CULTURA / ESPECTáCULOS › LITERATURA. ESTA TARDE SE PRESENTA EL PEOR DE LOS DESIERTOS
La obra de Alejandro Pereyra inaugura la colección "Narrativas" de Baltasara Editora. El libro se ofrece como un atrapante juego de textos, donde se despliega una riqueza de prosa poética capaz de dar la ilusión de ser infinita.
› Por Beatriz Vignoli
"Me fascina la idea de una imagen bipartita o un díptico donde uno de los términos tiene una leve diferencia, apenas perceptible y nunca a primera vista", comenta Alejandro Pereyra, quien hoy a las 19.30, en Mal de Archivo (Moreno 477), presenta su primer libro de cuentos. Titulado El peor de los desiertos, el libro inaugura la colección "Narrativas" de Baltasara Editora, una editorial independiente que retoma la tradición del librero y editor español Laudelino Ruiz, radicado en la ciudad de Rosario entre 1930 y 1972. Rosarino, emergente de la Escuela Provincial de Cine y Televisión, Alejandro Pereyra fue director de fotografía en varios filmes argentinos, incursionó en la crítica de cine, obtuvo cierto reconocimiento por su narrativa breve y "dirigió" la foto de portada por Rodrigo Roger, donde buscó expresar visualmente su idea del doble imperfecto.
El libro iba a titularse "Dos versiones" o "La habitación de Lezama", títulos de dos de los cuentos (el segundo es una referencia al poeta neobarroco cubano José Lezama Lima, quien también trabaja la especularidad en su obra). Pero el autor y la editora, Liliana Ruiz, recién coincidieron a partir de un hallazgo. Muy en la lógica recursiva con que construye Pereyra algunos de sus relatos (un juego circular de cajas chinas, como el de las varillas en la estructura arquitectónica del treillage), el título surgió de una frase, que Michael Leiris pone en un prólogo, acerca de la capacidad del niño para "transformar en terreno de juego el peor de los desiertos". Pereyra encontró la frase citada en otro prólogo, el de Realidad y Ficción, del psicoanalista Donald Winnicott, creador del concepto de objeto transicional y a quien (en su cuento "Winnicott") Pereyra transforma en un niño que pierde su osito de peluche en el bosque.
Dicho esto, parece que El peor de los desiertos (la frase aparece citada en "Winnicott" y en "La habitación de Lezama") fuese a ser un libro ilegible, cuando en realidad es un atrapante juego de textos que despliega una riqueza de prosa poética, capaz de dar la ilusión de ser infinita. Algunas ficciones de Pereyra, como las citadas, constituyen relatos dentro de relatos, cadenas de metaficciones inspiradas en las tradiciones latinoamericanas del disparate y la fábula que abrevan en Las Mil y una noches: Borges, Mario Bellatín. Otras, brevísimas, se fundan en las parábolas de Kafka: "A. busca perentoriamente a B. toda una eternidad. B. lo espera sentado en su casa, atento a improbables ruidos provenientes de la puerta de calle". Otras más son a la vez poéticas y lúdicas, como "Entrópicos distantes", donde Pereyra narra un divorcio empleando oraciones de una o dos palabras.
De Borges toma la frase inicial de "Las ruinas circulares" ("Nadie lo vio desembarcar en la unánime noche") y convierte el adjetivo ultraísta, Unánime, en un personaje de "La habitación de Lezama". Allí, además, al abrirse la ventana, una página entera, del cuento y del libro (la 109), se "desordena" con el viento. El narrador es siempre poco confiable. En "Lampato", dice investigar seriamente los ornitorrincos pero solamente captura a uno embalsamado, a quien sus hijos apodan Lampato y utilizan en "crueles juegos", contemplados al filo entre el humor y el horror.
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