El viernes pasado, el Centro de Arquitectura y Diseño del Colegio de Arquitectos (CAD2, Túnel del subsuelo de la Galería del Pasaje Pan, Córdoba 954) abrió su decimoctava temporada con dos muestras: una de grabados de Gustavo Cochet y otra de escenógrafos, fotógrafos y otros trabajadores artísticos del Teatro Colón. La muestra reúne pinturas, dibujos, fotografías, planos, vestuario y accesorios de peluquería y caracterización. El año pasado el director del CAD2, Rogelio "Chelo" Molina, comenzó a organizar esta exposición temática con Gerardo Pietrapertosa, quien dicta desde hace nueve años en el Taller del CAD2 una carrera extracurricular de Escenografía y realización escenográfica. Director de escenógrafos del Teatro Colón con 46 años de experiencia y a punto de retirarse (entró en 1967), Pietrapertosa convocó a sus compañeros a interpretar plásticamente el Teatro Colón: "el ballet, los músicos, la arquitectura, los rincones, los talleres...", enumeró. En un verano intenso de trabajo se sumaron aportes de unos veinte artistas.

Paradójicamente, aquí lo más interesante es lo menos glamoroso: ver lo que no se sabía, no sólo el teatro para el espectador sino la tramoya que trajinan sus escenógrafos. Tras el velo maravilloso que los artificios de la música, la danza y la ópera tienden sobre lo real, se halla El mundo interior del Teatro Colón: tal el título.

El Teatro Colón fue inaugurado en 1908 y reinaugurado el 6 de mayo de 2009 tras un titánico esfuerzo. Restaurar, por caso, los marouflages (murales de tela pegados al estuco de las paredes) requirió trabajar con arneses a más de 50 metros de altura. Las precarias condiciones de seguridad para los trabajadores del teatro costaron en noviembre del año pasado la vida del operario de limpieza Daniel Ayala. "Bajo ningún punto de vista debe aceptarse esta muerte como un 'accidente'", declaró la junta interna de ATE, Teatro Colón. Ayala era argentino y había nacido el 12 de febrero de 1995. La fecha consta en rojo junto a la de su "accidente" (29/11/2013) en un enigmático óleo realista por Diego Cirulli. Otra pintura al óleo, por Rocío Rodríguez, sitúa sobre un escenario, en medio del vasto espacio del teatro (abierto por el fondo hacia la luminosidad del infinito) dos objetos metafóricamente cargados que acaso aludan a esta historia.

También expresan un gran sentido del espacio cuatro excelentes dibujos: uno por Juan Abelardo Laudín (Practicalada, carbonilla y grafito sobre tela) y tres grafitos sobre papel por Maia Morena Adandía. En dibujo se destacan también unos croquis de figuras por Mauro Ponce y un retrato grupal de la orquesta por Pietrapertosa.

Máximo Parpagnoli, fotógrafo y delegado del teatro, trajo entre otras una foto documental artística donde el agua de una inundación en el interior del teatro hace de espejo para los operarios que luchan con ella. Parpagnoli logra captar (tanto allí como en escena) "la Ocasión, el Encuentro, lo Real en su expresión infatigable", como dice Barthes. El otro fotógrafo del Colón, el rosarino especialista en arquitectura Arnaldo Colombaroli, documenta el esplendor recuperado del edificio y sus ornamentos, tema de varias de las pinturas.

Pietrapertosa invitó también a la vestuarista María Mazza y a Adriana Belli, quien expone pelucas, tocados, coronitas y postizos. Los trajes se montaron en maniquíes provistos por Dante Taparelli. Participan además Gabriela Benítez, Nicolás Deheza, Alejandra Coirini, Alelí López Massé, Gustavo Ruiz, Sonia De Pilla, Raúl García Tato y Gustavo Biancuzzo. En la organización de la muestra, la coordinación estuvo a cargo de Mario Amatiello y la curaduría de Mariano Baiman.