CULTURA / ESPECTáCULOS › PLASTICA. LOS HERMANOS SCHIAVONI. LEGADO Y VIGENCIA EN LA FUNDACIóN OSDE
Augusto y María Laura Schiavoni revolucionaron el modernismo latinoamericano. La muestra curada por Sabina Florio e Iván Hernández Larguía incluye trabajos hasta ahora desconocidos de los hermanos, junto a obras de otros grandes autores.
› Por Beatriz Vignoli
Los hermanos Schiavoni eran seis. Augusto era el mayor; María Laura, la menor. Los dos pintaban y no sólo eso: sabían dibujar, aunque su época no les creyera, y revolucionaron el modernismo latinoamericano desde un lugar tan literalmente excéntrico como el barrio Saladillo. Uno solo de los hermanos, Humberto, dejó descendencia. A su hijo Humberto Augusto, que vive en Misiones, el azar hizo que diera con él la investigadora Sabina Florio. Ella venía trabajando el legado de los Schiavoni desde hacía años para su tesis de doctorado por la UNR, dirigida por Iván Hernández Larguía y aprobada con honores en 2009. El resultado del encuentro fue un viaje de Rosario a Misiones, el comienzo de una gran amistad entre la historiadora de arte y la familia, la donación de un Fondo Documental y una muestra excelente, Los hermanos Schiavoni. Legado y vigencia.
Con curaduría de Iván Hernández Larguía y Sabina Florio, la muestra incluye cuadros nunca antes vistos por el público de Rosario y se inaugura hoy a las 19 en los pisos 4, 5 y 6 del Espacio de Arte Fundación OSDE (Oroño 973) con la presencia de familiares de los artistas, que viajaron desde Misiones. Se verán obras provenientes de colecciones públicas y privadas, principalmente retratos y paisajes modernistas, sobre todo pinturas (además de grabados, dibujos, esculturas y documentación) de artistas rosarinos del siglo XX: Augusto y María Laura Schiavoni, Manuel Musto, Alfredo Guido, Emilia Bertolé, César Caggiano, Domingo Candia, Santiago Minturn Zerva, Gustavo Cochet, José Marín Torrejón, Tito Benvenuto, Juan Pablo Renzi, y de los contemporáneos Rodolfo Elizalde y Emilio Ghilioni, director además de un video sobre Juan Grela que se proyectará el martes 12 de junio a las 18 en OSDE en el marco de la muestra. El jueves 31 de mayo es el encuentro con los curadores. En la inauguración tendrá lugar una donación importante.
La curadora dialogó el viernes con Rosario/12 en una visita guiada exclusiva. "Siempre lo presentaron como un marginal. Pero no hay artista que se forme solo", dice Florio de Augusto Schiavoni (18931942), autor de Los pintores amigos (1930), obra que constituye una auténtica piece de resisténce de la muestra. "Se decía que siempre retrató figuras solitarias, pero acá estaba este cuadro inexplicable. No hay cuadros inexplicables", afirma Florio y pasa a explicar Los pintores amigos: un manifiesto en imágenes, de audaz síntesis formal, que (analizando su iconología desde la sociología de la cultura a la luz de los datos históricos) da cuenta del lugar que tenía Schiavoni entre sus pares y de las discusiones estéticas entre ellos.
"Ellos" son: Schiavoni, de pie a la izquierda, de traje castaño rojizo, con un pincel en la mano derecha; su amigo el pintor Manuel Musto, sentado adelante, enorme, con un abrigo de pelo de camello color anaranjado; el escultor José Bikandi, sentado detrás a la derecha, de traje azul y boina vasca, atributo de su origen étnico; Alfredo Guido, sentado adelante a la derecha, con un elegante traje burgués de seda celeste oscuro al que Schiavoni pintó parodiando el estilo de este pintor, un poco más naturalista que el suyo. Los tres invitados se sientan a la mesa con vasos de vino tinto; por elementos comunes con otras obras, Florio deduce que están en casa de Schiavoni. Además de los modos de sociabilidad, se retratan tendencias estéticas, afinidades electivas y opuestos, señalados por los colores análogos y complementarios. Más que mera representación, el cuadro constituye un texto visual y una operación en el campo social del arte de Rosario, de cuya dinámica todos parecían ser muy conscientes.
"También en 1930, Musto pinta un retrato de Schiavoni", dice Florio. "Musto y Guido ya han sido premiados. Schiavoni todavía no. Pero en el salón de 1931, los jurados son Musto e Hilarión Hernández Larguía, padre de Iván. Y le dan un premio estímulo a Schiavoni por esa Naturaleza muerta de 1929. En ese mismo salón de 1931 Musto presenta, fuera de concurso porque es integrante del jurado, su retrato de Schiavoni. En 1928, Schiavoni lo pintaba a Musto como él se pinta dos años después, y así lo vuelve a pintar en 1932". Todos los cuadros están allí, como convidados a un banquete. La arquitectura del diseño de montaje relata la historia, dando a leer el juego de reconocimientos mutuos que les permitió afirmarse y reconstruyendo rigurosa y amorosamente el período en que vivieron.
El quinto piso es de María Laura Schiavoni, quien no era la evanescente poetisa que los críticos de la época quisieron ver, sino una mina aguerrida, docente de escuela, educadora incansable, longeva y (por si esto fuera poco) custodia y donante no sólo de la obra del hermano, sino de documentación. Un retrato por Augusto en el otro piso la muestra de pie, con un libro abierto en la mano, con una colorida biblioteca detrás: una mujer moderna, apropiándose del capital intelectual de la cultura. Ella mentía sobre su edad, incluso en su lápida. Al consultar el acta de nacimiento de la artista, Florio comprobó que María Laura Schiavoni había nacido en 1904 y no en 1912. Falleció en 1988. Legó un Fondo Documental que será donado hoy por Humberto Augusto Schiavoni, sobrino de Augusto y María Laura, al Instituto de Historia de la Arquitectura de la Facultad de Arquitectura, Planeamiento y Diseño de la UNR, cuya sección de Arte está a cargo de Florio. "Contiene documentación perteneciente a la familia, fotos, manuscritos de la artista sobre múltiples temas, cartas, fotos y otros. Una vez digitalizado se podrá consultar en la Biblioteca de dicha Facultad", anticipa la curadora.
La muestra se cierra en el piso 6 como se abrió, con "schiavonianos" retratos de Ghilioni, paisajes de Elizalde y un "cuadromanifiesto" de Renzi, que a su vez es una cita y una denuncia: Retrato del pintor Musto (1976) remite a Los pintores amigos y lo pone a Musto, con su mismo saco ocre de pelo de camello, contra un plomizo paredón carcelario hendido por balazos. Y la grave mirada del pintor lo dice todo.
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