CULTURA / ESPECTáCULOS › LITERATURA. SE PRESENTA GOEBBELS BLUES, NUEVA NOVELA DE PETULA
Publicada por Erizo Editora, sello fundado en 2012 por Lucas Collosa y Gervasio Monchietti, la flamante obra del escritor chileno completa una trilogía que abrió en 2011 con Darwin y continuó también este año con El feto inalámbrico.
› Por Beatriz Vignoli
"¿Cómo lo encuentro?", le pregunta la cronista al editor. "Fácil: te parás en la puerta y gritás: ¡Petula!". La idea de que en algún húmedo departamento de pasillo (cuyo timbre fuera arrancado de cuajo por una acosadora del escritor), en Rosario, esta ciudad con nombre de personaje femenino de Los detectives salvajes de Roberto Bolaño, habita un compatriota y émulo de este último que no para de escribir novelas en una PC obsoleta y frágil, es un mito literario que circula cada vez con más fuerza en el mundillo de ferias y recitales de la edición independiente local. En la foto enviada por Gervasio Monchietti (su editor y ex vecino de enfrente), Petula tiene una máscara de zombi en una mano y un cigarrillo encendido en la otra. Parte de la imagen fue tapada por la torpe mano del fotógrafo; el resto se sume en una sobreexposición solar muy de road movie. Nacido hace 35 años en la ciudad chilena de Quillota, Petula (seudónimo y apodo de Rodrigo Cordero) vivió su niñez en Río Gallegos y su adolescencia en Pico Truncado, provincia de Santa Cruz. Este domingo, a partir de las 19.30, en Bienvenida Casandra (Sarmiento 1490) presentará su nueva novela, Goebbels Blues, con Franco Ingrassia.
Goebbels Blues ya había circulado en el underground mediante fotocopias cuando fue publicada este año con los aportes del programa provincial Espacio Santafesino por Erizo Editora, el sello que fundó el año pasado (junto a Lucas Collosa) Gervasio Monchietti, quien ya le había publicado a Petula su novela Darwin (2011) por el sello Tropofonía. Ambos libros son el primero y el tercero de lo que ya se conoce como "la trilogía" novelística de Petula. La segunda y más bella de la serie es una entidad escurridiza que lleva por título El feto inalámbrico y que imprimió este año en edición artesanal sin ISBN un joven aficionado a la magia que no dio su nombre. La acción de El feto... transcurre en parte en Pico Truncado, en parte en Berlín y en parte en una literal página de inicio mezcla entre duermevela y origen del cosmos. Uno de los personajes, el ugocorpus, ni humano ni animal ni vegetal, es una criatura viva artificial obra del inverosímil Iframt Prescu, a quien busca de principio a fin del libro (en cuyo medio suceden muchas otras cosas) una mujer que no es sino una entre los múltiples narradores que van adueñándose del yo narrador en los diversos capítulos. Petula pone aquí en juego tres recursos que usa en las otras: la puesta en abismo o juego de cajas chinas a lo César Aira, la fragmentación extrema de la narración, y el poioumenon, un tipo de metaficción donde el relato se refiere a su propia creación.
Tras el caótico vértigo referencial de Darwin y la prosa poética irónica, patagónica, "apocalíptica", de El feto inalámbrico ("El corrector de estilo dice: adjetivar entre comas, una molicie"), viene la esperada Goebbels Blues. Largas digresiones, guiños autorreferentes (que aluden en clave a Darwin y a las colaboraciones de Petula para la revista Apología) hacen temer la autocomplacencia: ¿Petula, convertido ya en personaje de Petula? Pero un diálogo desopilante sobre las bellezas veneradas (ambientado en Japón) y un dealer odioso, Sosa (centro de unas tarantinescas escenas truncadenses y nodo ya no de una, sino de varias redes de tráficos diversos), salvan el prestigio del autor. ¿Llegará a ser Pico Truncado el próximo Coronel Pringles?
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