Mié 15.10.2014
rosario

CULTURA / ESPECTáCULOS › LITERATURA. LA INTERNACIONAL ENTRERRIANA DE AGUSTíN ALZARI

La historia como relato detectivesco

Publicada dentro de la Colección Naranja de la EmR, la obra del investigador y escritor se remonta a 1932 para narrar la persecución de un cura anticomunista de Gualeguay hacia tres poetas: Juan L. Ortiz, Carlos Mastronardi y Emma Barrandeguy.

› Por Beatriz Vignoli

Licnobio: que hace su vida ordinaria con luz artificial y duerme de día. La obsoleta palabra hallada por el investigador y escritor Agustín Alzari puede volver a ponerse en circulación desde que la incluye su libro La internacional entrerriana, novedad de la Colección Naranja de crónicas ilustradas de la Editorial Municipal de Rosario.

Antes de una obra en coautoría con Matías Piccolo, Ernesto Intuye y Bernardo Orge (40 esquinas de Rosario, Pulpo, 2014), Alzari había publicado por la EMR en 2011 un libro de poemas, Congodia, escrito con Piccolo, quien fue autor en 2010, por Colección Naranja, de El contorno Don Bosco. Y a este "socio" está dedicado el nuevo libro.

Pero si Congodia trataba de un futuro oscuro y 40 esquinas sobre el presente, en La internacional entrerriana Alzari se sumerge en una biblioteca de provincia para ir tras el pasado. Uno lo bastante lejano como para que sus protagonistas sólo hablen a través de polvorientos archivos. Ellos son tres destacados poetas de Gualeguay, provincia de Entre Ríos: Juan L. Ortiz, Carlos Mastronardi y Emma Barrandeguy. El villano será el cura párroco de esa localidad, el padre Quinodoz. El relato va y viene, citando cartas, noticias y otros documentos, entre el presente de la pesquisa (junio de 2012) y el pasado histórico: 1932. En la voz del narrador resuena el soliloquio del género detectivesco, que tuvo su auge en la década que investiga Alzari.

Nacido en 1979 en Junín (provincia de Buenos Aires), casado con Ludmila Bauk (periodista y coeditora con Martina Joison y Clarisa Lucciarini del sitio web interactivo Rosario Invisible), Agustín Alzari es licenciado en Letras y docente de Literatura Argentina por la Universidad Nacional de Rosario. Actualmente realiza una tesis doctoral sobre Juan L. Ortiz y la poesía comunista, tema sobre el que publicó notas y ensayos. A esas publicaciones se suma su nuevo libro, una crónica vivaz de tono muy distinto al académico. Abre con un paisaje objetivista tedioso y continúa con una escena satírica de dudoso humor entre damas lugareñas; pero a partir del momento en que el cronista in fabula se calza el barbijo y los guantes, el investigador toma las riendas y el relato detectivesco gana la partida. Así, el mismo libro que el lector quería cerrar en las tres primeras páginas se vuelve imposible de soltar en las 80 siguientes.

"El secreto está en los materiales", dictaminaba el autor al comienzo del libro. Y cumple. Hojeando página por página vetustos ejemplares del diario local Justicia, fotografiando párrafos jugosísimos (que en el libro tienen una doble aparición: tipeados como parte del texto y facsimilares), logra dar vida a una polémica de 80 años atrás, que degeneró en persecución anticomunista del cura y sus fieles contra esos tres intelectuales. La investigación lo lleva a la literal y metafórica vereda de enfrente en busca de otra publicación, El eco parroquial. Y agrega más adelante: "Hay que ser sensibles al tono de los documentos. Contra la lógica, es furibundo el de la curia y reposado el de los rojos". Cobra ribetes cómicos el esfuerzo de los comunistas entrerrianos por negar que lo fueran, mientras el cura les descerrajaba párrafos de Marx como elementos acusatorios, haciendo sin querer la propaganda que ellos eludían. Los años pasaron y aquella comedia continuaría como tragedia, pero el libro se detiene en 1940.

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