CULTURA / ESPECTáCULOS › ENTREVISTA A RUBéN PLATANEO, UNO DE LOS ORGANIZADORES DEL BAFICI ROSARIO
Con una muestra de calidad y con presencias de relieve, la décima edición continúa hasta mañana en El Cairo y en el Parque de España.
› Por Leandro Arteaga
Con una actividad que conoce hoy su punto álgido, con películas premiadas y una entrevista abierta a jóvenes realizadores (ver recuadro), la décima edición de Bafici Rosario quizá sea una de las más contundentes en cuanto a pluralidad de títulos, presencia de cineastas, y una compañía de público que ratifica, año tras año, la necesidad de esta muestra como espacio ineludible, sin comparación, para la actividad audiovisual de Rosario.
En diálogo con Rosario/12, el realizador Rubén Plataneo rostro visible de Calanda Producciones, grupo organizador expone sin límite de palabras a la pregunta que interroga sobre el empecinamiento sostenido que significan los diez años de la Muestra Itinerante de Bafici en ciudad. "Es que no hay pasión verdadera sin esfuerzo, creo que cualquiera de los que nos dedicamos a actividades similares sabemos de las horas que le quitamos al sueño u otras cosas. Con el Bafici hay una cosa que tiene que ver con el perfil de Calanda desde que nos agrupamos y asociamos como productora, que fue la decisión de mantener dos carriles simultáneos: por un lado, la realización de películas y, por otro, el de las actividades de difusión y formación respecto del cine. Organizar ciclos como el que dedicamos a (Chris) Marker, con una revisión de su obra y un seminario, o la actividad que vamos a organizar en octubre, con un seminario a cargo de David Oubiña, sobre "cine y literatura en los extremos" que para nosotros es quien mejor escribe y piensa el cine en el país son decisiones nuestras que tienen que ver con sumar elementos, recursos intelectuales y de apreciación, tanto para el público como para los realizadores. Aportar a la difusión y formación en cine hace a la formación de nuevos y mejores espectadores, también a la mejor calidad expresiva en las realizaciones. Es algo que lamentablemente muchas escuelas no se dedican a fortalecer pero nosotros sí, somos cinéfilos y nos encanta que la gente pueda profundizar".
Cada edición de Bafici Rosario es una aventura particular, que guarda una historia de génesis primera de una década atrás, que supo cómo delinear progresivamente un espacio de carácter ya casi institucional, aún cuando dependiente de lazos de estructura mayores y políticos. "Lo del Bafici Rosario comenzó cuando yo estaba trabajando en (la revista) El eclipse, donde además de escribir programaba ciclos con mis compañeros, como el dedicado a (Alexander) Sokurov el primer ciclo que se hizo en Rosario sobre su obra, ahí fue cuando comenzó la relación con la gente del Bafici y empecé a tramitar la posibilidad de realizar la muestra aquí. Cada nuevo año es una nueva muestra, donde hay que volver a entablar las negociaciones, las relaciones, los contactos. El trato con las instituciones no es fácil, el Bafici es un ente autónomo como festival pero depende del gobierno de la ciudad de Buenos Aires y de las instituciones culturales de esa ciudad, lo que hace que siempre esté supeditado a cuestiones políticas más allá de la dirección artística. Todos los directores siempre han tenido la mejor predisposición para la muestra itinerante, sean (Sergio) Wolf, Quintín, (Fernando M.) Peña, el mismo (Andrés) Di Tella, siempre tuvieron esa idea de apoyar, pero es todo un tema político la organización. También el conseguir los recursos para instalar la muestra acá. Todos los años hay que procurarlos para poder financiarnos, porque meter 30 o 40 películas en cinco días, en dos salas, cuesta mucho y no sólo trabajo, y como no somos una productora de tinte comercial tenemos que dedicarnos a conseguir apoyos institucionales, de la provincia, de Cultura, lo que para nosotros es absolutamente lógico que tengan que aportar a este tipo de eventos, porque para eso están".
La autonomía de Bafici Rosario creo que también se manifiesta en el interés de los realizadores por venir a la ciudad, tal como sucederá con la entrevista abierta.
Ese es otro aspecto que siempre quisimos mantener, el de traer a los realizadores con sus películas, el de hacer cine por otros medios, el más allá y más acá de la proyección, algo que al público siempre le interesa. También es un intercambio que sólo se da en estas ocasiones, tanto como me pasa a mí mientras acompaño a mi película, El gran río, ir a confrontar con el público, ver qué apreciaron, y encontrarte con un mundo que es una diversidad de opiniones que tonifica. Este año logramos la entrevista abierta con Andrizzi, Schonfeld, Ortega y Tobal (ver recuadro). También porque el cine siempre está demostrando cambios internos; cada cambio tecnológico, cada sacudida económica, cada nueva escuela, cada movimiento que se forma, provoca cambios en las realizaciones, eso es algo a lo que hay que estar bien alerta. Hace unos años todos hablábamos de una revolución que se iba a dar con el cambio digital y se produjo, no fue explosiva pero sí profundísima. El cine es muy dúctil, es muy flexible, y eso significa que haya podido sobrevivir a pesar de todos los intentos de ajusticiamiento que le han prometido. El cine siempre tiene una sobrevida. Eso va acompañado de sacudones y movimientos expresivos. Al hablar de nuevos directores estamos hablando de qué forma filman estos tipos, de qué manera se financian y de qué quieren hacer. Tienen una fuerte carga autoral, quieren hacer sus propias películas, y allí está la sobrevida del cine, que haya tipos que quieran hacer su cine y que lo expongan ante el público. Hacer una muestra con treinta títulos en sala, con directores, donde hablemos de cine durante varios días, es lo que nosotros valoramos.
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