El vínculo hacia el cine de terror tiene padres fundantes: Vincent Price, Boris Karloff, Christopher Lee, entre otros. Pero mejor aún si es el de sangre propia. Es decir, y como Hernán Fdel comenta a Rosario/12: "Me pasó algo extraño, tuve la suerte de que a mi viejo le gustara el cine de terror y de que de chiquito me comprara una video casetera. Ahí fue cuando empecé, cuando cada vez que podía miraba una película de terror. De allí debe venir esa cuestión que tengo, bah, que todos tenemos, con la sangre, con la muerte". Prólogo de mortaja para la selección de título "Muestra de Cortos: Fantástico & Terror", que tendrá lugar hoy, a partir de las 20 y con entrada libre y gratuita, en el túnel 4 del Centro Cultural Parque de España (Sarmiento y el río). Componen el panorama sangriento los trabajos Bebé verde (Jonathan Monroig), Deus Irae, Man in a Bag (ambos de Pedro Cristiani), The Killing Joke (Sebastián López), Zombirama (Ariel López V., Nano Benayón) y Los de afuera (Hernán Fdel).

-El terror y los vhs me recuerdan los fines de semana, el grupo de amigos, y los videos de cajas enormes...

-Es cierto, nosotros nos juntábamos y sacábamos de a cinco películas. Ibamos probando, de todo, había mucha película mala, mucho gore, era la época de los ochenta, de Chucky, de Halloween, Freddy Krueger, yo me fui criando con todo eso.

-Pienso también en la adolescencia, en la transgresión, y en cómo el cine de terror sabe encarnar esto. Nunca faltaba en la selección una Martes 13 con alguna chica en tetas.

-Por supuesto, con el machete castigando el sexo. Uno de los personajes habituales era el de la típica rubia americana, de ojos verdes, "tonta". Sabías que iba a morir, algo con lo que todavía se sigue jugando en el cine.

-Lugares comunes que la serie Scream fue capaz de actualizar.

-La última película de Scream se burla de sí misma, es una película dentro de otra.

-¿Y cuáles fueron las referencias al momento de pensar en Los de afuera?

-El cortometraje está muy influenciado por Rec, de Paco Plaza y Jaume Balagueró. Traté de estudiarla todo lo que pude. Quisimos hacer un corto "infectado", lo que es todo un subgénero dentro del cine de terror. En este sentido, la otra influencia es Exterminio, de Danny Boyle. Tomé un poco de la característica de falso documental de Rec y un poco de la estética de Exterminio, con sus imágenes "humildes", casi sencillas, con el fin de generar una misma tensión. El corto no tiene mucho gore, sino que más bien trata de lograr suspenso. La aparente espontaneidad de Rec es dificilísima, tiene un híper realismo muy difícil de lograr. Los zooms, por ejemplo, están hechos milimétricamente. Con Luciano Barrera --el director de fotografía-﷓ somos fanáticos de los zombies, él de los de (George) Romero, y yo de los infectados que corren; es decir, cuando uno hace una película de zombies debe preguntarse si los zombies van a ser lentos o van a correr rápido. Como me tocó dirigir, elegí hacer algo intermedio. El corto dura 13 minutos y fue filmado en tiempo real, para poder seguir los pasos del maquillaje y no tener problemas de continuidad entre un plano y otro. Fue filmado en el medio de la oscuridad, en un hospital, y solamente con linternas. La apuesta fue tratar de que se viera muy real, como si de repente sucediera de verdad algo extraordinario.

-Al verlo, se nota que la pasaron bien, aunque imagino sesiones de muchas horas.

-Eran diez actores que tenían que esperar el doble de tiempo habitual en un rodaje, por ser en tiempo real. Fueron jornadas de 18 a 20 horas cada una, en pleno invierno, en el hospital Eva Perón de Granadero Baigorria, dentro de una salita que estaba a punto de empezar a construirse, lo que nos permitió tirar sangre en las paredes, en los pisos, en las personas, ¡por todos lados! Los actores creo que lo disfrutaron, por un lado por el género en sí. Cuando se daba la acción todos comenzaban a imitar zombies, a correr, los efectos fueron muy divertidos. El proceso de maquillaje duraba de seis a ocho horas.

-Ahora se les suma una posibilidad de distribución más amplia.

-Tenemos la suerte de haber firmado en Buenos Aires un contrato con la distribuidora Hasta 30 minutos, que durante tres meses va a hacer circular el trabajo entre festivales como el de Sitges, el Mórbido Film Fest (México), y el Buenos Aires Rojo Sangre. Estamos contentos.