CULTURA / ESPECTáCULOS › JORGE MIGOYA ESTA DE REGRESO EN LA CIUDAD
El músico residente en Francia se presenta hoy en el Centro Cultural Bernardino Rivadavia. "Vine un poco para cargarme las pilas", dijo el guitarrista, quien tocará con El Umbral.
› Por Edgardo Pérez Castillo
Aunque la visita derivó en la presentación gratuita que esta noche a las 20.30 ofrecerá en el Centro Cultural Bernardino Rivadavia, el retorno de Jorge Migoya a Rosario se vinculó más bien con algunas necesidades básicas del compositor radicado en Francia. "Necesitaba cargar las pilas", explicará en su diálogo con Rosario/12 el pianista, guitarrista y clarinetista, quien además accedió a la posibilidad de registrar un segundo disco a través del sello BlueArt Records, en lo que se transformó en el núcleo esencial de su estadía.
Sin embargo, esta vez Migoya gestará un disco "más íntimo", y parte de ello conformará su concierto de hoy, donde interpretará solos, duetos y tríos, sumando como invitados ocasionales a la bandoneonista francesa Annabel de Courson, al contrabajista Gastón Bozzano y a los hermanos Luis y Mariano Suárez, quienes serán los encargados de abrir la función junto a sus compañeros de El Umbral. En tanto, el lunes 29, estará en el bar El Cairo.
En cuanto a las cualidades de su repertorio, Migoya anticipó: "Voy a tocar dos temas del nuevo disco, que la gente no conoce. Uno de ellos es casi una zamba, y no sé por qué me salió eso, y después voy a hacer una canción muy dulce, con piano y vientos atrás, cantada en francés. Pero me parece que, de todas maneras, tienen este universo que, sin ser pretencioso, de alguna manera me pertenece".
En ese adelanto, Migoya hace más que delinear parte del repertorio que repasará en el CCBR. Plantea allí cierta continuidad estética en relación al ecléctico Otros vientos, aunque presentada desde una nueva sonoridad. "Otra vez va a suceder lo mismo, porque es lo que me gusta --consideró--. Y es una mezcla natural, porque ni siquiera me lo propongo. Por ahí compongo una cosa y me sale latina, compongo otra y me sale un jazz. Y hay cosas que son interesantes para grabar, como por ejemplo un dúo de clarinete y bandoneón, que parecería música clásica, aunque en realidad es música popular. En ese sentido el disco va a sorprender de nuevo".
Centrado entonces en el registro de este segundo álbum, Migoya aprovecha además para recuperar energías, según confió al afirmar: "Me parece importante seguir teniendo lazos con Argentina, y vine un poco para cargarme las pilas. En Francia me está yendo muy bien, pero en un momento dado, no sé lo que sucede, pero es una especie de falta de energía, y de alguna manera vengo a buscar esa energía acá".
En ese sentido, el compositor fue aun más lejos cuando consideró: "Estoy muy contento de ser lo que soy, y de haber nacido aquí. Muchas veces me siento representante de algo. A lo mejor no soy representante de nada, pero por eso vengo a Rosario y no a Buenos Aires, porque forma parte de mi pasado, tengo amigos, referentes. En esta vuelta me he contactado con muchos de ellos, y eso me hace muy bien, y mi música es el reflejo de todo eso. En alguna medida me siento rosarino más que argentino".
-Es interesante que su postura no sea melancólica.
-Sí, no es para nada melancólica. Es fuerte y nutritiva. Lo que pasa es que para mí la música es un estado de ánimo, una filosofía inclusive. Soy músico, no sé si soy poeta, pero en todo caso trato de ser filósofo con respecto a la música. No se trata solamente de tocar la guitarra, el piano o el clarinete porque me gusta, es más que eso y lo encaro de esa manera. Realmente tiene que haber comunicación con la gente, y cada vez que hago una media nota, un sonido, siempre me pregunto si me voy a poder comunicar con los otros. Esa es mi obsesión total, al margen de que me gusta tocar, lo más importante es poder comunicarme con los otros, que lo que digo se entienda, que haya algo en común, un feeling. Eso para mí es fundamental, para mí el arte es éso, la comunicación total. En Francia hay muchísima basura, inclusive más que acá, donde hay una corriente muy importante como la del rock nacional. Allá ni siquiera eso, está la canción francesa, pero todo está muy invadido por música basura que nos imponen constantemente. Resistir en este medio es terrible, entonces yo también estoy resistiendo.
-Uno quizás tiene la idea de que en Europa hay acceso a otras músicas...
-Sí, fue así, pero el mundo ha cambiado radicalmente, y en Europa estamos invadidos por la música norteamericana, y no todo es bueno. Entonces me parece que hay que resistir a todo eso, de una manera u otra. En ese sentido no hay ninguna diferencia entre Rosario, París, Buenos Aires o Nueva York, estamos todos en una especie de clima donde todo tiene un precio, aunque sea malo. Esto va a cambiar, pero por el momento estamos en una época de resistencia. Creo mucho en la gente joven, yo tengo hijos que tienen 15 y 16 años que no escuchan lo que hago, escuchan otra onda y está muy bien. Pero el tiempo pasa y tu cabeza cambia. Si sos un tipo inteligente vas a escuchar otras cosas, no pretendo llamar hoy a los pibes de 16 años para que escuchen lo que hago. No, que vayan a bailar, pero hay otra gente que puede estar interesada. La cultura sirve para aprender eso, para mostrar que hay otras cosas. En mi vida cambié mucho musicalmente, al principio hacía rock, después me interesé por el jazz, después muchísimo por la música clásica. En alguna medida todos pasamos por ahí, y eso es justamente lo interesante, la capacidad de progresar mientras el tiempo pasa.
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