CULTURA / ESPECTáCULOS › SELECCIóN DE ERIZO EDITORA
› Por Beatriz Vignoli
¿Nietos de Juanele? ¿O choznos de Lugones? ¿O tataranietos del comprovinciano Pedroni? Toda una épica intimista de versos de largo aliento, escritos al pulso de la ambición lugoniana de inventariar el mundo sensible, es recobrada en formato pospunk por Yo soñaba con comprarme una combi. Selección de poesía santafesina contemporánea (Erizo Editora, Rosario, 2013). Sus editores, Gervasio Monchietti y Lucas Collosa, la presentan este sábado 24 de agosto, a las 19.30, en La Peruta (Pellegrini 957) junto a una selección de poesía finlandesa contemporánea en edición bilingüe: Los abejorros zumban en la ventana.
"Yo soñaba con comprarme una combi" es un verso de una de las autoras antologadas, Cecilia Moscovich (Santa Fe, 1978), de su poema inédito "La quietud". En su prólogo al libro, el poeta Fernando Callero busca despegarse del concepto selectivo e historiográfico de "antología" para optar por los de "selección" y "colección". Dos de los antecedentes de antologías que él menciona "marcan su clausura histórica" al indicar lapsos de tiempo o fechas. Otros serían más abiertos al presente o incluso al futuro, al hablar de "muestra" o "los que siguen".
Según Callero, predomina en los poemas incluidos un estilo de verso libre, "con textura barroca y momentos objetivos", síntesis de la antítesis entre "el neobarroco y el objetivismo" de los años '80 y expresión de un nuevo modo de circulación de los textos, a través de la web y de las ediciones artesanales independientes. Cabe agregar también la moda de las lecturas en voz alta, fenómeno que da cuenta del estilo oral (entre el chiste y el grito) de muchos de estos textos; especialmente en los poetas más jóvenes, como Julia Enríquez.
Si hay que destacar dos autores, de entre los 17 antologados por orden cronológico de las fechas de nacimiento (desde 1965 a 1991), el rafaelino Santiago Alassia resplandece con una lírica honda y serena, y la rosarina Carolina Musa perfecciona la poética del objetivismo en un poema inédito extenso, rico en imágenes del spleen de un viaje. "La mañana se presta para sintagmatearla toda", anota Santiago Pontoni en un poema titulado "mañanaalpedo.com", resumiendo acaso el enciclopedismo de lo mínimo, la voracidad descriptiva que gobierna esta muestra.
Los críticos adeptos a separar rigurosamente al yo lírico del yo confesional se toparán aquí con un problema: esa dualidad ha caducado, muchas de las versiones nuevas de la lírica ya no la traen. "Yo dormí cobijada por un Centurión", confiesa Lila Siegrist en uno de sus versos, jugando con el apellido de Feliciano Centurión (19621996), el artista contemporáneo paraguayo que pintaba literalmente frazadas.
Estos poetas no se encierran en ningún dogma: tras la enumeración caótica del apunte documental, de pronto esplende la imagen que condensa una metáfora. "La estela bífida de un avión arañó anoche la cara de la luna", escribe Carina Radilov Chirov (Sunchales, 1972), enmarcando entre renglones en blanco ese verso feliz. La razón y los buenos modales parecen estar siempre en la vereda de enfrente de la verdad del yo. Mientras Analía Giordanino se desdobla en un mismo poema en dos voces (una Jekyll descriptiva, y otra lírica a lo Hyde: "Soy machista./ Soy una monja machista./ Soy una monja puta y machista"), Santiago Venturini (nacido en Esperanza en 1981) oscila también entre la bitácora impersonal y la autobiografía desquiciada.
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