CULTURA / ESPECTáCULOS › BAÑEROS 2: TODOPODEROSOS, LA PELICULA DE LEDO
› Por Leandro Arteaga
Bañeros 3: Todopoderosos
Argentina, 2006
Dirección: Rodolfo Ledo.
Guión: Salvador Valverde Calvo, Salvador Valverde Freire.
Música: Martín Chebli Murad, Pedro Gómez.
Fotografía: Pablo Sthverdfinger.
Montaje: Jerry Zóttola.
Intérpretes: Emilio Disi, Pachu Peña, Pablo Granados, Fredy Villarreal, Gino Renni, Pamela David, Luciana Salazar.
Duración: 92 minutos.
Salas: Monumental, Del Siglo, Showcase, Village.
Puntos: 1 (uno).
Decir que Bañeros 3 es un film mediocre -o pésimo- no constituye novedad alguna. Ahora bien, sí es mejor pensar desde dónde se construye un film semejante, cuáles son sus fuentes de referencia.
Por un lado, tenemos la "continuidad argumental". La misma remite a series televisivas como Brigada Z -versión autóctona de la entonces popular Brigada A-, más los films de la serie Los bañeros más locos del mundo. Algunos de sus protagonistas -Disi, Renni, Francella- se encuentran presentes en el nuevo film para reiterar sus personajes originales.
Por otro lado, nos encontramos con el relevo protagónico en la figura de personajes televisivos actuales -Peña, Granados, Villarreal-, artífices de un humor de probado éxito. La correlación entre ambas situaciones -la serie de películas de Argentina Sono Film más el humor registrado por Marcelo Tinelli- no necesita de forzamiento alguno, sino que encastran mutuamente.
Pero, también habrá que pensar cuáles características tiene este humor para ahondar, aún más, en su árbol genealógico. Desde una mirada rápida, pueden referirse las pobres actuaciones, el montaje lineal, encuadres y dirección fotográfica al peor estilo televisivo (fuentes lumínicas que se mueven con los personajes), más el seguimiento de un libreto con pocas luces y que pretende ser espontáneo. No será difícil, entonces, encontrar correlato fílmico y humorístico en las películas rodadas por Emilio Vieyra, Enrique Carreras o los Sofovich. Sobre todo en aquellas que, también desde un formato seriado, se agrupaban bajo el nombre de Súperagentes o Comandos azules. Éste fue el resultado modélico durante los tiempos cinematográficos de la dictadura militar: un humor "para toda la familia", libre de complejizaciones.
Desde luego, o lamentablemente, aquellas películas fueron éxito de público. El humor sin profundidad y puritano (burlas al gordo, al travesti, al intelectual) no ha menguado en sus alcances, la televisión le brinda cabida preferencial, y este film prolonga su hechizo estúpido. El encastre "estético", entonces, encuentra raíces profundas que, aunque oscuras, no son menos evidentes.
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