CULTURA / ESPECTáCULOS › MUSICA. ADRIáN ABONIZIO GANADOR DEL PREMIO GARDEL POR TANGOLPEANDO
Premiado en el rubro Album Nuevo Artista de Tango, el músico remarcó la necesidad de impulsar una renovación del repertorio
› Por Edgardo Pérez Castillo
En una ceremonia que repartió galardones ciertamente previsibles, en la categoría Album Nuevo Artista de Tango se hizo justicia: tras el anuncio de rigor, Adrián Abonizio subió a escena para recibir el Premio Gardel por su notable Tangolpeando. Acompañado por Horacio Vargas, director BlueArt Records, el rosarino hizo un breve discurso en el que hubo lugar para el reconocimiento (a los ex combatientes de Malvinas, a su coequiper Rodrigo Aberastegui), la ironía, cierta aclaración histórica (mencionando la existencia de distintas vertientes dentro de la Trova Rosarina) y para una advertencia que grafica también su búsqueda: "El tango nació con riesgo y está teniendo poco riesgo. Salvo las generaciones jóvenes, a la cual no pertenezco, le pediría a todos los intérpretes que dejemos de cantar los temas ya galardonados con miles de estrellas y hagamos la prueba de empezar a probar con temas nuevos".
Ya instalado en Rosario, en la tarde de ayer Abonizio amplió el concepto: "De las estatuas no hay que esperar nada. Llegaron a ser estatuas por algo, llegaron a un podio, pero están endurecidas. La gente más joven quiere moverse. Acá de lo que se trata es de ser arquero frente a Messi en un tiro libre. Los Messi son Cadícamo, Manzi, los Expósito, los grandes letristas. Cuando ves todos esos Messi, la barrera te tapa y sos el arquero esperando el tiro libre, estás perdido. Pero si te animás y adivinás la intención, por ahí le tapás el tiro. Se trata de sacarle la ficha a esos grandes para aprender cómo trabajaban. Y adaptarlo a la tribu que tenemos ahora, que es distinta a la que ellos veían".
En Tangolpeando, Abonizio se probó como un arquero de jerarquía. Una condición que no es nueva: aunque es éste su ingreso explícito y deliberado al género, su escritura destiló históricamente el brillo poético, la mirada ácida y el pulso callejero de los grandes letristas tangueros. Para Abonizio, la clave está en focalizar la evocación. "El tango comete el error, a veces, de evocar cosas que ya estaban pasadas de moda cuando se cantaban: los malevos, el patio, el parral, ya no existen más --graficó--. Ahora podés evocar la escuela primaria, a Pucho de Hijitus, a un pibe de Malvinas... La parte evocativa está por descubrirse. Después está la parte provocativa que tiene el tango, y hay millones de cosas para escribir de éso. Si querés escribir de un miserable, hablás de Lanata, o de un grandote pelotudo hablás de Gaturro. Como antes se burlaban de los otarios, de los creídos, hoy también existen. Pero para hacerlo uno tiene que estar muy en su idea, y tenés que haber caminado un poco la calle, haber visto algunas cosas".
Primer eslabón de una trilogía que seguramente contará con la participación de Aberastegui --"Es la mitad que me falta, la parte del armado compositivo, sonoro", reconoció Abonizio--, Tangolpeando recibió el miércoles un merecido galardón de la industria y la crítica (el único, además, otorgado para un rosarino en esta edición 2013). Un galardón que puede alumbrar el camino para que nuevos autores se sumen a la cruzada del más tanguero de los trovadores.
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