En el marco de las 10° Jornadas de Poéticas Teatrales, organizadas por la Escuela Provincial de Teatro y Títeres de Rosario, esta noche a las 21 se presentará el reconocido actor y director porteño Rubén Szuchmacher con su unipersonal Escandinavia, escrito por Lautaro Vilo. Este desafío de Szuchmacher, en un impactante retorno a la actuación, a partir de luctuosos sucesos familiares que lo atravesaron no sólo a nivel personal sino en su propia estética, podrá verse con entrada libre y gratuita en el Teatro Príncipe de Asturias del CCPE.

Szuchmacher, que el sábado participará de una entrevista pública coordinada por el crítico teatral Federico Irazábal, retorna a la escena en complicidad con alguien que ha compartido la partitura teatral de varias de sus obras (Enrique IV, Rey Lear y la recordada La gracia, que se presentó en esta misma sala en el 2008). Aquí la dupla Vilo﷓Szuchmacher llega a uno de sus puntos más altos de construcción poética, en un riesgoso abordaje que se inscribe previamente en la piel del actor a partir de marcas que abren heridas y que sólo la actuación pareciera exorcizar.

La escena se abre con la llegada del público, mientras el anfitrión recibe y saluda a cada uno de los "deudos" que han venido a compartir su gran dolor, esa pérdida irreparable que lo ha dejado solo para organizar la ceremonia fúnebre, solo en la intimidad de esos detalles absurdos.

Con algo de humor negro, el texto registra tonos trágicos pero abreva en esos instantes en que las situaciones más extremas producen, por la misma tensión, esas salidas disparatadas que aligeran las cargas y oxigenan tanto las almas como los buenos textos.

Y está el otro texto, el de una novela que sirvió como pre﷓texto para acompañar la dolencia del ser querido, ese otro lugar que da nombre a la obra; ese continente que los cobijó en parte del inminente naufragio.

Vilo construye con los cimientos y el cuerpo del único sobreviviente de ese naufragio un continente poético que urde una trama atravesada por otra historia; un relato con sesgos oníricos que parte de un viaje con el cadáver de quien parece resistirse a abandonar tan pronto la escena del duelo.

Szuchmacher asume desde muchos lugares el rol de ocupar una escena solitaria, ambientada y recreada por la precisa y por momentos cinematográfica puesta de luces de Gonzalo Cordova; una escena que conoce como actor y como director y a la que viene enriqueciendo con su aporte. Desde la ternura y la desolación, hasta el gesto pícaro del que necesita anclar en una pizca de humor para pasar el trago amargo; hasta la ferocidad de un cuerpo que se proyecta hacia el espectador en un intento por acribillar las sombras.