Mié 29.08.2012
rosario

CULTURA / ESPECTáCULOS › LITERATURA. CIUDAD GóTICA SUMó TRES OBRAS A SU COLECCIóN "ESTACIóN CINE"

Palabras que narran al cinec

Firmados por Leandro Arteaga, Luis Fuster y Ricardo Guiamet, los nuevos libros de la editorial abordan lo singular de la pantalla santafesina, desde la animación hasta los documentales sobre inundaciones, pasando además por el gauchesco.

› Por Beatriz Vignoli

El viernes pasado, en el cine El Cairo, se presentaron los Apuntes Cinéfilos de la Colección "Estación Cine" de la Editorial Ciudad Gótica, trilogía de libros de ensayos sobre el cine de la región. La animación, el cine gauchesco y los documentales sobre inundaciones santafesinas (cuya matriz y precursora sería una obra cinematográfica de ficción, Los inundados, de Fernando Birri) son los tres géneros que los ocupan. Tanto Leandro Arteaga en La pantalla dibujada. Animación desde Santa Fe como Ricardo Guiamet en El primitivo cine gauchesco santafesino y Sergio Luis Fuster en Cuando llegan las aguas. Los inundados de Santa Fe, abordan lo singular de la pantalla santafesina.

Licenciado en Comunicación Social por la UNR, colaborador permanente de Rosario/12, docente, columnista e investigador, Leandro Arteaga comienza la historia de la animación en la región con la de un maestro: Luis Bras (Rosario, 1927﷓1995). El minimalismo extremo en el uso de recursos fue un rasgo de estilo en la exigua pero influyente obra de este pionero rosarino de bajo perfil, quien fundó la inquietud por "el séptimo arte bis" (como él lo llamaba) desde su sótano taller en San Lorenzo 1453, cuna de El Sótano Cartoons.

Desde Emile Cohl y Winsor Mc Cay, creadores del cine animación, hasta Dante Quinterno y García Ferré, Arteaga cuenta la historia de este lenguaje y define su especificidad. Dato curioso, los dos primeros largometrajes de animación sonoro del mundo fueron un invento argentino: una saga satírica de Quirino Cristiani realizada en Buenos Aires sobre el presidente Hipólito Yrigoyen que abarca El apóstol (1917) y Peludópolis (1931). También Guiamet lo menciona; las líneas de investigación de ambos coinciden en el estreno conjunto de Upa en apuros, de Quinterno, y La guerra gaucha, de Lucas Demare, en 1942.

Luego de recorrer la obra artística y comercial de Bras y su labor como docente en la UNR y en su propio taller, en un relato que no elude las tensiones que le imprime la época, Arteaga se centra en la relación maestro﷓discípulo con Pablo Rodríguez Jáuregui (Santa Fe, 1966), depositario de su legado. Esteban Tolj y Mariana Wenger son sólo algunos de los activos discípulos de Bras, cuyo acervo luego cristalizaría en dos instituciones: la Escuela para Animadores (que depende del Centro Audiovisual Rosario) y la Cooperativa de Animadores Rosario, y dos DVD antológicos de diversos autores, The Planet (2001, con música de Fernando Kabusacki) y 40 años de Animación en Rosario (2005). La Cooperativa produce un programa de TV, Cabeza de Ratón, y filmes como Guía de Rosario Misteriosa (2009). En Santa Fe, Arteaga destaca a Claudia Ruiz, a Buhaje y a las diversas cooperativas de trabajo.

La producción cooperativa en la capital provincial también es un tema del que se ocupa Fuster en su abordaje de la obra del colectivo Santa Fe Documenta, realizadores del documental Inundaciones (2003) y al referirse a La Conjura TV. Esta forma de producir, a muchas manos, se refleja en el libro mismo de Fuster, que es abogado, poeta y conductor de un programa radial del mismo nombre que la colección. Prologan su libro Pablo Testoni y María José Maldonado, con sendos testimonios, como realizador y como médica respectivamente, de lo que significó la devastadora inundación del Salado en 2003 en términos humanos. Un epílogo de Joel Lazos repasa las inundaciones en el cine catástrofe y Fernando Varea reimprime una reseña publicada en Rosario/12 sobre Los inundados (1961) de Birri, referente indudable de los filmes que reseña Fuster, entre ellos los documentales Seguir remando (2009) de María Langhi, y Vanesa, de Mariana Rabiani. No es un dato menor que estos documentales hayan sido protagonizados y dirigidos por mujeres.

En Cine silente vs. Cine mudo, el novelista, poeta, crítico y psicoanalista Ricardo Guiamet (Rosario, 1959) se adentra en el apasionante mundo del equivalente argentino del western: el cine gauchesco. Su singularidad, su carácter local e intransferible, son destacados por el autor en contraposición al género menor de los Gaucho Westerns y a obras mayores como Way of a Gaucho (1952) de Jacques Torneur. Que el cine argentino existe desde 1896 y que la primera película pornográfica conocida se filmó allá por 1907 en una costa que no se sabe si es quilmeña o rosarina, son datos que condimentan el magistral análisis que hace Guiamet de dos películas silentes gauchescas santafesinas: El último malón (1917), de Alcides Greca, y El último centauro. La epopeya del gaucho Juan Moreira, dirigida por Enrique Queirolo. Basada en el folletín Juan Moreira, de Eduardo Gutiérrez, fue rodada en 1923 y estrenada en Rosario en 1924. Qué subjetividad construye el cine, qué papel tuvo el cine sin sonido en la construcción del lenguaje cinematográfico y en el grado de universalidad de su alcance son algunas de sus fascinantes preguntas.

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