Mar 16.07.2013
rosario

CULTURA / ESPECTáCULOS › MUESTRA EN EL CASTAGNINO EN BASE A LA CLASIFICACIóN ASTROLóGICA.

Para jugar con Xul Solar

Los curadores Verónica Flom y Santiago Villanueva tomaron la clasificación astrológica de las obras propuesta por Xul Solar, para una original exposición. Podrá verse hasta el 1 de diciembre en el Museo de Bellas Artes Juan B. Castagnino.

› Por Beatriz Vignoli

En el catálogo de su muestra en la galería porteña Van Riel en 1953, el pintor argentino Oscar Agustín Alejandro Schulz Solari, más conocido como Xul Solar (1887-1963) propone para las obras de arte una clasificación astrológica basada en las tradicionales categorías de los cuatro elementos y los cuatro temperamentos. Al elemento tierra le corresponde el temperamento melancólico, y por lo tanto el estilo realista; al del agua, el temperamento flemático y el estilo sentimental; el elemento aire constituye al temperamento sanguíneo y a su correspondiente estilo abstracto, y por último el fuego, al que se debe el temperamento colérico, da a la obra del artista el "sello individual de su carácter". Cada elemento, temperamento o estilo tendría a la vez tres modalidades de expresión: activo, neutro y pasivo. Tres por cuatro es doce y eso da los doce signos zodiacales.

Dos jóvenes curadores, Verónica Flom (Buenos Aires, 1983) y Santiago Villanueva (Azul, Provincia de Buenos Aires, 1990) toman esta clasificación para una original exposición colectiva con obras patrimoniales públicas, en diversas técnicas, inaugurada el 5 de este mes y que podrá verse hasta el 1 de diciembre en la planta baja, pintada de radiante verde claro, del Museo Municipal de Bellas Artes Juan B. Castagnino (Bv. Oroño y Av. Pellegrini, Rosario). Titulada Explica. Una ordenación zodiacal sobre la colección Castagnino+macro, la muestra juega con los las categorizaciones y el montaje, invitando al espectador a sumirse en una audaz propuesta que bordea lo lúdico.

Si bien con toda su excentricidad la de Xul Solar se asemeja a algunas clasificaciones universalizantes de la teoría del arte del siglo veinte (como las dos predisposiciones de Worringer ﷓introvertido versus extrovertido﷓ o los cuatro estilos que en base a eso postulaba Herbert Read para el dibujo infantil en Educación por el arte), la intención de la muestra está lejos de toda pretensión de explicación. Más bien lo que se propone al espectador es un divertido juego. Su atractivo depende de la familiaridad con las descripciones que ofrece a la subjetividad actual el estudio astrológico de las doce constelaciones del Zodíaco, hoy una parte vital de la cultura popular sobre la que se montan no pocas identificaciones. Es muy fácil jugar: hay que tomar la hojita con el instructivo que se encuentra en la entrada y luego leer en las cartelas traslúcidas los nombres de los signos. Desafiando la prohibición de fotografiarlas, un grupo de turistas el domingo pasado se sacaba fotos graciosas con las obras. Escépticos o no, resulta muy placentero buscar y hallar "la propia".

En la primera sala nos recibe Géminis, relacionado con lo caligráfico. A Pirámide virtual, una estructura primaria de 1967 por Norberto Puzzolo (reconstruida en 2004), la acompañan tres dibujos de 1952 por Carlos Victorica, un sorprendente paisaje urbano con graffiti por Leónidas Gambartes, un collage informalista de Gowland Moreno que estuvo muchos años en la muestra permanente y una serie de diez Cartas (1978) por Mirta Dermisache, expresiones de una escritura asemántica.

En Tauro ("arte realista o con ilusión de realidad", según Xul Solar) encontramos: un grabado de Pompeyo Audivert; cinco cabezas, graciosamente alineadas, por varios autores; una escultura de Luis Falcini y una pintura de Gustavo Cochet. Aries es "de caracteres esenciales" y por eso allí aparecen obras de Juan Grela de los años 60, período en el cual alcanza una notable síntesis plástica. Entre dos Grelas se exhibe una caja acrílica del año 2000 con esculturas de madera en su interior, firmada por Rosa Mercedes González, y titulada Te trataré como a una reina. El título de la obra cuelga dentro de la caja. Asombra la afinidad con la obra del maestro. Es loable el intento de los curadores por visibilizar premios adquisición que raramente se mostraron más allá del salón en el que fueron premiados. Otro detalle simpático de esa sala es la manera en que algunas figuras aparecen como personajes de una escena, que se copian entre sí sus gestos. Una pintura de Julio Vanzo, Desnudo en el agua, le hace eco a los dos brazos levantados del Despertar, escultura de ese título por Nicasio Fernández Mar. También allí, pinturas al óleo por varios integrantes del Grupo Litoral (Carlos Uriarte, Luis Ouvrard) colman una pared violentamente verde alrededor de un Alberto Pedrotti al tono, todos bajo el signo de Piscis ("ensueños") excepto un bodegón cubista sintético por Hugo Ottmann, al que le va mejor Capricornio ("mapas, planos, esquemas"). Otro pisciano ilustre es Manuel Musto.

En la sala "Acuario" coexisten obras de períodos bastante dispares, si bien afines estéticamente en cuanto a la sensación casi eufórica de levedad que producen, al menos en una cronista acuariana: dos dibujos de 1979 y 1980 por Fernando Espino; una instalación del artista conceptual marplatense Daniel Joglar, fechada en 2001, y una serie de dibujos a color realizados en 1965 por Esteban Lisa. En nombre de "Capricornio" se desempolvan expresionistas de la antigua exposición permanente: agrada reencontrarse con una Primavera de Juan del Prete, en buena compañía junto a un óleo de Raquel Forner, Encuentro (1958, de la serie de las lunas). Y la Caja azul (1999) de Marcelo Pombo resulta un poco forzada junto a una gran pintura matérica, Portal, pintada por César López Claro entre 1971 y 1972.

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