Mar 25.04.2006
rosario

CULTURA / ESPECTáCULOS › NORBERTO PUZZOLO EXPONE EN EL PASAJE PAM

"Hoy nos conformamos con que el mundo no nos pase por encima"

El fotógrafo Norberto Puzzolo expone en el pasaje Pam una instalación y cuelga cuatro magníficas y recientes fotografías.

› Por Beatriz Vignoli

El Pasaje Pam está de fiesta. Más de 200 obras de 78 artistas rosarinos, quienes respondieron de entre una convocatoria todavía más amplia lanzada por el espacio "Cultura Pasajera" de Florencia Balestra y Román Rivoire, van a integrar la sección de Espacios Emergentes "Barrio joven" en la feria ArteBA, entre el 19 y el 24 de mayo. La propuesta seleccionada se denomina "Trastienda en bruto". Su presencia en Arte BA surge de la invitación de Julia Converti y Marta S. Fernández, a partir de una decisión del comité de selección de "Barrio joven" integrado por Diana Aisenberg, Luisa Pedrouzo y Graciela Hasper. Todas ellas elogiaron, en su carta, la calidad de la propuesta presentada. "La carpeta que les mandamos era dinamita pura", coincide Balestra. Pero su entusiasmo, lejos de circunscribirse al proyecto propio, hace partícipes de este logro a los artistas de Rosario y a la ciudad en general. "Es la tercera vez que va Rosario a Arte BA", dice, recordando la invitación de Bis, y de Arte Privado, que implicó un espacio pago.

La propuesta de "Trastienda en bruto" es una acumulación "obscena" de obra de artistas invitados, con los precios de las mismas a la vista y en un espacio reducido, que es el de la trastienda de la librería "Imaginen todo" del Pasaje Pam. "Cultura pasajera" ha comenzado ya su tercer año consecutivo, expandiendo a seis los ámbitos dedicados al arte. En los baños del Pasaje, rebautizados Marasca Trip Gallery, Mauro Guzmán mostró un video, "Quiero ser Linda Blair", firmado por su heterónimo: "Linda Bler, artista poseída". En EXP.A.C.I.O, la marquería de Rivoire, internos de la colonia Oliveros ponen a la venta sus "Objetos impacientes", mientras que en otros rincones del Pasaje se posan obras de Gabriela Gabelich y de Terrorismo Gráfico.

Pero la estrella del Pasaje, este mes, es Norberto Puzzolo, que presenta una instalación en la planta alta de Peccata Minuta y cuelga en la Trastienda en Bruto cuatro magníficas fotografías recientes.

Sus nuevas fotos juegan con el antiguo recurso del trompe-﷓l'oeil, presentando lo que parece un espacio real roto y reconstruido. Una representa unas vacas Holando Argentino, y las otras tres unos cielos nubosos, al gusto romántico. Se trata de fotos efectivamente copiadas, trozadas, arrugadas, desarrugadas y pegadas con cinta de papel en un bastidor, donde Puzzolo las volvió a fotografiar. El efecto de estas obras es intenso; su simbolismo es muy rico, pudiendo remitir quizás a la recuperación de una utopía desechada.

Al subir hasta la planta alta de Peccata Minuta, el espectador se encuentra con dos sillas: una azul ante la vidriera de la sala, dando al pasaje Pam; y una roja, de espaldas a la azul y a la vitrina. La silla roja está clavada frente a un aparato de televisión que pasa ininterrumpidamente la misma realidad del pasaje Pam pero filmada por una cámara. A través de un circuito cerrado de video, similar al de los sistemas de seguridad, se ve en el monitor una televisación en vivo, cruda, sin cortes: un reality show de lo mismo. La imagen general es de desolación, e incluso de una cierta decepción: ¿esto es todo?

El fotógrafo rosarino Norberto Puzzolo integró junto con Juan Pablo Renzi, Noemí Escandell, Eduardo Favario, Graciela Carnevale y otros el Grupo de Arte de Vanguardia de Rosario, que al cabo de una serie vertiginosa de eventos grupales realizados a mediados de los años sesenta, se hizo conocido por el último, "Tucumán Arde" en noviembre de 1968. Puzzolo se remite a esta historia en un texto que acompaña su nueva instalación. "En mayo del año 1968 me tocó iniciar el ciclo de Arte Experimental auspiciado por el Instituto Di Tella. En aquella oportunidad propuse una serie de sillas que invitaban al espectador a mirar la calle por una amplia vidriera. Cuando la vi recreada en la muestra antológica organizada por el Museo Castagnino en el año 2004, nada era igual. La gente se sentaba a ver el parque Independencia; mientras la muestra se desarrollaba en la planta alta, la primera invitación que recibían los visitantes era mirar para afuera, en franca contradicción con mi interés de que subieran a ver las obras".

