena de los mejores nombres de la literatura infantil pasaron por la feria. Graciela Montes, Ricardo Mariño y Cintia Roberts fueron de la partida, pero por supuesto, si alguien no podía faltar a una cita como esta, ése es Luis Pescetti.
Versátil y extrovertido, el santafesino llegó para presentar su último libro Chat Natacha Chat, en el que su pequeña alter ego explora las bondades del lenguaje virtual. Pero por supuesto, el autor preferido del público menudo no se privó de cantar, bailar, bromear, retar a los chicos que se pasaban de la raya, a los grandes que dejan prendido el celular y hasta hacer un chiste con las siempre ridiculizables, campañas políticas.
Nacido en San Jorge y emigrado prontamente a Buenos Aires, durante la década del `70 Pescetti se exilió en México, en donde vive prácticamente la mitad del tiempo, un vaivén que se filtra, principalmente, a través de sus canciones, donde alterna el voseo con el tuteo, el ¡qué bueno! con el ¡qué padre! "El humor exige inmediatez, así que trato de "switchear" -otra mexicanada- cada vez que cambio de país, pero a veces se me escapa alguna cosa", comenta una vez que ha culminado con la extenuante sesión de fotos y autógrafos que se organizó espontáneamente en el patio de la ex Jefatura de Rosario.
Como el encuentro lo amerita, la primer cuestión tiene que ver con los niños y la lectura. "No es que los chicos ya no lean, incluso diría que leen más que antes -apunta Pescetti-. Lo que ocurre es que la lectura hoy compite con muchas otras cosas más: la tele, la computadora. Por eso, al revés que en otras épocas, hoy hay que pensar cuáles son las alternativas para los chicos de las grandes zonas urbanas. Si el chico ya no puede jugar en la calle, ya no puede ir a la plaza, se complica hasta ir a buscar a un amigo, entonces las opciones no son muchas: la tele o la computadora".
-¿En este contexto qué significó para usted, como escritor, la irrupción de la internet?
-Por un lado me quitó mucho tiempo. Ahora pierdo horas contestando toneladas de correos que me llegan todos los días. Por otra, me voló la cabeza. Yo tengo una página (www.pescetti.com) en la que interactúo con gente de todo el mundo, todo el tiempo..., es como un escenario mundial permanente, una cosa muy loca...
-En este tipo de encuentro abierto, donde vienen chicos del centro pero también de los barrios marginales, imagino que usted notará que las diferencias se hacen más visibles a la hora de hablar de ciertas cosas, como por ejemplo la internet...
-Sí. Cuando me preguntan qué diferencias encuentro entre el público de España y el de México, o el de Guatemala y Argentina, yo siempre digo lo mismo: las grandes diferencias entre los chicos, no son de nacionalidad, sino de extracción social, de zona rural a zona urbana, de chicos marginales a chicos de clase media. Por eso cuando uno ve que los planes de enseñanza hacen tanto hincapié en cuestiones de gramática, a mí me espanta un poco por todo lo que deja afuera: las necesidades expresivas de los chicos en función de su contexto histórico y social. Es como si la escuela quedara cada vez más atrasada en relación a las habilidades y competencias que exige la vida de hoy.
-En este sentido, sabrá que a lo largo de esta feria casi la mitad de los días la escuela pública estuvo de paro, ¿qué opinión tiene en relación a esta situación?
-Hablar corporativamente de una profesión siempre es una tontería, así que yo me niego a hacer frases del tipo: "los maestros ésto" o "los maestros aquéllo". Como en todos los oficios habrá de todo, buenos y malos. Pero creo que lo importante es subrayar que el sistema educativo en la Argentina es un dique de contención de un montón de crisis sociales. La escuela le sigue haciendo el aguante a una gran cantidad de chicos para que no queden totalmente excluidos del sistema. En este sentido, la primer duda siempre va al presupuesto: si un maestro tiene que atender a 50 chicos, en una escuela que se le cae el techo, le tiene que dar de comer, sacarle los piojos, ¿es justo o no que reclame? En la Argentina de hoy hay miles de chicos que están sin contención familiar, ni social, ni estatal; entonces el maestro aparece como el único sostén. Esto no está bien, pero hasta que las cosas mejoren, a ellos no se les puede pedir más de lo que hacen. Esto no quiere decir que los maestros son todos divinos o que todas las escuelas son copadas. Sí digo que conozco cantidad de docentes que sacan de su bolsillo para comprar una tiza o un paquete de yerba para hacerles el mate cocido a los chicos, y por ellos me saco el sombrero. Que algunos funcionarios estén tan lejos de esa realidad, a mí me parece sinceramente, criminal.
--Los chicos y los medios, concretamente la televisión: ¿por qué ya no hay buenos programas infantiles?
--La televisión abierta tiene mucho de porquería en todos lados. Ahí sin duda tiene que intervenir el Estado, porque nadie más va a hacer ese tipo de apuesta. El Estado es el primero que debe invertir en Educación y Cultura, sin esperar más rédito que, en un futuro no tan cercano, un país mejor.
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