"En 2005, la cámara fotográfica de Marita Guimpel enfocó una galletita", relata en un texto de catálogo el conceptualista Horacio Zabala, uno de los tantos artistas para quienes Guimpel realizó sus siempre impecables fotos de obra. Pero esta vez la mirada se invertía y el retratado, desde su función de docente de clínica de obra, contempló la foto artística de la fotógrafa y artista rosarina.

"Su forma era redonda y representaba un rostro sonriente cuyos ojos, nariz y boca eran de mermelada... me resultó inquietante... Siento que la obra de Marita Guimpel es una invitación a descubrir otra visibilidad", resumió Zabala. En 2007, en la retrospectiva de Guimpel en El Círculo, la galletita ocupaba un lugar central. También se vieron allí sus espléndidas fotos de la superficie del Río Paraná (pura textura sedosa de alborada y agua), y parte de sus series Amarilis purpúrea (16 primaveras de fotos florales a una misma planta de su casa) y Cementerio de hierro (registros artísticos de la zona ferroportuaria abandonada a comienzos de los años 90). Jamás usa flash ni digital; siempre foto analógica y luz natural.

Sus registros urbanos siguen la misma poética nómade de sus pinturas con óxidos: gracias a su constante fascinación con la textura, estas están hechas de "óxidos que recojo cuando recorro", dice. Los objetos encontrados intervienen la materia densa en sus pinturas informalistas de la serie Sobre la mesa, "una mirada jovial y melancólica sobre la mesa familiar" (según su autora), que se expuso en abril de 2013 en la Biblioteca Argentina. Parte de esta serie podrá volver a verse hoy desde las 19.30 en el bar El Cairo (Sarmiento y Santa Fe), en el marco del Ciclo Arte por la Paz.

Sobre la mesa incluye además piezas gráficas inspiradas en su propia niñez, evocación que Guimpel viene haciendo en sus instalaciones presentadas en muestras grupales, como Gloria (La Junta de Mayo, Biblioteca Argentina, 2010) y Para Teni. Cuentos (La naturaleza de las mujeres, OSDE, 2008).