CULTURA / ESPECTáCULOS › MUESTRAS DEL FOTO CINE CLUB DE RAFAELA
Hasta el 31 de agosto, en las salas 1 y 2 el Museo Municipal de Bellas Artes Dr. Urbano Poggi (Sarmiento 530, Rafaela), pueden verse dos exposiciones organizadas por el Museo de la Fotografía del Foto Cine Club de Rafaela en el marco de los Encuentros abiertos del Festival de la luz 2014. Los autores, Lincoyán Parada y Adrián Rocha Novoa, dieron una charla el 2 de agosto, luego de la inauguración.
Entre otras 300 distinciones obtenidas en 30 años de trayectoria, el fotógrafo chileno Lincoyán Parada ganó un Premio Altazor 2007 por su ensayo fotográfico El mapuche con buenos ojos, que reúne fotografías tomadas entre 1988 y 2005 en una serie de recorridos por las comunidades mapuches de Chile. El montaje de la exposición hace que el espectador acompañe este viaje, en grados crecientes de intimidad, desde las panorámicas del paisaje y las escenas de la economía rural hasta la ceremonia colectiva del Nguillatún, o los retratos de familias, machis (magas) y caciques en sus rucas (casas).
Los "buenos ojos" del fotógrafo honran la dignidad de este pueblo y el misterio de su cultura, llegando a seguir a lo largo de los años una sucesión dinástica de caciques, o a trazar un camino entre una familia y la roca que conmemora a su ancestro. La secuencia de los pasos del Nguillatún se construye a través de una edición que reúne el registro de varias ceremonias distintas: en la región del alto Bio Bio a mediados de los 90; junto al lago sagrado de los hulliches (mapuches del sur) en 2000, y en Valdivia, en 2005. Al armado del rehue (altar, en mapudungún) le sigue la afinación de los cultrunes, la oración de los alimentos y el sacrificio. Una imagen titulada "Choiques en la niebla" (1993) muestra la danza ritual de los hombres que encarnan la figura del choique, el ñandú cordillerano. La atmósfera de niebla transmite la emoción sublime de lo sobrenatural.
Otra comunidad muy distinta es la que construye el fotógrafo argentino Adrián Rocha Novoa, ex combatiente de Malvinas, mediante su serie (Más allá de la memoria) de retratos actuales de sus compañeros que fueron soldados conscriptos en el conflicto bélico de 1982. Uno solo de ellos, excepcionalmente, muestra ante la cámara su propio retrato de joven y con el uniforme. Los demás repiten la pose, siempre mirando a cámara, pero sostienen en lugar de la foto un trozo de cartón en blanco que los representa. Cada encuentro es de uno a uno, fotógrafo y retratado. Entre el documental gráfico y la performance artística, el fotógrafo y sus retratados hacen del acto fotográfico un rito particular, donde la repetición de la pose sirve para resaltar las diferencias entre cada individuo enlazado en este destino común.
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