Vie 02.05.2014
rosario

CULTURA / ESPECTáCULOS › EL MIéRCOLES FUE EL DíA DE SANTA FE EN LA FERIA DEL LIBRO DE BUENOS AIRES

Caminar entre libros, ríos y laberintos

Hasta el 12 de mayo puede visitarse una selección de todo lo editado recientemente por sellos de toda la provincia en el stand santafesino de la Feria. Allí se presentó la Serie Editorial Signos Santafesinos, una trilogía de tomos de lujo.

› Por Beatriz Vignoli

Lo supo Borges: una biblioteca puede ser un laberinto. Y ni hablar de si la inmensa mayoría de los libros están a la venta. O si al mapa portátil lo regalan en un stand del Pabellón Amarillo, a kilómetros de la entrada. El recorrido por la cuadragésima Feria del Libro de Buenos Aires se expande como el del cazador Gracchus en aquel cuento de Kafka. Pero quien recibe a la delegación de prensa en la antesala de la sala José Hernández no es Borges ni Kafka sino una foto de Cortázar, jugando al brujo terrible, en bermudas y con una baliza en la cabeza a modo de bonete. Quien haya leído Los autonautas en la cosmopista, reconocerá una de las instantáneas tomadas por Carol Dunlop en un momento de intimidad en la ruta por la campiña francesa. Cortázar en tamaño natural es un must del kitsch de la Feria. En la de 2009 se lo veía junto a un tocadiscos que pasaba su jazz favorito.

De fotografía y música se trata: con la presentación de un libro de fotografías de la región y un espectáculo de danzas y canciones litoraleñas, el Ministerio de Innovación y Cultura del Gobierno de la Provincia de Santa Fe celebró el 30 de abril el Día de Santa Fe en la Feria del Libro, donde hasta el 12 de mayo puede visitarse una selección de lo editado recientemente por sellos de toda la provincia.

Con publicaciones en exposición de esta y las otras provincias del país, y una música apacible que flota desde el stand de la Asociación Budista Argentina (donde se consiguen libros desde 10 pesos y el trato es amabilísimo), el Pabellón Ocre es el más tranquilo de la feria; además son muy cómodos los sillones del stand de la Ciudad de Buenos Aires, justo enfrente del stand 3007, el santafesino. La cronista se sienta y se calza un par de auriculares por donde sale una versión libérrima en reggaetón electrónico del cuento A la deriva, de Horacio Quiroga: bellos soundscapes de pájaros selváticos, cortesía del Estado local porteño. Toma el bloc de La Compañía de la Media Luna, gentileza del Estado provincial natal, y copia la nómina de editoriales santafesinas ploteada en el muro de enfrente: "El ombú bonsai, Iván Rosado, Editorial Municipal de Rosario, Nuevo paradigma, Palabrava, Prehistoria, Rabinzal Culzoni, Serapis, Fondo Editorial Reconquista, Homo Sapiens, H. Garetto, Nueva Hélade, Ediciones de autor". Salvo por el cuidado diseño (que solo Córdoba supera) y la alta prevalencia de CDs, la variedad de temas no se diferencia de las otras provincias: libros de poesía, novela urbana fuertemente coloquial, o trabajos de investigación sobre poblaciones vulnerables.

Tales son los osos panda de la bibliodiversidad, representada en un libro abierto de hojas multicolores: el isotipo de la Fundación El Libro, que irradia su arco iris hacia la vibrante puesta de la Feria. Tales son las especies en peligro del mercado editorial: "poesía en general y literatura provincial, lo que dejaron de publicar las grandes editoriales y lo que constituye el catálogo de las editoriales independientes". Así reflexiona, durante un panel en el stand Futuro, el editor Matías Reck (Milena Caserola). En 2006, Reck impulsó una "contraferia" y la Feria del Libro Independiente y Autogestivo. Ahora recibe subsidios internacionales y ha publicado un best seller: Mi guerra de España, las memorias de la miliciana Mika Etchebehere.

No lejos de allí, entre las paredes completamente negras de la sala Roberto Arlt, habla el editor Pedro Cantini, del Ministerio de Innovación y Cultura del Gobierno de la Provincia de Santa Fe, dando por concluida la Serie Editorial Signos Santafesinos: una trilogía en tres tomos de lujo que integran Hacia allá y para acá (2010), Signos santafesinos en el Bicentenario (2012) y Santa Fe entre dos siglos (2013). El discurso forma parte de la presentación de este último, a cargo de su alma mater, el investigador en fotografía Luis Príamo. "Investigué 20 pueblos y ciudades de la provincia, entre 1980 y 1989", recuerda Príamo, quien a través de convocatorias radiales logró reunir archivos fotográficos locales de fotógrafos que documentaron la actividad rural y comercial de la región en los siglos XIX y XX. "Hay trabajos míos y también de otros que son afluentes de este libro", señala Príamo en reconocimiento a los archivos de sus colegas: Julio Parola, en Rafaela, y Carlos Raggi y Wladimir Mikielevich en Rosario.

Afuera, por sobre el audio de los videos promocionales y las voces de los chicos de todas las edades, estalla la algarabía de un happening en el stand de San Pablo (Brasil), donde luego un poeta paulista ofrecerá sus quentinhos (vianditas) de minilibros. Pero para leer hay que sentarse, ¿y qué mejor que hundirse en los comodísimos sillones del stand israelí, bajo una lluvia de letras hebreas blancas, o en el living islámico donde se regalan biografías de Mahoma?

Mientras tanto, perdidos en el laberinto variopinto, con sus peladas pálidas y sus pilotines frágiles o sus trajes grises demodé, sin libro a la vista, deambulan los escritores vivos. Son invisibles, o casi: sólo un sexto sentido, que la cronista no posee, hubiera vuelto momentáneamente perceptible al rosarino Elvio Gandolfo. La cronista tiene una visión fugaz de Poldy Bird firmando libros, intacta por el tiempo, y alentada por personal del Espacio Libro escribe a mano un haiku: "Mis zapatillas/ por una alfombra roja/ caminan solas".

Y cansadas llegan a la Sala José Hernández, donde alcanzan a presenciar un espectáculo surgido de diversas localidades provinciales a partir del programa "Querer, Creer, Crear", y que ya se lució en el festival de Cosquín 2014, con eje temático en torno a las mejores canciones a los ríos del Litoral. Un selecto elenco (Eduardo Spinassi en piano, Claudio Bolzani en guitarra, Fernando Silva en bajo, Vicky Virgollini en percusión y Walter Crola en acordeón, junto a un ballet folklórico dirigido por Diego García) interpreta un Repertorio fluvial con "Coplas de la orilla", de Roque Nosetto y Carlos Pino; "Viejo río", de Edgard Spinassi; "Carcará", de Jorge Fandermole; "La isla", de Chacho Müller, y "Orgullo santafesino", de Miguel Angel Morelli.

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