Mié 09.04.2014
rosario

CULTURA / ESPECTáCULOS › LITERATURA. TRACCIóN A SANGRE, POEMAS DE LILA SIEGRIST

Sangría en primera línea

Representante notable del arte contemporáneo local en los géneros de videoarte y performance, Siegrist logra que sus poemas suenen como manifiestos. Ironía, humor satírico e ingenio desbordan en los versos de su nueva obra.

› Por Beatriz Vignoli

"Los editores de Tracción a sangre me han comentado que se me lee radiante acá, no lo sé", escribe Lila Siegrist en una "Nota" al final de su libro de poesía de ese nombre, editado por Iván Rosado en 2013. "Lo que puedo decir es que es un libro presente, cargado de acción (...), de espera y de altercados amorosos con el paisaje", escribe la autora, editora y coleccionista nacida en Rosario en 1976.

Lila Siegrist se define (y en efecto, esto es lo que la define, ante todo) como "artista visual y agitadora cultural". Representante notable del arte contemporáneo local en los géneros de videoarte y performance, Siegrist logra que sus poemas suenen como manifiestos. Alienta en ellos la fuerza enunciativa de la declaración de intención lanzada por el artista moderno revolucionario al mundo, entendido como campo social a interpelar, cuestionar y transformar. No es tanto que Siegrist se sitúe exactamente allí, sino que se apropia del estilo, anidando así en lo más inhóspito, la voz de la barricada: lugar inalienable, por lo incómodo. Estrategia suicida de supervivencia en una Rosario carnívora a la que ella misma propone redefinir, en un poema, como "la capital de la tensión superficial" ("En la caverna").

La ironía, el humor satírico y el ingenio que desbordan de sus versos exceden el casto molde de la autonomía de la obra de arte literaria, para ser lanzados como dardos certeros de suprema elegancia cazadora contra todo blanco móvil, ya sea animal, escritor o crítico: "Todos, todos, soldados de Sarlo./ Todos los que andan por la zona". En el arte de contar lo peor con las mejores maneras se cifra la belleza en peligro de los mejores poemas de Lila Siegrist; poemas como el de las páginas 28 y 29, donde el lector local alerta termina de reconocer la figura del poeta Aldo Oliva justo un verso antes de que la autora deslice una denuncia devastadora y sutil. De pintar un retrato se trata, y la palabra justa delinea, en más de un sentido, facciones: "Todos han escrito sobre la timidez de tu mano./ Sobre el arabesco que ésta construía desde tu sien./ Mano que un verano...".

Y también aquí, como en los manifiestos, no alcanza con la estridencia de ir al choque sino que es preciso definir un programa estético, delimitando los temas y lenguajes. Así cobran valor el paisaje regional, el saber artístico, el jardín familiar, la propia clase, la época y hasta la parodia de textos canónicos como Howl, de Ginsberg: "He pensado mucho este verde a todas las horas, desde el 89 (...)/ he visto a los jóvenes de mi generación ansiosos/ xq algo les pase,/ mientras este verde viajaba circulante/ en todo el cromatismo vegetal hasta los rojos (...)/ El color de un año en la ampelopsis./ He visto a jóvenes tomarse el bar de papá". ("Nuevo verano").

La insistencia del "he visto" sitúa al yo poético en el lugar del testigo, de donde se corre cuando, al cargarse de experiencia, un arte poética lúcida del ejercicio plástico depara una escena amorosa: "El espacio no como un sitio a conquistar/ sino cobijo, contención". ("Del dibujo a la ternura"). Una intimidad pudorosa, en estoica lucha con el abandono y la ausencia, aflora en los primeros poemas del libro, la serie "Acá adentro hay un secreto". No otro es el título también de un videopoema minimalista de Lila Siegrist donde la imagen y las palabras que la autora dice, "enramando mis dedos", coinciden.

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