Hasta el viernes inclusive, en los subsuelos del Complejo Cultural de la Cooperación (Urquiza 1539), los rosarinos se pueden acercar a la obra de un artista de reconocida fama en Buenos Aires y el exterior, pero pobremente conocido en una ciudad de la que lo separaban escasos 150 kilómetros. Recorrer la muestra Memoria, que reúne una serie de tintas del último período de César López Claro, es aproximarse al trabajo de un artista poseedor, no sólo de un talento notable, sino también y antes todavía, de un sólido compromiso con lo social. Aunque conoció muy de cerca a Berni, y mantuvo relación con varios artistas de esta ciudad, esta es, quizá, la primera vez que López Claro expone en Rosario. Y lamentablemente, el maestro no ha podido llegar a su inauguración.

"Desde hacía tiempo hablábamos de la posibilidad de exponer en Rosario", cuenta Silvia Dayú, curadora de la muestra y responsable del Museo López Claro. "Así que apenas repuestos del cimbronazo, hemos puesto manos a la obra para cumplir ese deseo". López Claro falleció el pasado mes de enero, luego de una breve dolencia. A pesar de ello y como un tributo a su incansable espíritu, para el año que viene el CCC ya prepara una nueva exposición, Dolor país, que traerá a la ciudad algunas de su obras de gran porte.

"Dolor país es una serie que nace a finales del 2000, con la crisis. A César, lejos de inmovilizarlo, todas esas situaciones, dramáticas, conmocionantes, lo volcaban a crear --apunta Dayú--. Aunque se reconocen tres períodos bien diferenciados en la obra de López Claro, a él siempre lo preocuparon las mismas cosas: los desprotegidos, el problema del autoritarismo y la cuestión de la identidad latinoamericana.

Nacido en Azul, Provincia de Buenos Aires, López Claro se radica en Santa Fe hacia 1942. Apasionado por los paisajes litoraleños, comienza a retratarlos, sin que se le escape por ello el carácter esencialmente social que impregnará toda su pintura en adelante. "Sólo le faltaron los piqueteros --apunta Dayú--, y estaba en eso cuando lo sorprendió la muerte. Aparte de eso, se había encargado de reflejar todos los modos de opresión; desde los junqueros hasta los cartoneros, a quienes el año pasado les dedicó un enorme mural en la sede de ATE Santa Fe".

Antes, ya se había ocupado de los rastros del hambre, de las villas y hasta, en el 95, había armado Represión, una serie que tenía como objeto mostrar la insurrección del Ejército Zapatista de Liberación Nacional y la violencia política desencadenada por el gobierno mexicano. De contundente militancia en el Partido Comunista --en donde, de joven, supo compartir consignas con figuras como Antonio Berni o Ernesto Sábato--, López Claro fue de esos pocos intelectuales que, con consecuencia, supo unir arte y pensamiento.

En el caso de la muestra que hasta el viernes, de 19 a 21, se puede visitar en el CCC, el tema convocante es el de los centros de detención clandestinos durante la Dictadura Militar en la Argentina. "Son tintas, porque él decía que esas imágenes no podían tener color", cuenta Dayú.

En una serie que homenajea a "Los horrores de la guerra", de Goya, Memoria está habitada por seres lastimados, humillados; cuerpos constritos que parecen haber sido abandonados por el alma.