A cinco años de su creación, Zapateá Lechuza! fue modificando su formación, pero sostuvo siempre una intención de abordar al folclore argentino y latinoamericano desde una concepción amplia en lo musical y que, en lo poético, busca representar a su generación. Candombe, murga uruguaya y ritmos de distintas regiones argentinas han convivido en el repertorio de un grupo que, desde hace seis meses, se consolidó como cuarteto con sus miembros fundadores: Guillermo Fabbro (guitarra y charango), Matías Frediani (guitarra y vientos), Elías Coronati (voz) y Gonzalo Rolando (teclado y acordeón).

"Cuando empezamos teníamos tres guitarras, cajón peruano, vientos y teclados. Eramos siete, pero no mantuvimos mucho tiempo esa formación. Después el cambio más importante fue incorporar bajo y batería. Eso nos abrió a incluir otros ritmos, y con esa formación estuvimos tres años", recordó Fabbro, que precisó que las variantes en las formaciones no condicionaron el repertorio: "Pese a que no tenemos bajo o batería, que por ahí forman bases más sólidas, lo que hacemos no suena a folclore tradicional".

Cuatro participaciones consecutivas en distintas peñas en el Festival de Cosquín (las dos últimas como parte de la programación, post preselección, de la que es organizada por el Dúo Coplanacu; como así también en La Fisura que impulsan los Carabajal) son una prueba firme de una de las cualidades centrales del grupo: su capacidad de animar el baile, tarea que vienen desarrollando desde 2008 con sus propias peñas mensuales en Rosario.

De hecho, esta misma noche, a las 23, celebrarán sus cinco años con una nueva edición de su peña La Bisagra en Pugliese (Corrientes 1530), donde abrirán el juego al baile y el acercamiento a su folclore contemporáneo, según concluyó Fabbro: "Tenemos un sonido particular, y creo que éso está rindiendo. No hacemos un repertorio de los temas más conocidos, sino que apostamos a nuestros propios temas y de otros artistas menos conocidos. Nosotros tratamos de hacer un folclore que nos identifique, que no esté descontextualizado de nuestra realidad. Nos interesa traer el mensaje del folclore a la ciudad, no hablar del campo o del caballo, que tenga que ver con nuestra situación cotidiana, y que el folclore siga presente a partir del hecho de que representa los saberes del pueblo. Y, musicalmente, con otros sonidos, sin encasillarnos en un género folclórico. Nosotros no nos preguntamos qué es lo que hacemos, pero sí mantenemos las métricas para que la gente pueda bailar. Por ejemplo, tenemos una chacarera con arreglos de blues, pero mantiene su métrica para que la gente pueda bailar una chacarera".