A continuación el autor reformula aquella dicotomía entre "el afuera" y "el adentro" y explica el origen del título, "Primero como tragedia, segundo como comedia", en una muy citada frase de El 18 de Brumario de Luis Bonaparte, de Marx y Engels. Del mismo modo, aquella "experiencia" de las sillas en los años 60 retorna hoy como una "instalación" que permite más libertad al espectador. "Este --dice el artista en su texto, puede elegir sentarse en una u otra silla, o en ninguna".

Lo que no puede elegir, y que el artista no dice, es sentarse en las dos. En suma: debe elegir. Está condenado a la libertad, como diría Sartre. Surgen varias preguntas: ¿basta con el emblema del televisor y el televidente de espaldas a la ventana, para representar las complejidades que entrañan, hoy, lo mediático y la sociedad del espectáculo? Y si la historia, en esa paradoja kitsch de su imposible repetición, vuelve como comedia, ¿no es mejor que el cómico sea otro? Por mencionar otra aplicación del aforismo de Marx que abarca el mismo lapso, los actores del Mayo Francés y la protesta contra el Contrato Primer Empleo tampoco fueron los mismos.

"En 1968 queríamos cambiar el mundo; hoy nos conformamos con que el mundo no nos pase por encima", cuenta Norberto Puzzolo a Rosario/12.

--¿Son realmente dos obras ésta y aquélla, o ésta es una traducción, una corrección de paralaje de aquélla?

--Esta nueva obra, que sí es nueva y es otra, constituye una ironía contra mí mismo, una autocrítica pública. Expresa mi crisis personal ante esta época, en que no hay un arte político de riesgo. Yo mismo estoy inmerso en esta cuestión del arte contemporáneo, esta especie de Dadá tardío que deja una sensación de cierta vacuidad y de que sigue la fiesta menemista.

--Según comentó hace poco Noemí Escandell, ella, vos y Juan Pablo Renzi sostuvieron, entre 1976 y 1982, una posición ética de "abstinencia" que consistía o bien en dejar de producir, o bien en seguir produciendo pero no mostrar la obra. Esta decisión era una forma de negarse a colaborar con la dictadura. Rehusarse a mostrar algo que fuera aceptable para los milicos, mientras ellos devastaban el país, era un gesto solidario para con las víctimas de la represión. Ella lo resumió diciendo: "Nosotros también fuimos desaparecidos". ¿Para vos tuvo también este sentido?

--No quisiera ponerme como víctima, por pudor y por respeto ético. "Tucumán arde" fue una obra terminal. Si el arte había muerto porque el arte era de la burguesía, entonces la única obra posible después de "Tucumán Arde" era algún nivel de militancia. "Tucumán arde" fue una obra más en mi producción. Fue un compromiso de un grupo de artistas con la realidad, pero no por ella somos comparables a los 30.000 desaparecidos. Pero significó una apertura, que nos obliga a los que participamos en ella a ser coherentes y mantener nuestra continuidad con una cierta conducta.

Yo estuve casi quince años sin hacer nada. Durante esos años trabajé en medios periodísticos gráficos de un cierto compromiso, haciendo retratos de pintores por los cuales recibía, en canje, una obra del artista. Noté que seguir en contacto con el ambiente del arte me daba mucho placer. Gilberto Krasniasky me invitó a mostrar esas fotos en su galería, en 1983, ya con la apertura democrática, y fui. En 1982, en pleno Malvinas, hice un "Autorretrato con chorizo" que fue mi primera obra en más de una década. Creo que la democracia fue lo que de alguna manera me llevó a realizar obra.

Corte. De vuelta al pasaje Pam. Él no lo sabe, o quizás prefiera ignorarlo, pero entre la autoparodia de los jóvenes y la autoironía del maestro se tiende un mismo puente de espíritu autocrítico y lucidez creativa. En una pausa entre la atención al público en EXP.A.C.I.O, donde trabaja, Mauro Guzmán declara respetuoso que "sin aquellos años 60, sin aquellos 80, e incluso sin los 90, esta movida que estamos haciendo ahora sería imposible".

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