Vie 15.11.2013
rosario

CULTURA / ESPECTáCULOS › TEATRO. BAJO UN CIELO DE VERANO SE DESPIDE DE SU PRIMER TEMPORADA

Una mirada del teatro hacia el teatro

Bajo la dirección de Rody Bertol, la obra de Rosario Imagina gira en torno a un grupo vocacional de mediados del siglo XX

Amor, amistad y teatro. Allí se resumen, según detalla la compañía Rosario Imagina, los tópicos centrales de Bajo un cielo de verano, última creación del director y dramaturgo Rody Bertol, que profundiza el juego al ofrecer un espectáculo que plantea una mirada del teatro dentro del teatro. Con las actuaciones de Diego Bollero, Sofía Dibidino Ballario, Alejandro Ghirlanda, Soledad Murguía, Juan Nemirovsky, Gisela Sogne y Natalia Trejo, la obra brindará las dos últimas funciones de una temporada que comenzó en el mes de septiembre. Mañana a las 22, y el próximo sábado a la misma hora, será nuevamente La Manzana (San Juan 1950) la que alojará una historia que gira en torno a un grupo independiente de pueblo que, a mediados del siglo pasado, se prepara para el estreno de su espectáculo.

Aunque, según apunta Nemirovsky, el juego del teatro dentro del teatro no es nuevo para la compañía. "Creo que ya es un tema recurrente dentro de Rosario Imagina, es algo con lo que Rody viene jugando hace tiempo. En particular en esta obra es más explícito. En Una idea... había un juego con que el protagonista estaba metido en el mundo del teatro, porque era escritor. Algo de ese brote que apareció en Una idea... nos terminó dando la pauta para jugar más todavía con esto del teatro dentro del teatro. Funciona muy bien, y da lugar al momento más simpático de la obra. Porque es una comedia dramática y es el momento donde la comedia está en su máxima expresión, entonces es como un aliciente para el espectador".

"Esa obra que ellos estrenan es bastante absurda --remarca por su parte Ghirlanda--. El fragmento que se ve es realmente muy divertido porque está plagado de cosas, de la exacerbación de lo que nosotros imaginamos que sería un grupo independiente de un pueblo hace 50 años, con sus errores, con gente que actúa de manera vocacional, extremadamente iniciática".

Esa trama dio lugar a un desafío particular para el elenco, según detalla Nemirovsky: "Es muy divertido para nosotros como actores jugar a actuar como actuarían los personajes. Pero a la vez es un desafío actoral, porque no se trata de crear un personaje para la obra y después crear otro suelto para la obra dentro de la obra, sino en pensar en una cosa bastante compleja, que es cómo actuaría ese personaje que uno construyó. El desafío era que en esa obra que estrenan esa noche veamos cómo actúan esos tipos que conocimos en el primer acto y que vamos a terminar de conocer en el tercero".

Establecido el segundo acto como el de mayor comicidad, los actores descubrieron que generaba un quiebre dentro del patrón energético de la obra, lo que permitió que se retomaran algunos análisis surgidos en la anterior producción del grupo. "El hecho de que la obra es un recuerdo de hace cincuenta años, contado por uno de los actores del grupo, nos llevaba a un lugar peligrosamente nostálgico, melancólico --analiza Nemirovsky--. Y no hay que comerse el amague de que el drama o la densidad del espectáculo necesariamente tiene que estar tan impregnado de éso. La obra puede hablar de temas importantes, tener profundidad, pero también atravesada por el humor. Cuando hacíamos Una idea... hablábamos de que la comedia es un género muy bastardeado, hay mucho prejuicio en torno a la comedia. La maduración que tuvo Bajo un cielo de verano fue sacarse ese chip, entender que podemos seguir hablando del amor, de la amistad, de la vocación del actor de provincia con toda la seriedad del tema, pero no necesariamente tenemos que ponernos por demás de melancólicos".

"La emotividad o lo dramático, dicho desde lo teatral, no necesariamente tiene que ser angustiante, ni una cosa que te meta en la melancolía oscura --concluye Ghirlanda--. Es emotivo, tiene un fuerte viso de dramatismo, pero a la vez es muy humano y, dentro de esa emotividad, hay momentos de mucha más frescura y luminosidad. Se cae en el estereotipo de que lo dramático tiene que ser melancólico, y también tuvimos que sacarnos ese chip para entrar en una frecuencia distinta. Sí, hay amor, fracaso, encuentros y desencuentros, pero no por éso teníamos que hacer una obra angustiante".

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